toleré» por loe perdido», el equilibrio ee-pírituel, el hambre eepiritual, la compa-eidn. la puma y la apacibilldad. Cada una de esta» caracterteticas tiene »u recompensa: Grieto estará en el corasón, le •erá dada la tierra prometida, eetar* más cerca de Dioe, tendrá compasión, su co-raeón será saciado, verá a Dios, y ser'» llamado Hijo de Dio». Oreción: Señor nuestro, dáno» pax y felicidad. Ayúdenos a seguir los caminos que tú nos has indicado, por los cuales podemos andai felizmente. Amén. M. 15 de enero. • Oísteis". Mateo 5:21-26. La adoración aceptable a Dios depende de nuestra relación con otros. Si vamos al culto habiendo ofendido a nuestro hermano. nuestras oraciones, nuestras ofrendas y nuestro canto no serán aceptables, ni loe oirá Dios. Es preciso primero que no» reconciliemos con nuestro hermano Tampoco puede Dios >irnos si hemos pecado contra él. pero sí nos oirá si le pedimos perdón. Estas son las razones por las cuales Dios no acepta nuestro culto. La reconciliación es aún de superior valor que el culto público. El culto público es un medio de descubrir y quitar este mal sentimiento. Es el deber de los hermanos reconciliarse inmediatamente con aquellos con quienes han reñido. Es inútil tratar de adorar a Dios sin primero hacer todo lo posible por congeniar con lo» demás. Oración. Señor nuestro, te damos gracias por tu enseñanza. Ayúdenos a vivir bien con los demás, no obstante su religión. raza o color. Amén M. 16 de enero: Amad a vuestros enemigos, Mateo 5:43-48. La enemistad puede sei de mayor utilidad que las cortesías de un amigo; pues aquella es de menor peligro que un adulador. A menudo los enemigos que se reconcilian resultan ser los mejores amigos. El poder amar a nuestros enemigos muestra la excelencia de la religión cristiana. ¿Cuántas veces hemos orado por nuestros enemigos, especialmente por los que nos odian? Dios es amor; él ama a todo». Nadie puede amar a Dios si no tiene amor a los hombres. El amor se extiende a los hombres no según su justicia, sino según sus necesidades. El amor cristiano es un amor que regenera. Oración: Padre nuestro, tú nos has dado el ejemplo. Tu Espíritu Santo puede ayudarnos a resolver las dificultades de la vida. Ayúdenos a amar a nuestros enemigos. Amén. J. 17 de enero: Cuando ora», Mateo 6: 5-14. Hay cuatro coaas que no» instan a orar: el mandato de Dio», nuestro pecado, nuestra naturales» débil, y la sutilesa del ene migo. Jesús no» manda que oremo» en ae-creto. La prueba de lo que es el hombre se puede ver cuando e»tá solo con Dioe. Va a "su cámara" a fin de orar en secreto; se aparta de las cosas ajenas. A Dios le guste oír todo lo que le decimos; él nunca rehúsa oímos, y nunca divulga un secreto. La oración es indispensable para la salud del alma. La soledad promueve meditación y escrutinio del corazón. Favorece la confesión de los pecado» individuales. La repetición de la oración que Jesús enseñó a sus discípulo», ya sea hecha en privado o en público, no es orar. La oración verdadera nace del corazón. Vana es la repetición del Padre Nuestro si lo hacemos como un castigo. Oración: Señor, enséñenos a orar. Amén. V. 18 de enero: No os congojéis: Mateo 6:25-34. El cristiano debe vivir con su confianza puesta en Dios. Esta dependencia de Dio» es nuestra felicidad, nuestra utUidad, nuestra fuerza y nuestra seguridad. Si éste fuese el principio de nuestros corazones podríamos ejercer enérgicamente nuestra fe en Dios. El secreto de terminar nuestro trabajo es completar el trabajo de hoy y no preocupamos por el trabajo de mañana. Se condena la preocupación excesiva, pues Dios sabe lo que nos hace falte. La ansiedad pervierte el futuro; no hace ningún bien. La mente obra mejor cuando trabaja agradablemente. Dios se manifieste en la naturaleza, y nosotros somos de más valor que las flores y lo» pájaros. Oración: Padre celestial, es tan difícil no acongojarnos cuando vienen los problemas. Háznos ser conscientes de que tú estarás con nosotros y que nos cuidará». Concédenos más fe para hacer bien el trabajo de hoy. dejando en tus manos el de mañana. Amén. 8. 19 de enero: No juzguéis. Mateo 7:1-5. Aquí Jesús se estaba refiriendo a la conducta de ciertos individuos que no son dignos de imponerse como nuestros jueces. cuando ellos mismos pueden ser culpables de cosas aún peores. Dioe se reserva el derecho de juzgar, pues comprende los motivos, la capacidad y el estado mental de las personas. No debemos juzgar a otros imprudentemente. sino que debemos estar listo» para ayudar a otros a vencer sus defec- II HOGAR CRISTIANO 21