blo mismo de los Estados Unidos. Tal vez usted, el que lee estas lineas, fué nno de los millones de americanos que se regocijaron cuando el General Díaz se vió obligado a renunciar la Presidencia que había ocupado tan brillantemente por más de treinta años; tai vez usted fué uno de los que se regocijaron a la aparición de “la ley para el peón" en un país vecino,—si así es, es usted responsable también, en cierto grado, de todas las desgracias que han caído desde entonces sobre el desdichado México. Porque fué la simpatía de los americanos la que influenció a Washington en favor de las fuerzas de la rebe ión, que han demostrado, en el transcurso de los cuatro últimos años, ser totalmente, despiadadas y egoístas. UNA COMPARACION. Fx»ine r»ted ’as seis' fotografía, +• "«tu página. Tres de ellas son d Un-nbres one se identificaron con < de D!az—científicos si uste< m.iero—v ntrn« tres son “los hombre; le’ nee*"1o " ta* v como han sido los de hfévieo desde qne el Ge-nev->1 feert». fié forrado a abandonar iefah-ra del Gobierno. Todos, los irte ‘ ban ncnnado el puesto de Pre-.-:*anté« de la República Mexicana d* loe últimos cnatrn años. * a,—ae ellos. Franri.sco Madero y l'letoeíano Huerta, han tenido e’ carro de Reoeídentes: Carranza, nunca l, ,r-.n!dn »:tnlo más alto que el i, n,;mer Jefe. Rvamine usted los rostros de los iris hombres retratados y decida balo ové grupo preferiria vivir como Tobrrnado. Recuerde usted entonces >ne nve-tro grande y glorioso Gobierno ha hecho cuanto ha podido para sostener en el poder y por la fuerza a la facción de la que Gutiérrez. Garza y Cházaro son representativos, y •uie en grzn medida, a su influencia re debe el oue de la Barra. Lascu--áin y Carhaial. se ha’len desterrados y con ellos, decenas de miles de lo meior de México: que sus propiedades hallan sido confiscadas o destruidas y que la estructura industrial y financiera del país, en cuya ceración colaboraron, haya sido totalmente destruida. ACTITUD ERRONEA. La senci'la razón pór la que los Estados Un:dos han encontrado la sitúa cién mexicana tan intrincada es que tu actitud desde el primer momento, fué fundadamente errónea Ha llegado el tiempo de reconocerlo. Lo mejor del pueblo, y no lo peor, es lo debe regir a México, como a to-Mt lp« paises. El General Diaz tuvo ase lado a le mejor del pueblo de México. Esto no quiere decir que todo. lo hecho por el General Diaz y por su Gobierno haya sido bueno Pero puede afirmarse con certeza que lo peor que él baya hecho no es tan malo como lo mejor que hayan podido hacer las fuerzas de la anarquía y del desorden que le han sucedido. Si los Estados Unidos desean sinceramente la paz y el- bienestar dt México, están en él deber, aunque ya tarde, de volver de revés su política, dejars de charlatanerías sobre libertades del pueblo y justicia social y prestar su influencia a los llamados científicos:. los educados, los propietarios, los elementos que tienen no ción de responsabilidades en la soci< dad mexicana, por medio de los cuí. les, y sólo por ellos, puede venir to do orden y toda paz en lo futuro. Todos los que conocen exactamen te la situaqjón mexicana, están plena mente convencidos de que los jeíei de la Revolución, sin excepción, están movidos por fines egoístas; que nc tienen un ideal más alto que el de 1: conquista del poder; que nada semejante a un Gobierno representativo' es abso'utamente posible bajo su dirección. El ideal de Carranza, el de Villa, y de toda la gente menuda, es pura y simplemente una dictadura militar el ejercicio de un poder ilimitado, sin trabas ni restricciones. , EL FRACASO DE MADERO.. Si alguno de estos bandidos logra ra' el ambicionado reconocimiento de ’os Gobiernos extranjeros, no implan-taria ninguna reforma para el pueblo. Madero duró quince meses en el poder, y Madero era siquiera mi idea, lista sincero aunque mentalmenti irresponsable, pero nada llevó a cabo. No inició una sioniera de ’as prometidas reformas en beneficio de lot peones. Causó la bancarrota de. su pa-s v por su incompetencia descarrió a tal grado la gestión de los negocios púb'ícos. que su régimen se hizo ver laderamente insoportable. Si la revolución llega a establecer un Gobierno, lo que cabe dentro de lo posible, toda la fuerza que pudiera tener o alcanzar, dependería de la participación en los negocios de 'as clases hoy desterradas. El Gobierno de Washington puede, si quiere. tener este hecho en cuenta. Si llega a ser reconocido un nuevo Gobierno que persiga y mantenga una actitud intolerante hacia los que tienen propiedad y hacia los hombres de negocios, será un fracaso lamentable. origen de mayores perturbaciones paraéste país y para México. Muchas personas, aun dé aquellas que ocupan puestos prominentes, dan por hecho que los actuales disturbios en México constituyen un gran levantamiento popular de las masas en contra de la opresión. Nada de esa El examen de un hecho fundamental disi pa esa ilusión. Un levantamiento popular comprende necesariamente a gran parte de la población. México tiene una población de quince millones, aproximadamente, de los que cuando menos el diez por ciento, o sea un millón quinientos mil hombres, tienen la edad necesaria para el servicio militar. Es dudoso que alguna vez, en los cinco años transcurridos, haya habido un dota! de ciento cincuenta mil hombres en todas las facciones armadas, y este número comprende a todos los criminales enviados de las cárceles a las filas; a todos los conscriptos llevados por la leva, a todos los desalmados que se han unido al ejército por las oportunidades de saqueo, asi como a los patriotas que están luchando por libertar a su país de la opresión, de los reaccionarios, de los científicos,— y, por supuesto, .también a la totalidad de las clases varias que están luchando al lado del opresor del reaccionario y del científico—El noventa y nueve por ciento restante del pueblo mexicano nada mejor pide que el ser dejado en paz, bajo cualquier Gobierno, con tal que proteja las vidas y las propiedades y la oportunidad de trabajar. El uno por ciento es el que produce todo el desorden. La protección de los americanos en México es cuestión que no ha llegado a impresionar intensamente a la administración de Washington. No sólo ha tenido el sentir, sino que, por medio de varios de sus representantes ha expresado su opinión,, de que los americanos que emigran en busca de fortuna lo hacen bajo su propio riesgo y que no puede esperarse que el país se vea envuelto en un conflicto por causas de el os. Esta es tam bién una base falsa para juzgar del asunto. Si los Etados Unidos tienen algún derecho para intervenir en los negocios de México, este derecho sólo puede estar basado en la violación de los derechos de los americanos, reconocidos por los tratados. Habla de dirigir las cuestiones de un pais extranjero, independiente, en beneficio de los ciudadnos de ese país, o por razones de humanidad, no es sino repetir los tópicos más manoseados del programa que sólo existe en las academias. NUESTRA MEDIACION. Si estamos resueltos a no proteger los intereses americanos en el ■ exterior y no tenemos otro funda-metno para intervenir en los asuntos dé México que el beneficio de Jos me-