REVISTA EVANGELICA Marzo 188 La Humanidad y su Intemperancia -------------------(o)------ Isaías 5:11. El peor enemigo de la humanidad es la intemperancia. : Todos los vicios producen en fermedades, pero ninguno como < la embriaguez. Observamos en nuestra sociedad a jóvenes inteligentes, de simpático porte, ademanes cultos, vigorosos, agües de Pens miento y de cuerpo sano, que aver nos deleitaban con ms pro-Ss exquisita, y de elevado rondo, con sus poemas de bellas ima genes y llenos de cadencia artística, que daban expansion a nuestras almas; pero ¡maldito ■ pero!” hoy los vemos vagar por las calles de nuestra ciudad, demacrados, epilépticos e incapaces de garrapatear una cuartilla, ni de escribir un verso. ¿Y esto por qué? Porque se han entregado a la embriaguez. Amados lectores: apartaos de la intemperancia en todas sus formas: el alcohol produce miseria física, económica, moral, espiritual; la mundanalidad nos pervierte el corazón; la carnalidad nos sepulta en los antros tenebrosos de todas las miserias. Y si unimos todos estos vicios con los demás que nos presenta Satán, llevamos la muerte al alma, formamos en nuestro corazón semillero de ruina moral, almacenamos enfermedades, nos destruimos a nosotros mismos y destruimos a la sociedad. Todo hombre debe observar. । sostener y defender las leyes de ' la prohibición dadas por Dios como lo hicieron los hijos de Jo- ! nadab en el antiguo tiempo. El sincero seguidor de Cristo tiene । el deber de dar ese noble ejem- Salomón en sus discursos morales aconseja a su hijo a no estar । con bebedores de vino, porque los bebedores son la ruina del hombre pío (Proverbios 23: 20, 21). Y en verdad que la compañía de. hombre de virtud edifica pero la del hombre de pecado destruye el alma. Tengamos en cuenta que 1 destrucción que trae el pecad nunca viene sin las amonestaciones de Dios. Ninive nos lo demuestra con el Profeta Jonas, las ciudades del Pentápolis nos lo confirma con sus dos mensaje del Señor. , “No beberás vino ni cidra, dijo el Señor a Aarón, al ser consagrado Sumo Sacerdote (Levítlco 10:9); prohibición que le hizo como estatuto perpetuo y con amenaza de muerte si faltaba a esa ordenanza. Fué fiel en el cumplí--¡ miento de su promesa, abnegado en el desempeño de su cargo, pero incurrió en otros pecados de egolatría y de idolatría, graves transgresiones inclusive la construcción del becerro de oro ai pie del Sinaí, y por eso Dios lo hizo morir en el monte Hor, er De “La Antorcha," Cúcuta, Colombia, S. A.