Lz\ VIOLETA. 213 -•-/..•wyr-.-r-—— -: --— ■ ------ - (C U E N T C).)- | CONCLUYE. ] Mucho tiempo había transcurrido desde que Manuel levantó la flor que adornaba el tocado de Emilia y las circunstancias habían cambiado. Con motivo de la revolución que estaba en su apogeo los Emperadores habían tenido que salir de la Capital y se trasladaron á Jalapa; muy triste mas de lo ordinario se había tornado Emilia, la imagen de aquel joven no la borraba de su recuerdo. Se había propuesto saber quien era y al llegar á su conocimiento lo que de seara vió la gran distancia que le separaba y acrecentó su pasión, Manuel había tenido hasta entonces bastante fuerza de voluntad para no entregarse á las travesuras de Cupido, como travesuras las consideraba pero nunca como una pasión abasayadora que todo lo absorbe; pero al ver el candor y la virginal pu reza de Emilia se conmovió su alma como nunca y una sensación estrafia esperimentó su ser. De una alma á todo temple quiso sobreponerse á su primera y única pasión ocultando lo que sentía por no pasar por cobarde que se dejaba dominar por una pasajera ilusión. Amó con toda la fé de su alma, con todo lo ardiente de un cerebro grande y soñador, con ese fuego que saben sentir y describir los genios, los seres previligiados: de una manera distinta á los demás seres Manuel se trasportó á un erial desconocido y nunca soñado, porque jamás se imaginó que llegara á amar de aquella manera y por lo mismo que imó tanto ocultó su pasión hasta del objeto de su cariño: la divinizó, puede decirse, y no se creyó capaz de lograr tanta dicha; la amó como aman los ángeles á Dios con veneración y respeto como un ser que no existe y que creó en su fantasía. Esto debia de producir su efecto, hay seres que están predestinados á ser mártires del amor, y nuestros jóvenes fueron de esas víctimas inmo ladas en aras del deber y conveniencias de corte. ¿Porqué nos dirán? si eran jóvenes y se amaban ¿porque no debían de ser felices/ ¡Ay sí! debían haberlo sido porque se amaban cpn toda la efusión del alma y eran dignos el uno del otro; pero Manuel á pesar de sus profundos conocimientos, del buen lugar que ocupaba al lado de Juárez y gran papel que desempeñaba en la causa de la libertad: no era de noble estirpe como Emilia no per fenecía á la nobleza europea; y esta niña estaba destinada desde de su mas tierna edad á un Marquesado de la familia de Maximiliano. Un dia la niña esta en su aposento triste y preocupada, como siempre, cuando le anunciaron la llegada de su prometido. Lo que sintió entonces no es decible, mientras no se cumpliera el plazo, mientras no llegara á la edad en que debía de unir sus destinos con el elejido de sus mayores,podría ser feliz con el recuerdo de su amor; pero al cumplirse las promesas ni aun este consuelo le que daba. Y así fue, su prometido venía acom pañado del Emperador, quien se encargó de presentarle al que en breve debia de ser su esposo. La niña cumplió con su deber; pero recibió al huésped con alguna cor tedad y sin ningún entusiasmo, atribuyendo esta frialdad á la natural timidez de sus pocos años. Manuel estaba inocente de lo que pasaba, enamorado mas que nunca no