io 133 • ¿Quién es ese venturoso mortal Fue vive satisfecho de sí mismo? EQuién no ha suspirado alguna [vez en su vida por ser otro? |¿ Quién no ha deseado más de luna vez en el curso de su existencia desligarse de su propia envoltura carnal y transmigrar a otro espíritu? Es un fenómeno del mundo ¡psíquico, una ilusión universal la que nos hace concebir la idea de que, precisamente lo que no poseemos, por el sólo hecho de no ser nuestro, ha de entrañar un valor más grande; que el lugar en que no vivimos ha de ser mejor que aquel en que no se deslizan nuestras horas; que hay, en REVISTA EVANGELICA Deseando Ser Otro ------------(o)-------- jugar constantemente con los deseos nuestros. Empero recapitulemos, ¿a qué ese afán de ser otro? En vuestra propia vida hay claramente todas las posibilidades que pueden contenerse en otra. Y hasta es muy probable que vuestras aptitudes os permitan la realización de cosas que otros no pueden llevar a cabo. Porque cada ser tiene en esta vida su misión especial asignada, asi como cada espíritu, desde el instante de su encarnación, viene ya con sus propios e instransmisibles secretos. Hay que servirse, pues, de los mismos elementos materiales fin, en las lejanas vidas, mayor suma de romanticismo y encanto que en la vida propia. Que tal error no pasa de ser sino una aberración de nuestra mente, pruébalo muy a las claras el hecho de que este mismo concepto del mayor valor de los demás es general en todos los seres humanos. Todas las barquillas navegan por lagos más azules y románticos que la nuestra. Mayor encanto y poesía hay en la cima de todas las montañas que aquella designada a uno mismo. En todas las demás casas, en fin, se goza de más felicidad que en aquella en que pasamos nuestra existencia. Y no consiste esto sino en que tanto nuestra propia visión como el cerebro y todos los demás órganos de nuestros sentidos, parece que se gozan en llenamos de ideas visionarias que vienen a puestos a nuestro alcance, utilizándolos de la mejor manera posible. Es verdad que los ángeles mismos no podrían hacer nada mejor. La conformidad y la aceptación de uno mismo, tal cual es, de una manera franca y sin excusas, es la mas lógica norma de conducta. Pues ha de saberse que aquel por quien desearía uno cambiarse, sufre tanto o probablemente más que uno mismo. Envidiadles su posición: mas ¡cuán indescriptible sería vuestro error si os fuese dable penetrar con vuestra mirada en los secretos de su espíritu! Sois como el niño que llora por las estrellas. Mas sabio en verdad sería que aceptaseis de una manera resignada y conforme vuestro propio pan, viviendo satisfecho con la suerte que os ha cabido en este mundo. Copiacto