2 de Noviembre, 1924. REVISTA CATOLICA 735 recoge -constantemente los datos del movimiento religioso en el mundo. Además, como nos lo hacía notar uno de aquellos Prelados, el hecho mismo de que el Arzobispo de Guatemala sea el único Prelado desterrado de su Sede eutre más de doscientos que forman la Jerarquía católica de los países latino americanos (aun contándose entre estos no pocos que están sometidos a Gobiernos que nada tienen de católico) ; es una circunstancia que llama poderosamente la atención hacia una República, cuyos gobernantes pregonan de este modo, a la faz del mundo, su extraordinaria intransigencia. Así se explica la atención especial que la Conferencia de Wáshington ha prestado a la situación religiosa de Guatemala, haciéndose cargo de lo que han sufrido el Clero y el pueblo católicos, en más de medio siglo de persecución, ya violenta, ya solapada,, pero que mantiene en vigor siempre el liberalismo imperante. Se han dado cuenta de que en otras repúblicas, pasado el período álgido del fanatismo antirreligioso, se abre paso a la tolerancia; y aunque no se deroguen ciertas leyes, como la que proscribe los institutos religiosos, se tolera que éstos se1 establezcan en el país; porque no puede negarse cuánto contribuyen a la cultura y moralización del pueblo. En México mismo, que sirvió de modelo a la decantada Re-orma de Guatemala, y en donde la persecución revistió caracteres dignos de figurar al lado de Rusia, si se exceptúan algunos actos aislados de autoridades subalternas, se ha llegado a un modus que ya lo quisieran para su patria los católicos de Guatemala. Pero el Gobierno de este país, digno de mejor suerte, aspira por lo visto a llevar la palma en punto a intolerancia religiosa para con los católicos, incapacitándose así hasta para procurar el progreso material y económico. No lo decimos sin fundamento: presentes tenemos las palabras que oímos, en cierta ocasión, a un gran capitalista norteamericano. “Nosotros, decía, no sólo estudiamos la capacidad financiera de las Repúblicas hispano-americanas que solicitan nuestro dinero en empréstitos, o para que lo invirtamos en empresas productivas: estudiamos también su capacidad moral, la cual abraza tanto la honradez con que se manejan los fondos de la nación, como la cohesión que une las actividades, mediante la aceptación que merezca de la masa social, el Gobierno. Si éste no merece la confianza del pueblo, sobre todo, si esto proviene de divergencias en materia de Religión, la experiencia nos enseña que no debemos exponer allí nuestros capitales; pues, aunque se conserve la paz por imposición de la fuerza, no es una paz fecunda. Un pueblo descontento, concluía, no progresará jamás; porque el Gobierno consumirá sus rentas en sostenerse, y el pueblo gastará sus energías en ver cómo sacude el yugo que le oprime, o si ve que esto no es posible,caerá en la inacción, anulada la iniciativa individual y colectiva, sin más horizontes que el del Presupuesto.” Razón tenían, pues, los ilustres miembros de la Conferencia de Wáshington de compadecer a Guatemala. DISCURSO SOBRE LAS MISIONES POR EL DR. GUILLERMO VALENCIA (Bogotá, 8 de; agosto, 1924) (Conclusión) Hoy, cuando la Santidad de Pío XI va a mostrar ante el mundo, con motivo del año jubilar, el balance de resultados obtenidos por la Iglesia Católica sobre la barbarie universal de naciones sumidas en la lugenda noche de las idolatrías, toca a Colombia concurrir con una cifra a engrosar la columna de la labor de América. En buena hora el dignísimo representante de la Sede A-postólica en nuestra patria, ha querido hecernos ver el resultado parcial del trabajo efectuado por nuestras misiones, en una Exposición que complementarán los encargados de comentarla. Los objetos que en ella se exhiban moverán nuestro ánimo por diversa manera, excitando nuestra compasión, acentuando nuestra desidia y frialdad o robusteciendo nuestra esperanza ante los frutos recogidos. Triste nos será ver todavía las enherboladas flechas del bárbaro fugitivo que no conoce a Dios y se recata de nosotros. Mas, a la par, nos será placentero mirar la labor industriosa de la niñez y de la juventud arrancadas a la barbarie en las soledades del Putumavo, San Martín y Casanare, de Tierradentro, de Urabá y la Goajira. De labios de los mismos varones a-postólicos que adelantan bajo tantas fatigas su labor civilizadora, en lucha con los elementos desmandados, con las miasmas sutiles e insidiosas que filtran su veneno letal entre la sangre del a-póstol y arruinándole la salud, base de la acción, relajan a veces contra la voluntad su entusiasmo emprendedor; escucharemos el relato de sus penosas ordalías, en las que tal vez no sean las garras del tigre, ni el aguijón del tábano, ni el colmillo de los ofidios ponzoñosos, lo que mayormente inquiete o duela a estos nuevos justadores de Cristo, sino el odio solapado, la calumnia voraz, la ingratitud disfrazada de celo, y, lo que es más duro todavía, la indiferencia disolvente, émula de la muerte. ¡Qué amargas horas traerían para vosotros, apóstoles que me estáis escuchando, estas lamentables deficiencias humanas, sin la certidumbre de que Aquel que dijo que no sería olvidada una sed de agua ofrecida en su nombre, os está mirando y os espera! . Lazaristas, agustinos, jesuítas, capuchinos, ma-pstas? carmelitas, eudistas, en fin, todos cuantos laboiáis en Colombia en esta obra de fe ardiente y de abrasada caridad, al par que de hondo nacionalismo y de alcance sin medida para el porvenir patrio, sabed que todavía existen aquí mentes para comprenderos y corazones para amaros • seguid remachando el eslabón de oro que os ha tocado enlazar al que encontrasteis asimismo labrado por los que os antecedieron en idéntico esfuerzo, y que a su vez vincularon su anillo al de