/// La libertad de Imprente no tiene m*e limites que el reepeto á la vida privada, * le mora) y * la paz pública.—Art. 7 6 do la Constitución. eneracion Jefe de Redacción AÑO I.—aa EPOCA office at Hain! Leu!*, Mo, under file Act ofCongreea of March 3,187». LA OPOSICION OE COAHUILA Y SUS CALUMNIADORES Un diario reyleta en acolen Crcíamos haber dicho lo suficien- nistas y la conducta ilegal y atente sobre los temores de que en Coa- latería del Gobierno? ¿Piensan huila se declare el estado de sitio ■ los tiranos que sólo las voces de para impedir las elecciones en el próximo mes de Septiembre, y no pensábamos tratar más ese asunto; pero ha habido circunstancias que nos obligan á seguirnos ocupando El cardenismo continúa escandalizando con la pretendida conspiración de Sabinas, y el escándalo no * se concreta á Coahuila, sino que se extiende hasta la Capital de la República. Bernardo Reyes, principal Director de la farsa reelecciónista en Coahuila, tiene en la Capital un periódico, “El Pueblo,” encargado de calumniar á los oposicionistas y de presentarlos ante la Nación como revolucionarios. Se pretende llevar á la conciencia pública la idea de que la oposición de Coahuila es netamente sediciosa, para que el país no extrafie las medidas san-grientas con que Bernardo Reyes i asolará muy pronto la frontera; se preparan salvajes hecatombes para destruir á la oposición y c*os actos de barbarie se quieren disculpar de antemano, haciendo aparecer á la oposición como trastornado™ de la paz Hay eh todo esto un refinamiento de infamia que crispará de indignación los nervios de cualquier persona medianamente honrada. . Un pueblo laborioso, digno y hasta hoy en exceso sufrido, se niega á permitir que lo gobierne un ladrón; amparado en las leyes del país, ese pueblo ejercita pacíficamente sus derechos políticos, sin insolencia, pero también sin cobardía; persevera ese pueblo en su labor libertadora, trabaja, lucha y llega á robuste-, cerse hasta presentarse temible á sus opresores entonces estos, que no pueden sostenerse en el terreno de la legalidad y la honradez, que son débiles y cobardes para enfrentarse con el pueblo en una lucha leal, acuden sin escrúpulo á la bajeza y á la infamia: calumnian, atropellan, pasan sobre su propia conciencia y sobre los ajenos derechos, y entre tanto, preparan en la sombra la celada en que sueñan hacer morir á los generosos defensores de la libertad y la justicia. Después del 2 de Abril, Bernardo Reyes pretendió hacer pasar al pueblo de Nuevo León por sedicioso; pero las calumnias del asesino se estrellaron ante el fallo de la opinión pública que le fué contrario desde que pasaron los acontecimientos. Por eso ahora Bernardo Reyes se anticipa á calumniar á sus futuras víctimas, los coahuilen-ses, creyendo que de esc modo conseguirá que la opinión pública considere naturales y justificados los crímenes que cometerá el tigre de Nuevo León. ¿Pero conseguirá Reyes engañar al público? ¿La Nación creerá al pié de la letra lo primero que le digan Bernardo Reyes, el más desprestigiado de los bandoleros que oprimen á la Patria, y los periódicos como “El Pueblo” y otros, pagados por el asesino del 2 de Abril para que hablen en tal ó cual sentido? ¿Creen los opresores que el país está ciego y no ha mirado la conducta intachable de los eposicic- sus eunucos pesan en la conciencia nacional, y que no son escuchados los periódicos oposicionistas de Coahuila y todos los que simpatizamos con ellos? La pretendida revolución de Coahuila no es más que una invención de Bernardo Reyes, una vil calumnia propalada por los rufianes de la prensa que paga el bando-lero protector de Cárdenas. Los miserables que expectoran en “El Pueblo1’ de México, lo que les dicta la consigna de Reyes, llegan á calificar de foragidos á los oposicionistas de Coahuila, y terminan un artículo con estas palabras: “Nosotros deploramos que los verdaderos derechos del hombre se interpreten por actos de bandidaje.” No podían esp. rarse otras palabras de canallas que pisotean su dignidad hasta el grado de ponerse al servicio de un asesino, para calumniar á un pueblo ejemplar en civismo y virilidad, á un pueblo que está mostrando á la Patria el camino de su redención. Para la Dictadura y sus lacayos, es deplorable que haya ciudadanos que rechacen enérgicamente el yugo; para la tiranía y sus eunucos,—lo sabemos desde hace mucho tiempo,—los ciudadanos que ejercitan sus derechos se n revoltosos, son traidores, son bandidos. Pero para el criterio de la Nación, para la conciencia de los mexicanos honrados, lo deplorable es que sean los bandidos los que te encuentran en el Poder y los que califiquen los actos del pueblo; que sean los ladrones como Miguel Cárdenas, los que piden respeto incondicional y sumisión abyecta y se consideren con derechos para atropellar á todo aquel que se opone á su tiranía; que sean loa asesinos como Reyes los que traten de resolver los asuntos políticos con hecatombes y salvajes carnicerías; que sean los bandoleros como Porfirio Díaz los árbitros absolutos de los destinos de un país; y que sean los rufianes cenagosos, como los bo-rrajeadores de “El Pueblo.” los que pretendan constituirse en directores de la opinión. Esto es lo verdaderamente deplorable; esto es lo que subleva y lo que indigna. Con irritante desvergüenza, se a-cusu á la oposición de actos de violencia que no ha cometido ni pensado cometer. Los miembros del Club “Justicia” aprehendidos en Sabinas, no son revolucionarios ni pensaron serlo; la autoridad los ha declarado revoltosos, sin razón y sin fundamento alguno, sólo porque tiene la fuerza para abusar de ella y sólo para procurarse un pretexto en que apoyar las calumnias que hoy lanza contra la oposición y para justifiar loa excesos sangui-narios á que piensa entregarse próximamente. A la oposición se le reprochan furiosamente motines que no han existido, violencias que no han pensado cometer, ilegalidades que no sería capaz de probar la canalla que vocifera por orden de Bernardo Reyes Y del Gobierno, que ha tenido la arbitrariedad y el atentado por norma de conducta, Periódico, Independiente de combate. Director: RICARDO FLORES MAGON. .•Cuando !a República pronuncie su roe ao borona, aerá forzoso so me terse ó dimitir.—GAMBETT A. Oficina»; 107 North Channing Ave SAINT LOUIS MO., E. U. A.—Agosto r9 de 1905 Administrador: Enrique Flores Magon TOMO III. —No 42. c ¿cómo no se dice una palabra? ¿Es que el Gobierno tiene el derecho de obrar como más le acomode, sin su jetarse á ninguna lev, sin guardar ningún respeto á nadie? ¿Es que el Gobierno tiene derecho para impedir la formación de Clubs, para derogar artículos constitucionales, para disolver juntas electorales por la fuerza, para encarcelar sin motivo á sus desafectos, para sitiar el domicilio de los ciudadanos,, para perseguir á los periódicos, -y hasta para calumniar impunemente á sus enemigos; y la oposición sólo tiene el deber de someterse á todo, sin objeción, sin protesta, sin defensa? Ese es el criterio de la Dictadura: para el Gobierno todos los derechos; para el pueblo todos los deberes; para el Gobierno toda violencia es lícita, desde el atropello gendar-meril hasta el fusilamiento en masa de los ciudadanos; para la oposición nad e< legal, ni ti más sencillo y evidente de los derechos. Nación ha observado la campaña política de Coahuila, y principio pudo establecer oposición y.el Gobierno un paralelo nada favorable para el último: con la aparición del primer Club oposicionista, se registró la primera arbitrariedad de las autoridades de Coahuila; la primera palabra de independencia en el pueblo, fué el primer pretexto en el Gobierno para acusar á la oposición de trastornado™ y levantisca; desde el primer momento el Gobierno se otorgó todos los derechos é impuso á sus contendientes tedas las obligaciones. Y esta irritante desigualdad, esta injusticia manifiesta, estos procedimientos ruines para llenar de trabas el camino de los independientes, no fueron vistos con indiferencia por los liberales honrados que de todas partes han lanzado signi-licativos votos de simpatía para os abnegados oposicionistas de Coahuila, cuya conducta ha parecido á todos irreprochable y ejem- plar. La oposición no se mancha comprando forzadas simpatí