EC ECO 3 Kotas ❖^xoxHíxoxSkoxm ■XOXHXOXHXOX®*- (Ébtfortales_ ■x®xexox™xoxB* CON ÉL... • • • • téY tú serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío". . . . • I Samuel 20:18. |ífN|O PRETENDEMOS ha-IIq^I cer el panegírico del Patriarca de nuestra Iglesia Mexicana en Texas, en estas cortas notas editoriales; solo resignados con la voluntad de Dios, consagramos este póstu-mo tributo a su memoria, y como un voto de sincera simpatía y profunda condolencia, lo dedicamos humildemente a nuestra iglesia en Waco, la que él pastoreó por más de 15 años. De igual manera lo dedicamos al Presbiterio México-Texano, al transferir de sus listas a las del cielo, al más antiguo de sus Obreros. Estoico y sereno en las luchas de la vida, supo valorizar tos—sufrimientos—ajenos, y cuando pudo, siempre estuvo al lado de los débiles para ayudarlos en sus cuitas. Las hondas penas en su vida de febricitante áetívidad, agotaron en sus últimos años su energía y atrofiaron su cerebro. No podemos resistir el impulso de publicar un fragmento de una carta que se le dirigió por uno de sus amigos, después de la más grande tormenta de su vida: cuando oficialmente quedó separado de su familia y a la vez despedi- do de su Presbiterio para ir a nuevos campos a sembrar entre espinas y abrojos la Buena Simiente entre el pueblo Mexicano, del Norte del Estado. La carta dice así: “ ...Proscrito de nuestro trabajo, de su hogar y su familia; pero Dios permita que jamás lo sea de su gracia! Grande sería mi placer el ver que el heroe de a-yer, caído por quien sabe que serie de fatalidades, volviera alguna vez a la dulce paz de los patrios lares en el seno de a-quella gran familia de cristianos que ayer abandonó impelido por el huracán de una tormenta inesperada.”...... Esto último se cumplió en su mayor porte:—— La firmeza y tenacidad en sostener sus ideas le acarreó no pocas veces problemas de difícil solución. En sus últimos años y especialmente en sus postreros días resintió el peso de una carga que infructuosamente llevó por largos años. Ahora, su asiento está vacío en la,mesa de las labores que aun nos restan. Le echaremos de menos, pues después de todo, ninguno de nosotros dejamos de quererlo. Amó a nuestro pueblo hasta el postrer momento y esperamos que nuestro pueblo sepa corresponder a ese cariño, como se debe. Que su nombre viva entre nosotros recordado con cariño y su obra nos inspire a ser fieles a nuestro Salvador y a nuestra iglesia, como él lo fué. Respetamos hasta donde debemos la determinación de quien así lo ordenó, respecto al lugar donde descansan sus restos mortales; pero ¿no hubiera sido San Marcos, que es el centro de nuestro campo donde él comenzó su ministerio e hizo su primer centro de operaciones evangélicas y siendo esta iglesia en la que por última vez estuvo en un sérvT-cio religioso, con motivo de sus Bodas de Oro, el lugar de su cripta? ¿Allí donde están los descendientes de aquellos de quien el podía haber dicho como Cristo, que formaban su familia, por hacer la voluntad de su Padre celestial? , Allí podríamos con más frecuencia visitar su tumba y sus restos dormirían su postrer sueño allí donde algún día ha de levantarse un Templo Memorial a su gran Obra.