7 de Diciembre, 1924. REVISTA CATOLICA 815 ¡¡A CIVILIZAR Y MORALIZAR A LA AMERICA LATINA!! Si se hubiera de formar juicio acerca de la América Latina por las informaciones que los pastores protestantes yankis están constantemente enviando a las revistas de sus respectivas denominaciones y publicando con frecuencia en varios periódicos de Estados Unidos, se tendría que venir a la conclusión de que la América Latina está en un Estado todavía semisalvaje, de que sus habitantes andan poco menos que a cuatro patas, semivestidos y llevando todavía las típicas plumas características de los indios y, en fin, en un estado tal de ignorancia, de superstición y obscurantismo que hay para llorar lágrimas más amargas que las del profeta Jeremías sobre ese campo de desolación social y moral que presenta la América Española. De aquí el que ante ese1 triste cuadro, se les parta el corazón de pena a esos tiernos misioneros ¿el ¿ólar, y derramen lágrimas de cocodrilo llenos de indignación ante la superstición, esclavitud y abandono espiritual en que ha tenido España, en que ha tenido la Iglesia Católica a esas infortunadas regiones del Nuevo Mundo, y clamen con voces desgarradoras a las Sociedades Bíblicas por dinero, mucho ¿inero para poder emprender, proseguir y llevar a cabo la civilización y la moralidad, comprar conciencias y pagar renegados que les ayuden en tan evangélica tarea. Porque sabido es que, sin mucho dinero, esos Javieres evangélicos ¿e nuevo cuño, acompañados de sus costillas evangélicas y de los tiernecitos corderitos que el Señor les ha dado, no podrán sostener convenientemente su abnegada y apostólica vida ni hacer brillar la luz del Evangelio yanki, en esas pobres regiones americanas, que, sumidas en la más ignominiosa degradación, con gemidos lastimeros, vueltos sus llorosos ojos y tendidas sus manos suplicantes a la Sociedades Misioneras yankis y a los iluminados maestros evangélicos, están clamando, como el ciego de Je-ricó, por la luz, por tantos siglos suspirada. Y estos ecos lastimeros no pueden menos de partir el corazón de dolor de esas Sociedades e-vangélicas, y de moverles a compasión y excitarles a señalar miles y miles de dólares para tan abnegada empresa; y al resplandor del oro brotan por doquier y espontáneamente celosos y sacrificados misioneros y misioneras que dejan todo cuanto tenían (por adquirir), y abandonan su patria, sus comodidades y sus esperanzas para ir, pobres y sin esperanza alguna material, como los Apóstoles, desconocidos y en olvidados rincones de las selvas, a sacrificarse por los abnegados indios para quienes todavía no ha brillado un rayo de luz evangélica. Tales son las impresiones que uno recibe de las narraciones que de la América Latina frecuentemente envían esos sarcásticos misioneros evangélicos que con más propiedad se pueden y se deben llamar verdaderos mercaderes y traficantes ¿e conciencias y ¿e almas, y ¿ifamadores ¿e oficio. Mucho tiempo antes de que estos pretendidos civilizadores y moralizadores de la América Latina aparecieran en ella y empezaran su obra destructora de descristianización y de difamación, se hallaba ella a tal grado de cultura y de religiosidad, que nada tenía que envidiar en este punto a los Estados Unidos. Más diremos; que estaba y está por encima, en general, de la moralidad de quienes pretendían y pretenden moralizarla, infiriéndole con esto un insulto muy vil e inmerecido. ¡ ¡ Civilización y Moralidad!! ¿ Qué entenderán estos mercaderes de almas por civilización y moralidad? Porque si bien se examinan todas sus actividades, se reduce todo a insultar y a difamar a la Iglesia Católica y a sus ministros, a a-tacar sus enseñanzas y sus dogmas, a ridiculizar todos los actos de religión y de piedad, a quitar todo aquello que sea molesto a la naturaleza, a repartir biblias y dejar que cada cual se forme su religión a su gusto y....¡ ¡ancha Castilla y viva la Pepa!! Todo eso será muy agradable a la naturaleza corrompida, pero no es moneda para la vida e-terna; será civilización y moralidad protestantes, pero no de Cristo ni de sus Apóstoles, quienes precisamente murieron por predicar al mundo doctrinas del todo diferentes. Y bien lo comprende esto hasta la gente sencilla ; por la propia razón natural se comprende que eso de coger una Biblia y servir a Dios Nuestro Señor como a uno le pluguiere y aquí.... pa¿, y después____la vida eterna, sonará muy bien a los oídos, pero no es cosa que admita la razón. Y de aquí que, a pesar de los millones que gastan los protestantes en su loco empeño de hacer creer todas esas cosas tan agradables a la naturaleza y tan fáciles-- no las trague el pueblo; y la ex- periencia demuestra que solamente se avienen a ellas unos cuantos convenencieros, que encuentran en el protestantismo una manera de vivir cómoda con el dinero que se les da por su apos-tasía y por convertirse en instrumentos de las sociedades bíblicas, y en un modo fácil de satisfacer las pasiones de su corazón, procurando ahogar los remordimientos de la conciencia. SANTO EVANGELIO DOMINGO II DE ADVIENTO. S. Mateo, XI, 2-10.—En aquel tiempo: Juan, que. estaba preso, habiendo oído los prodigios que obraba Cristo, le envió dos de sus discípulos, que le preguntasen: ¿Eres tú el que. ha de venir ? ¿ hemos de esperar a otro ? Y Jesús le contestó diciendo: Id y decid a Juan lo que habéis oído y visto: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados; y bienaventurado el que no se escandalice de mí. Apenas se fueron aquellos, Jesús se puso a hablar de Juan y dijo a las turbas: ¿Qué fuisteis a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? Pues ¿qué fuisteis a ver? ¿Un hombre ricamente vestido? Ya sabéis que los que visten ricamente viven en los palacios. ¿A qué fuisteis, pues ? ¿ A ver un profeta ? Sí, yo os digo, y más que un profeta. Que él es de quien está escrito: He aquí que yo enviaré delante de ti a mi angel, quien te preparará el camino.