LA PENUMBRA. Pero hay en la joyería que está enfren-1 te do vuestra. (*asa un brazalete que se j ha empeñado el joyero en que vale lo me-1 nos el doble de vuestra fortuna. i Teneis una hija, una amante ó una es- í posa que ha hecho de ese brazalete el ¡ 4)bjeto constmte de su pensamiento. i Vuestro corazón tiene también su arit-; mélica y hecha sus cuentas. | El brazalete cuesta el doble de vues- í (tro dinero, pero la alegría de una. hija, la | isonrisa de una amante ó la tierna satis- i Éacciou de una esposa valen mucho mas que él brazalete. Esto es casi tina especulación, y el corazón es un bolsillo inagotable. Vuestro dinero se dobla. I Para el corazón no existen imposibles. La elocuencia seria bien poca cosa si solo tratara de convencer. 1 Si no conmoviera no baria nada. i | El estilo es el hombre, ha dicho uno, y j todos lo hemos repetido, y esto para mí quiere decir que el hombre es su corazón. í. No todos los cadáveres están en el cementerio: muchos circulan insepultos fin-' yendo una vida que han perdido. El hedor de sus pensamientos, la frial-v?dad mortal de sus palabras, os dirán cuá-les son los que pasean por el mundo un corazón muerto Un tonto, inspira desden. | i Un hombre de talento, admiración. Un corazón corrompido, odio. í;\ Un corazón generoso, cariño. 1£: La sensibilidad es la inteligencia del corazón. JUn hombre sin cotazon osuna estatua que parece que piensa. Una mujer sin corazón es menos toda-|ria: es una estatua que se mueve. José Sebjas. VAKIEnABBS TUS OJOS. á... lili Áutes de ver tus ojos, mujer en cantadora, Nunca latió tan fuerte : mi ardiente corazón, Ni tuve esos ensueños -r dulcísimos, que ahora Mi pensamiento lanzan en pos de una ilusión. En ellos se reflejan Ies poéticos destellos De una alma que ha soñado J. con alg > espiritual, Por eso al contemplarlos táii tímido? y bellos Me encuentro poseído - un sentimiento ideal. ¡Egliz el que á tu lado ^g¡>*olícito; y- ainánte . Contespls esas pupilas tan lindas como el sol. la idea de la conveniencia de declarar la mujer e- amor, si ¡o siente, y desea aproximarse al hombre. ¿Por qué, me dices, ahogar mi sentimiento1? ¿Para cumplir una falsa ceremonia? ¿Por qué no usar de este derecho, supuesto que la naturaleza no manda á la mujer siempre, amar después de ser amada? Es decir, porque adquirir un derecho, § quieres abjurar tie otros. Quieres* enajenar una preeminencia, una considerasj clon que ha alcanzado nuestra timidez, i nuestra sensibilidad temerosa del despre- j ! cío,. nuestro pudor. Quieres soltar laa| ; armas adiadas eou que loe vencemos, pa- j ra empuñar una ruda é impotente, q¡@®| ! gastaría en vano nuestras fuerzas. Qnie-| ; res contrariar la naturaleza física y m<í?| í ral de hi mujer. Y tanto esfuerzo ¿pam| ; qué? ¿Para perder nuestro campo dcba-1 í talla y nuestras trincheras? • .^4J i • w * * • e e • e • • • • * • • »•-♦»••••••*•••* * * e‘":’*Í-Í| i Para uu confundirte, quiero, volver A i mostrarte el hilo de mi raciocinio. Si el hombre físico, no siempre e«iíg dispuesto á los actos del amor materia^ ¡ el hombre moral, encadenado á mi ¡ uio no siempre es apto para el ainor-et^ jpirituaL Aquí tienes la razon de serla al 1 labra necesaria la iniciativa en el amorViil allí la de poder nosotras* recibir iáem| : sus declaraciones esnlímtaa. Llevamos sobre e lio» la* ventaja, efe । sufrir molestias por sus instancia», i puesto que nuestra perenne áptitadj^-[ revela nuestro instinto como acontectó - hombre. Y cuando moralmente -tío 1 I amamos, ó por cualquier razon ¡e repek ¡ mos, ruinas y en el hnperiodel amor/|á f demos mo laBenmblemojmre J I revela y endurece á lo que ie moteatae^l | instancia de la mujer provoca el .ha¡^ |en vez del placer; el odK)«veji,d^4^ [La naturaleza física trasmite suspodej ! á la uaturaleza moral. ; -_ ■ í Teniendo el hombre la ímprescind^i 5 facultad de negar í djtg ¡ ¿qué terreno quedaba á la galanterM» = la consideración, el receto, á ¡as [ das atenciones, que tantos siglos de^ salkije ha costado á ía mnjtt? ■. । Cuando el hombre adciuiriese el dlW ¡ cho de negaros la mas alta pdjj^W^ lágrimas y angustiaste, la. ñiida, le hubieran .deser :indjte^|^J me, ¿cuándo deberíamos compasión? ¿Cuándo esa cal descendencia, por la cual i de sus veneraciones? ; a ■. ¿Nf como nueska fibra al Y admire embelesado tu angélico semblante Circuido de una aureola de piídico arrebol! ¡Feliz el que te inspire la dulce simpatía Que inspiran tus pupilas á todo el que las vé! ¡Feliz el que con notas de célica armonía Pueda cantar tus gracias y alimentar tu fé! Yo que he sufrido tantas amargas decepciones. Que tengo el alma llena de luto y de pesar. Que he visto marchitarse mis bellas ilusiones Y siento mis pupilas causadas de llorar. No puedo, sin embargo, mostrarme indiferente Al’ver tus bellos ojos, ¡mujer espiritmd! Pues de ellos se desprende un fuego indeficiente Mas bello que í aurora de un din primaveral. Por eso on estos versos sin rimú ni armonía Te mando, hermosa joven, mi ardiente admiración, Y en cambio de mi pura y eterna simpatía Conságrame un recuerdo que calme mi aflicción. Saltillo, Agosto de 1883.—lí 66 99 Testimcnb ¿e cpredo £ Filoiona. J-amas he de olvidarte^porqne te amo! E-l quo ama nunca olvida; S-olo la muerte puede en esta vida. S~oio eUa....y tal vezan, imnpie te adoro, Y*- es mi amor inmortal, es infinito. • • • V-cn pues á tur de mi panoli el grito I- del ausente á recojer el lloro. R-ecuerda aquellas horas de ventura, G-oza al pensar en ellas cual yo gozo; I- sé felice angelical criatura, N-o borrando, jamás, de tu memoria I1- amando al que to adora con locura,* ! A4 que cifra en tu amor toda su gloria, j Í Saltillo, 1880.—“El 3foro.“ CARTA A MARIA । pudiera hacerle nuestra, alma Sobre la cmaucipanou be la tnugcr»iisi¡^,**;"v<1Q ''a» 1* « bebe ó no tomar la inicialina en las amor. . j Q ^ndti Marín:':£S1®Sh. >■ Otro dé los puntos de tu carta, abrasa .?¿x >‘1 •-■ -; i - ’•••■ ‘ -xí ■ .v 'V ■ ■■ - . • --••-■ ••• : ••:.••. :?:•/- v.: $