6 El Mensajero Juvenil El Mensajero Juvenil 7 suelo de Dios. Los que se acongojan por sus pecados, busquen la semilla que responda a sus necesidades: “El Dios nuestro será amplio en perdonar: “Al que a mí viene no le echo fuera;” “Cristo murió por los impíos.” Cada una de estas palabras es un grano de simiente celestial que contiene poder para vida eterna. Cuando brota, una de ellas es suficiente para traer frutos, los frutos de fe, paz y vida. Guardemos fielmente una de ellas en nuestro corazón y no podrá resultar otra cosa que de ella nazca la fe. En la simiente hay vida; la simiente de la palabra de Dios tiene un poder divino de vida. Tomemos entonces la simiente celestial, depositémosla en nuestro corazón y guardémosla allí. La simiente necesita tiempo para su desarrollo; se conserva por algún tiempo debajo de la tierra, pero llega el día en que brota. Continuemos día por día absorbiendo en el corazón la palabra de promesa y de gracia. El Dios verdadero y su palabra viva son la garantía de que nuestra experiencia será que “La fe viene por la palabra de Dios.” Sesión de Estudio Bíblico—Jesús Ministra a las Multitudes. (Léanse Mat. 14:13-21 y Juan 6:1-14) Abril 12, 1925. Repartiendo “El Atalaya” en la Peniten ciaría de Chihuahua. LECTURAS DIARIAS. Lun. Abr. 6. Ofrenda por la Culpa. Lev. 5*1-10. Clave: Ver. 6. H ^r. Abr. 7. Unción de Sacerdotes. Lev. 8:6-16. Clave: Ver. 30. Miér. Abr. 8. Expiación. Lev. 16:15-22. Clave: Ven 15. • Jue. Abr. 9. Leyes Justas. Lev. 19: 1-18. Clave: Ver. 2. Vier. Abr. 10. Sábados. Lev. 23: 1-21. Clave: Ver. 3. Sáb. Abr. 11. Año Sabático. Lev. 25: 1-17. Clave: Ver. 4. ------0-------- In troducción. Estamos más o menos familiarizados con la historia de esta lección. Sin embargo es bueno estudiar a Jesús al obrar este milagro el cual sin duda impresionó al pueblo hondamente, pues está narrado en los cuatro Evangelios. Podemos, por . tanto, llamarle un gran milagro— significando lo grande en su efecto sobre el pueblo. Por supuesto que para Jesús no era diferente a ningún otro, pues todos los milagros fueron obrados por su poder divino. 1. La Multitud en el Lado de la Montaña. Un escritor moderno describe la escena: “Fué en el lado más separado del Mar de Tiberias, una región la cual Cristo visitó raras veces y que es hoy un desierto. Una multitud había seguido al Señor al través del agua, con gran curiosidad. Lo que Cristo acababa de hacer y lo que haría en seguida volaba como una pregunta y una respuesta de boca en boca. La escena estuvo llena de movimiento. Se habían encontrado viejos amigos; los adherentes de Cristo estaban pidiendo que se le apoyara; y sus enemigos alegaban violentamente que él era un impostor. Se hacían gestos furiosos; las palabras llovían; los rostros brillaban; los ojos chispeaban; y los pies andaban de un lado a otro. Tal es el, cuadro que parece representarse asimismo ante nosotros en los primeros versículos del capítulo seis de Juan.” “Y viene luego un cambio. Es medio día o un poco después; los rayos del sol se hacen más cálidos y la debilidad se apodera de la ansiosa multitud. La necesidad del reposo vence la vehemencia de la acción, y de en medio del tumulto viene la voz pacífica de Jesús diciendo a sus discípulos que están más próximos a él: ‘Hacedlos sentar en ranchos de cincuenta en cincuenta.’ Y los discípulos pasan aquí y allí por entre la multitud haciendo la voluntad del Maestro hasta que cinco mil hombres están sentados en el zacate.” Jesús nunca se impacientaba por la vehemencia, pero sí por la indiferencia. Su compasión nunca falta. Notamos que él “tenía compasión de ellos porque eran como ovejas sin pastor (Marcos) y les hablaba del reino de Dios” (Lucas). 2. La Enseñanza y el Sanamiento Van Juntos. Lucas menciona a los “que tenían necesidad de cura” (Luc. 9:11). Los grandes caminos que venían del norte a Jerusalem estaban completamente llenos de peregrinos que iban a la Pascua y que tenían tiempo de detenerse para ver y oír a Jesús. Iban también a Jerusalem peregrinos de todas partes de Galilea, quienes habían salido de sus casas y de sus negocios y que tenían tiempo para desviarse del camino con el objeto de ver y oír a aquel cuya fama se había extendido por toda la región. Trajeron consigo a los enfermos, cojos y ciegos que podían ser llevados o dirigidos de alguna manera—una obra de misericordia y de fe. Buscaban a Jesús porque vieron sus milagros.