786 t ;LAvvoz que ella fué la predicada por los Apóstoles, que confirmaron la verdad de su predicación con su sangre. Si no añadiéramos la palabra Romana á las de Católica y Apostólica con que nombramos á la Iglesia, se confundirian nuestras creencias con, esas innumerables sectas que se llaman religiones protestantes ó reformadas. Ellas también pretenden ser Católicas y aun Apostólicas: los títulos en que se fundan para arrogarse, estas denominaciones, son de todo'punto infundados, porque ni los Luteranos, ni los Calvinistas, ni los Zuinglianos, ni los Cuákeros, ni los' Metodistas, ni tantas otras sectas disidentes, pueden presentarnos una.serie de Pastores, un cuerpo de doctrina, una uniformidad de culto, que llegue hasta los Apóstoles y hasta Jesucristo: su fecha es de ayer; su ecsisten-cia empezó cuando se rebelaron contra la Iglesia sus gefes respectivos; su doctrina es absurda, incierta, llena de contradicciones; en una palabra, son los peces que rompieron la red, y no entraron en la milagrosa nave. Pero aunque esto no sea - así, aunque la pretension de estas sectas, de ser la Iglésia de Jesucristo, sea tan vana como ridicula; aunque, esta mentira '«!& evidente y palpable, no por eso deja de ser necesario que nosotros, para distinguirnos de ellas, agreguemos á las notas de la verdadera Iglesia la de Romana. Por lo mismo que lós nuevos sectarios se atribuyen lo que no hay, nosotros debemos procurar que no se nos confunda con ellos. Antes que apareciera el protestantismo, teníamos los cristianos un símbolo, y uno de sus artículos era creer y confesar la Iglesia Católica; por consiguiente la Religion Católica. Creyendo y confesando esto, creían y confesaban los cristianos la Religion Romana, que era la única que se conocía, y esta era también la que profesaban los protestantes antes de su separación. Ocurrió ésta; rompieron ellos como viboreznos las entrañas de la Iglesia; ¡y qué! ¿se llevaron consigo la verdad, dejando la mentira? ¿No quedó en Roma el verdadero Pastor, sucesor legítimo de los otros Pastores, cuya série no interrumpida llega hasta los Apóstoles y hasta el Divino Fundador del Cristianismo? ¿No quedó allí la doctrina que proclamó el Salvador, que predicaron sus inmediatos discípulos, y que fué sellada con la sangre de veinte millones de mártires? La Religion que siguió enseñando el Obispo de los Obispos, el Pontífice de Roma, ¿no fué la Religión del Crucificado, lá perseguida por DioclecianO y por Nerón, la confesada en medio .de los tormentos por los ardientes confesores de la fé? ¿No quedó allí intacto el depósito de la revelación, desde el . Paraíso hasta Belen, desde el Calvario hasta el dia? Sin duda. Luego la Iglesia Romana es la verdadera Iglesia; luego el que confiesa esta Iglesia, es