164 REVISTA EVANGELICA Marzo Para los Predicadores Pastores -----o------ Trasladamos los siguientes conceptos de uno de nuestros colegas de los Estados Unidos: Será un buen pastor el que consagre todo su ser a conocer, alimentar, guardar y dirigir a sus ovejas. Un sér que se esfuerce para mantener y alentar la vida de la iglesia, para qué por todos los medios posibles vengan nuevas almas al conocimiento del bien. Un sér que por el continuo estudio de las Sagradas Escrituras. pueda sacer a luz nuevas joyas de sus inextinguibles tesoros cada dia. Que no se deje llevar por doctrinas extrañas, sino que enseñe siempre la sana doctrina, y amoneste a todos a implorar la gracia del Señor, para llegar a ser hijos adoptivos de Dios por Jesucristo; y a que crezcan diariamente en gracia y sabiduría delante de Dios y de los hombres. El verdadero pastor debe ser un hombre cuyas oraciones y esfuerzos en pro del reino de Dios sean como los de Cristo. Ha de sentir que su consagración al trabajo del Señor, es la obra del Espíritu Santo, del que humildemente depende y del que busca consejo y poder. Su fuerza de voluntad sobre sí mismo ha de ser tal, que obligue a los demás a reconocer el gran poder que Cristo puede ejercer sobre el hombre. Su influencia cada dia, debe impresionar de tal modo a las almas que le rodean, que éstas sientan una verdadera hambre y sed de Justicia. Sus sacrificios por el bien de otros deben revelar al mismo Jesús con toda su ternura y simpatía; de este modo el corazón del oyente no podrá menos que amar a Aquel que se entregó a si mismo por él. Sus exhortaciones harán reconocer a sus hermanos, que a ellos también les toca estar en los negocios de su Padre. Su espíritu de reverencia acentuará, tanto en el corazón del joven como en el del viejo, el verdadero alcance de las palabras: “sed santo porque Yo soy santo.” Su vida, dedicada a la oración, obligará a decir a los hombres: “Este es de los que han estado con Jesús.” De este modo convertirá las reuniones de oración en una bendición continua y, exponiendo lo que la oración puede llegar a ser, creará en las almas el deseo de hacer con fervor esta petición: “Señor, en-séñanos a orar." Y para concluir, el único fin de su predicación será exaltar a Jesús de tal modo que los oyentes sientan deseo de ser traídos y aun arrastrados hacia El—La Luz.