PENUMBRA. Conidio y Magdalena, dos amantes, Tan tiernos y amorosos t ual si fueran entre ambos dos esposos Los mas felices que el Señor ha creado, El uno junto al otro se estada Y un cielo de amor y de poesía, De caricias, ensueños y de halagos Llega la noche y les sorprende el dia, Sin que jamás el duelo y los enojos Hayan nublado nunca Las dormidas pupilas de sus ojos. Es un joven Conidio, De genio reposado, aspecto grave, Amigo fiel en lo que puede y cabe: - Por doquiera que va, meditabundo; Cual si fuera sonámbulo camina: No le vereis sonreír y aunque os asombre Os diré que medita en el enigma De si conviene el matrimonio al hombre. Parece que la joven Magdalena, Aldeana muy rolliza y vivaracha, Le ha dicho que su pena Es no llamarle esposo. (La muchacha Se esplica de manera bien sencilla.) No es alta, ni chaparra y de mantilla Con un donaire que tí desear proboca, Si sale por la calle 6 á la ventana Oiréis de boca en boca: —Es la perla del barrio, la sultana. - Y no lo exageraban ¡viva el cielo, Que con sus quince abriles le donara, Si no mucha hermosura. Una mirada ardiente y hechicera Capaz de enamorar un pud,i‘e-cura! Con tan grandes hechizos, En vano procuró luchar Cornelio Con un remordimiento ...pasajero; Y un dia.......no recuerdo si en Febrero, O Marzo de ochocientos.......no sé mas; Se encaminó al curato de la Aldea En union de la joven Magdalena, Yr sin volver la vista pura atras, El sacrificio consumó contrito Ignorando aquel verso Que el Dante miró escrito En las puertas del urft-ri [si lo hay.] Perded toda esperanza, Vosotros los que entráis. Pasó mi año y como él otros pasaron Yr la aurora sonriente sorprendía A los esposos en el lecho, dando Clracias al Hacedor que bende.cia Su legítima union. Y por la tarde al despedirse el dia, El astro-rey se despedia de ellos. Con dorados celajes y destellos Sin que la mas lijera mibecilia Eclipsara la aurora De la pareja alegre y soñadora Que embeiezada contemplar solia Luna