61 El Faro Dominical El Triunfo de la Fe. l^i mujer oyó las palabras del Señor v sin tratar de obligar su voluntad poi aigún otro medio áspero e irrazonable, conviene con él en que lo que d.ce puede ser así. Sin embargo dice: Asi es, Señor, ñero los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores O de otro modo: Así es. Señor, pero (lame de las sobras o migajas de las bendiciones de los judíos; si Señor, dame esas sobras para mi hija que tanto las necesita. Alabando Jesús la grande fe de aquella mujer, le concedió lo que pedia y su hija fué sana desde aquella hora. ¡Cuán regocijada estaría aquella piadosa mujer, y qué gratitud tan grande no sentiría para con su bendito benefactor! La fe ha obrado milagros en to dos los tiempos, y lo mismo puede suceder ahora, si sólo llegáramos a tener fe como un grano de mostaza. Jesús el Médico Divino. Ha habido en el mundo muchos impostores que han pretendido sanar milagrosamente, y también ha habido mucha gente incauta que los ha seguido, 'i 1» que es más, muchos de los llamados cristianos han llegado a ser engañados y des-lumbrados por estos curanderos o curan deras milagrosos. Sin embargo, ninguno de estos curanderos ha prevalecido, por que tarde o temprano, se descubre que sólo eran engañadores de la gente sencilla y crédula. Y muchos de estos milagros, casi en su mayor parte, son propagados por pláticas de gentes que dicen haberlos presenciado ellos mismo, aunque en efecto jamás los hayan visto. Pero tratándose de nuestro Señor Jesucristo, la misma Santa Escritura da testimonio de «us curaciones maravi lo^ „ ina nup solo usaba la expresiun enfermedades. Pero la .í>n^r"eddao<}ie^ «hont.. nf-cr1«, humanidad, no ts (.nfermedad del ü -'h. -í; pecado. Cristo salva también del pecado v, en efecto, esta es su celestial misión v para eso vino, para que todos tengan vida eterna y para que la tengan en grande abundancia. Admiración de la. Multitude.. A nesar de que he vivido en comarcas por donde han pasado curanderos modernos, sin embargo jamas he visto a una persona que antes haya estaño . riamente enferma y que después es < -ana por virtud del poder curativo de ■ilíruno de estos curanderos. En camli . la multitud que rodeaba a nuestro Senoi veía consus1 propios ojos las curaciones d<. Jesús. Oían hablar a los mud.-a quienes el Señor había restituido la voz veían a los mancos sanos, a los