i n d iteren tel-^d i- á I alh también, le daré un endo la ciudad echando afa noso en su saco enorme in- u chas de las cuales hubiera le al diablo abandonadas. Tu el coro de El Abanico era jocoso dor con líente Abelardo se lanza sobre Ju- ni á mi me sirves. E. García Ladevesse EL CORO EL ABAN Cu. men lo en él. ochado en favor ni en contra de contesto eí mtérro amor ni odio ta. olas el saco. la ni le rentaba no atreverse cion no se cuantos millones de Si un dia se me ocurriese Se encontró el diablo t la cuenta. Dios los conoce se lleva uno tiendo á un II II II bree más diabluras que to trati.sta Si-nmr-z, al consejal dós los agentes infernales. Juan Chanchullo y hasta venir al mundo disfrazado, vendría disfrazado de coque después con un hipócrita enteras fingiendo la que prestaba el óinyro al car se dan al diablo garantía y se pasaba horas eres un gran proveedor del exaZtada dovoción que ha cía una vida crapulosa y luego, ante las gentes, apa- vantar la mirada del suelo. Al saco! ¡Al saco! dijo el diablo á carcajadas. Como éste llevo ya un por ! ¡Abunda tanto en el mundo la hipocresía! Yo hipócritas ván entrando en tan bien que me los deja to dos...Ni por equivocación /Es lásti- ma que alguno de ellos no consioa colocarse en el cíe lo de vez en cuando! Pero ¡nada! ni uno solo ha podido meter alh la cabe- za. /Con todos tengo que cargar yo! * Y tras el hipócrita, fué el diablo encontrando y me- n sn saco a un me- ¡Jico ignorante, á un juez prevaricador, á un cajero m fiel, á un político tornadizo, crítico envidióse, á un hablador maldiciente, a un curialillo rapáz, al ban quero trapisondista, al con vado. un mal violinista cayo en el saco del diablo, oyéndo le á este decir: ¡Al saco! Tu tenias que ser n io. Cuando te oyen to infierno, tienes que venir buen sitio oor los servirnos que te debo. ger una cosa tan inútil. Y el diablo siguió recorrí' conmensurable gente, De C. Mier, Mexico, re mos creído qu^no iban á ser Cuando ya no veía por ninguna parte nada que re de buenas intenciones que había en una plaza desier- Detúvose junto al monton y vacilando un instante, armuró con desdén: - ¡Buenas intenciones! ¡La verdad es que por si vaZen bien poco! De ellas esíá empedrado el infierno. En fin. las llevaremos, ya que hay sitio para todo en Después de cargar con ellas em* y ai aobtar as próxima esquina, so encon tró con un hombre cuya condición na acababa de reconocer, pues no era un borracho, ni un malvado, ni un hipócrita, ni un ladrón un agiotista ni un maldiciente claro está que tampoco era bueno, puesto oue Dios no se lo había lie ¿Q.ien eres? le preguntó e’ dia blo, abriendoya el ¿acó par Yo no he sido nunca amijo ni enemigo de nadie; no hecho j ás á nadie malo, ni bueno; nojie nadie; no quité ni di á nadie ja^ as cosa alguna;- no sentí nunca ¡Bahl ¡Eres un jo el diablo entonces volviendo la espalda. Ni a Dios le das servido Y hecho andar, sin querer reco cibimos el siguiente articulo para su publicación. y algunos periodistas tan discantes de conocer la justicia y ¡a verda i que al color verde nombran azul y al azul lojo escarlata, y si nó ia prueba está á la vista, que lo diga Servio, diligentísimo activísimo y honorabilísimo colaborador de “El Observador” que me le indilga á un 8 . ñor Sánchez de é-da Ciudad una ensarta de calumnias, sin de oírle ni ¡agua va! nada mas por la sencilla razón que Sánchez dij que picante y no adecuado á las niñas ue la escuela; dicele Servio que jo coso es ridiculo ¡ja! /ja/ /ja/ /Que talento/ Está de amarrar el tal Servio y aguardar un Hernán Uortez o un rizaaru para su con- quista. No cabe duda que uE¡ Observa tan unas plumas como la de Servio ha de tener muchos subscriptores, y sobre todo popu-. iaridad. Otra pinina Abelardo va lieta como perro á bofe y que chas co se llevó el Angelito corto de