Los Sonetos de Shakespeare Publicamos este Interesante Estudio, en Conmemoración del Tercer Centenario del Gran Poeta Inglés Monclova, Coahuila, México, febrero 5 de 1910. Señor Doctor don David Cema, Presente. Muy estimado amigo: Con lo que de sus magnificas versiones a nuestro idioma, de CATALINA O LA-FÍERA DOMADA, y de’ EL CUENTO DE INVIERNO (dispensándome, así, señalado favor), me dió usted a conocer últimamente, se ha centuplicado, se lo aseguro de verdad, mi y^ grande admiración por el portentoso Shakespeare: a pesar de los .hiperbólico^ elogios de cuantos e.n él adoran y creen (éntre los que ha habido verdaderos genios) cada vez que lo veo de más cerca, lo hallo más grande, según— como tan acertadamente ste ha dicho,—sucede con las montañas. — -------------— Sabida mi predilección por el soneto, no há de extrañarle que me haya interesado tanto por conocer las ciento cincuenta y cuatro composiciones que en esa forma nos legara el insigne bardo inglés, y que en bien impreso volupien y con la mayor galantería, puso listed en mis manos en días pasados. Lo que sí ha de dejarlo perplejo es esto: que me haya puesto a estudiar esos sonetos con el obstinado propósito de traducirlos en el castellano de ahora como estoy haciéndolo, y para lo que me permito contar con su cooperaciqn (dada la idoneidad de usted para el caso, idoneidad acrecida con el perfecto conocimiento que de la obra shakespeariana tien" usted aun en sus menores detalles,) es indudable que resultará, para mí eíicasísimo. Además, le suplico qtie me dé a conocer cuanto sepa, relativo a la génesis (diremos) de dichos sonetos y a la conexión que pueda tener con los acontecimiento^ culminantes de la época en. que se escribieron ó con alguna otra circunstancia especial. Reiterándole mis sinceras felicitaciones por el buen éxito "de sus trabajos de traducción, verdaderamente admirables, y agradeciéndole por anticipado su colaboración, quedo, como siempre, su afectísimo amigo y atento y seguro-servidor que le desea bien erT todo. CARLOS FERNANDEZ BLANCO. Monclova, Coahuila, México, febrero 22 de 1910. Señor Ingeniero don Carlos Fernández Blanco, ■ j Presente. Muy* estimado y fino amigo: Tengo a la vista su atenta carta c(e usted, de cinco dé los corrientes, relativa a los célebres SONETOS de Shakespeare, carta que con gusto pasot a contestar. Mucho celebro que admirador usted (como el que más pueda serlo) deL inmortal poeta de Stratford del A yon, esté examinando sus Sonetos con el loable objeto de traducirlos a nuestro rico idioma. Lo celebro, repito, porque con ello hará usted un positivo y grande servicio a nuestras letras. Su tarea va a ser asaz ardua, pues ya me figuro las inmensas dificultades que irá usted a encontrar en la ver- dadera interpretación de estas joyas literarias, teniendo en cuenta la difícil facilidad con que el autor engalana sus pensamientos, desde los más pueriles, por decirlo así, hasta los más profundos, haciendo uso en la mayoría de los casos, al darles forma, de una fraseología peculiar a él mismo, fraseología a veces casi imposible de poner en claró. " ; :—:—;---------- Lo he dicho en otra ocasión, y cabe repetirlo aquí: “Es fácil hacer una traducción literal, conociendo aunque sea supcrficialmtnte^os idiomas respectivos. Pero una traducción de tal naturaleza resulta con frecuencia por demás absurda, y hasta ridicula, quedando en ella destruido el pensamiento primitivo, maltrecha la belleza literaria, y sin representación siquiera el sentido común. Difícil, sí, muy difícil es traducir la idea de un autor, y muy especialmente de .un autor como Shakespeare, —a-quien,-más-q&e a ningún otro quizás, caracterrzan pen--samientos elevados, siendo peculiares a' él y tan sólo a él, ciertos matices de lenguaje y fraseología. En la índole del poeta británico, forman parte esencial ciertas y muy-marcadas rudezas de expresión, en que los principios de literatura y hasta de gramática se hacen a un lado por completo; pero entre .tales rudezas, sin embargo, se éntreveen la alteza del pensamiento y la más profunda filosofía. Yo he procurado y procuro, al atreverme a traducir a Shakespeare, decir en español, en la forma moderna, lo que en el inglés del siglo XVI, y en su propio estilo, dijo el insigne autor dramático; en otras palabras, he procurado y procuro presentar en forma distinta la esencia de lo que escribiera Shakespeare sobre tal o cual asunto. En ésto he seguido así mis propias ideas sobre el particular, como las enseñanzas y opiniones de peritos en la materia, y con especialidad las opiniones y enseñanzas de Dryden, célebre escritor inglés y traductor clásico de Virgilio. Es .muy fácil la crítica, con particularismo cuando ésta se refiere al estilo, a la fornfa o a los modismos del lenguaje; pero es bien difícil apreciar el arte verdadero, conio es igualmente difícil censurar el fondo, la esencia, o el espíritu de un pensamiento profundo, pensamiento que por de pronto no se comprende en toda su magnitud. Por eso ha dicho Dryden, y en ello tiene sobrada razón, que el traductor debe conocer a fondo el idioma en que está expresada una idea, así como el propio; y, además, identificarse con el autor mismo, estar familiarizado con los giros peculiares de sus pensamientos, con las verdaderas tendencias de su espíritu. De lo contrario, el traductor está propenso a desbarrar lastimosamente al pretender interpretar a autores como Shakespeare, por ejemplo, Shakespeare el inimitable, y a quienes muchos, aun de entre los mismos suyos, ¡no han sabido comprender!” Usted amigo mío, con sús conocimientos del inglés, *y, sobre todo, con su claro talento y su predilección por la forma métrica en que están escritos los versos aludidos (predilección manifiesta en las composiciones poéticas que de usted he leído,) sabrá damos a conocer a la perfección, en, estilo castizo, las bellezas literarias y la filosofía que aquellos encierran. Coro o no sucede con las obras dramáticas de Sha-