:"382 i,a voz tud de hombres y mugeres á la Iglesia que hacia; pero los reglamentos, los consejos, la conducta ejemplar con que dos mismos Apóstoles, llenos del espíritu de Diosj consolidaban lá grande obra, era como las ropas ó vestidos con -que ellpa enjae^aban ó adornaban A las reuniones.de hombres que habían arrebátadoíal rúundo, disponiéndolas de suerte que J^esus se viese en cierto' modo óbligado por ellos á sentarse encima, esto es, A-presidirlas y á cumplirlas Ala letra lo que el mismo Señor habia ofrecido que estaría en medio de aquellps que se congregasen en su nombre. He ahí lájínteligencia de esas 'palabras y.le hicieron a él sentarse encima. Por ventura.¿no era bien digna de ser trono de Dios aquella Iglesia primitiva de Jerusalény én ;que Ja -gracia de Dios, la fé de Jesucristo y la doctrina de los Apóstoles, habían hecho que millares de hombres no tuviesen mas que un corazón y un alma, y en la que los ricos depositaban sus bienes, para que partidos con los pobres se realizase aquella igualdad, que tanto cacarean algunos y que siempre será una quimera fuera de la Religion católica? ¿Nó lo ha sido en nuestros dias esa Iglesia del Paraguay donde la Religion del Salvador dió el espectáculo de una nación encantadora por sus virtudes, su desaproprio, su libertad, su igualdad, no poética ni íilosófica, sino real y verdadera? ¿No lo están siendo en la actualidad esas reuniones de fieras que los Apóstoles del siglo XIX, convierten con su predicación y doctrina en hombres, en los bosques del Carjudá, en la Oceania y. éií Ja -Polinesia? Jumentos eran todos aquellos salvages que él Señor llamó A sí y la predicación de los Apóstoles trajo á sú conocimiento; la doctrina de éstos ha ido civilizando su barbarie; y haciendo brotar de ellos mil virtudes cristianas ya individuales, ya sociales, ha formado de ellos y sigue formando Iglesias sobre que Jesus se sienta triunfante y lleno de gloria.. Los antropófagos que antes salían á espiar los hombres para matarlos v devorarlos, no solo se abstienen ya de carne humana, sino que saben ayunar mortificándose por amor de Jesucristo; aquellos para quienes la venganza era un principio y la suprema cualidad, saben ya perdonar las injurias: los isleños inhospitalarios cuyo rabioso iuroy esperimentaron tantas veces los intrépidos marinos que surcaron sus borrascosas playas, conocen ya la caridad.... Y ¿qué dicen al ver ésta mudanza esos frívolos razonadores, esos hombres á quienes el odio á la verdad tiene cual estatuas de hielo? ¿Qué disculpa pue-- denalegar para no reconocer en ella la divinidad del catolicismo y de su Autor?. Dirán..™ pero dirán blasfemias que no estamos, en el caso de oir, porque un óido algo fino percibe ya el rumor de las alabanzas que el mundo entero, -desengañado de los errores y de los sofismas .del filosofismo y de las sectas, tributará dentro de poco al adorable Redentor de los hombres. Los sábios por segunda vez verificarán sin escepcioti lo que los judíos hicieron en figura, cuando, según nos dice el Evangelio: Y una gran turba tendieron sus vestidos en el camino. Así copio hasta aquí no ha habido ciencia, no ha habido arte que ho sie haya conjurado contra el Señor y contra su Cristo; así dentro de poco ño habrá hombre ilustrado que no haga servir.sus conocimientos á la gloria de Dios y á la alabanzade su Hijo. Tenderán sus vestidos, esto es, someterán sus- conocimientos y ciencia á.la fé que sola puede rectificarlos y hacerlos valer en él camino de.esta vida, que es el de nuestra peregrinación al cielo. Pero los otros calan ramos de los árboles y los tendianen el suelo. Con los sábios se unirán los poderosos, que: desprendiéndose del folla-ge de la vanidad, designado - en los ramos de los árboles, y quedándose con