156 LA VIOLETA. La I^azon. El hombre está dotado de razón, y le distingue de los animales haciéndole su perior á los demas por la ra de dicernir y ejecutar las acciones que han hecho cc lebre al hombre desde los tiempos primitivos. La razon hace conocer nuestros defectos haciéndonos co-rrejirlos, sin ella seriamos hallados en la ignorancia; la ley natural hace también obtener halagadoras esperanzas para el porvenir. Mandar la razon, hacer que haga lo contrario de lo que juzgue conveniente es tanto como pretender que una corriente retroceda en su curso, la hace llevar á un imposible llenando otras aspiraciones, haciendo la ley de la Natura leza refractar de lo que es su misión. La razón bien compren dida hace superior al ser que la posee hallando eso que se llama ser racional. Delta. zon, ella le da la facultad Y en vano cuando el día termina 1 A LA H. MATAMOROS. ¿ Por que murió en mi alma la inspiración ardiente Cual muere abandonada La perfumada flor.... ? ¿ Por que de tu poesía el cielo refulgente lan lleno de belleza, tan pura y transparente Trocóse en un desierto De sol abrasador.... ? - ......- su carrera Y alumbra suavemente La luz crepuscular, El alma que angustiada con lágrimas Espera 1 retende en una queja doliente, plañidera, Sus hondos sinsabores Temblando revelar. Pues vagan en la mente tristísimas visiones Y mata su contacto La dulce inspiración. Imágenes y flores, delicias y creaciones, Un mundo de alegrías, un mundo de ilusiones Convierten en un páramo De triste decepción!... ■¿Qué hacer, cuando angustiada palpita en su aisla-Nostalgico enfermo [miento Gimiendo el corazón? ¿Que hacer cuando se apaga la luz del pensamiento Envuelta en las tinieblas de amargo sufrimiento Recóndita c inmensa fristísima emoción? No mueren los recuerdos al golpe de los años Asidos á nuestra alma Con gran tenacidad. Resisten de la vida los turbulentos daños. Resisten el embate de amargos desengaños Y no hay para ellos nunca, Jamás caducidad. Monterrey, Nbre. de 1893. EN UN EXAMEN Diga V. niña, ¿que es la luna? —Un astro que jira en torno de la tierra. —Un ejemplo. —Como los jóvenes en torno de le casa de su ama da. Recuerdo que allá, lejos, del Bravo en la ribera Se alzaba el blanco albergue De mi primera edad. Allí estaba mi madre, mi madre placentera Con su semblante angélico, su larga cabellera Y su palabra suave Tan llena de bondad. A veces en su pecho mi frente reclinada Sentía de sus labios El beso maternal. Alzaba hacia mi madre mi cándida mirada Y un beso y otro beso me daba enajenada, Mostrándome en su rostro Ventura sin igual.