/ X hasta el último momento •jfcese a los nutridos ataques ¿V la prenso capitalina. Yo cjreo que el historiador se guió por aquí por la noticio falsa de un periódico de la época y no se tomó la molestia de comprobarla. —Bueno, los periódicos. Y las obras de historia, supongo, también te han guiado. —Sí, las historias. Pero espera. Me he guiado por los periódicos de la capital pero también por los periódicos de cada localidad. No en todas partes hay buenas hemerotecas. También en el ramo de historia he procurado consultar las obras de autores locales. A veces me han decepcionado. En Pueblo un cronista local afirma que el Dr. Gonzalo Bautista O'Farrill cayó por una matanza que hubo en febrero; y allí me tienes rastreando la noticia por la prensa de todo febrero, y luego por marzo, y enseguida por abril, y nada; resulta ¡que los acontecimientos se producen el primerc de moyo. Es increíble un error así, y más cuando el primero de mayo es una fecha que es fácil memori-zar.... Otra fuente de información a la que he acudido es el testimonio verbal, pero siempre lo he visto con desconfianza. No lo creerás pero aunque hayan pasado veinte o treinta años de un problema poltico, los protagonistas todavía conservan la pasión, el coraje y los prejuicios que en su tiempo los cegaron. La casualidad me ha llevado hasta buenos informadores; en Mérida, donde comencé la investigación, el primer día me encontré a un abogado, amigo de los tiempos 'en que trabajábamos ambos en Gobernación. Estaba en la hemeroteca del Estado. ¿Y quin crees que era el director de la hemeroteca? Su padre, que además había sido diputado local y presidente municipal de Mérida, había sido testigo de la caída de dos gobernadores y, aunque hombre mayor, posee una memoria estupenda. También conocí e hice amistad con un periodista michoacano a quien tocó, en sus tiempos de estudiante, participar en el movimiento para derribar al gobernador Mendoza. En Oaxaca hice contacto con un historiador, sobrino de uno de los gobernadores sustitutos de quien me ocupo. - j En fin.... —¿No entrevistaste gobernadores caídos? -r-£n apariencia, hubiera Sido lo | ideal. Pero quizá sean los menos imparciales respecto de sus propios casos. Pienso enviar un ejemplar de mi libro a cada uno .de los derrocados que aún viven, con el ruego de que me haga saber sus puntos de vista por escrito, serenamente. Mira, como esta entrevista se publicará en Sonora, les interesará saber qué encontré casualmente a Carlos Armando Biébrich, cuando mi libro estaba ya en prensa. Hicimos una cita. Y me hizo el favor de darme sus puntos de vista, al mismo tiempo que yo le envié copia de lo que voy a publicar. Todo lo que me contó coincide con el contenido del libro de Jesús Bloncornelas, es decir, no me di jó nada nuevo. Ni volvió a hablarme para decirme qué pensaba de las copias que le envié. LOS CASOS ESPECIALES —¿Encontraste algún caso muy especial entre los 67 gobernadores caídos? —De los 67 casos.... ¡los 67 son especiales! Imagínate en los zapatos de cada gobernador, el día de su caída. Hombres generalmente soberbios, amos de su ínsula, señores que oprimen un timbre y ponen a temblor a los guaruras, tipos que meten la pata y se les aplaude, que tienen a su mando policías y a su disposición millonadas, y que de la qpche a la mañana se derrumban, se desmoronan, pasan a ser nada. Es un espectáculo morboso e impresionante. Lo malo es que los demás no aprenden. —Es bonito lo que dices. Pero un caso especial entre los especiales.... Se ríe Moneada de mi necedad. —Lo que tú quieres es que no se quede esta respuesta en blanco. Mira, no exagero al decir que los 67 son especiales. Pero, claro, tengo mis preferidos: el general Marcelino García Barragán, de Jalisco, por ejemplo, que renunció porque la Cámara de Diputados local, con el apoyo de la Federación, reformó la Constitución para que González Gallo, que había sido elegido gobernador para cuatro años, pudiera estar en el poder seis años. Y luego, el caso estremecedor de Hugo Pedro González, gobernador de Tamaulipas, que mandó asesinar en un cuarto de hotel, cuando se hallaba en la más completa indefensión, al periodista Joaquín Villasana, de Tampico. El sonorense piensa, reúne sus ideas, y agrega: —Los casos que yo llamo especiales forman la segunda parte de la obra. Allí hago notar que no me ocupo de los gobernadores que solieron del poder para ocupar posiciones más importantes en la Federación, por que en política no se aprende nada de los triunfadores. Ellos no hablan. Se guardan el secreto de sus éxitos. Pero además de los que cayeron por artimañas políticas y de los que fueron promovidos, hay otros: algunos murieron en el poder, dos de ellos asesinados, tres en accidentes aéreos; hubo uno que se suicidó, en Colima, siendo gobernador electo. El periodista Raúl Prieto ("Nikito Nioonqo") de UNOMASUNO afirma que el saliente lo mandó matar. Y hubo cuatro casos de gobernadores "renunciados" por sus diputados lo cales que lograron recuperar el mando. En fin, está el caso del queretano Osor-nio, que te mencioné antes, y que terminó su período, pero fue tan criminal que la dedico un capítulo para dejar constancia de su conducta delincuente. ara "v . ” <;■ UN LARGO RECORRIDO POR LA REPUBLICA —¿Cuántos estados visitasteis para realizar la investigación? —Todos. Excepto en Campeche, y por su juventud como estados: Quintana Roo y las dos Baja Californias, en todos ha habido caídas de gobernadores. —¿Cuál fue tu itinerario? —Hice tres grandes salidas, y varias oequeñas. La primera fue hasta Mérida, con escalas en Veracruz y V:llo'-ermosa. Iba en automóvil. Me regresé por Tux- TIEMPO DE B. C., Y SONORA PAGINA 13 tla Gutiérrez, Chiaoas y Oaxaca. La segunda salida la hice a los estados del norte: San Luis Potosí,** Durango, Coahuila, Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León, Zacatecas, Aguascalientes. La tercera, a la costa del Pacífico, pasando por Mi-choacán, Colima, Jalisco, Nayarit, Sinaloa y Sonora. Las salidas breves fueron a estados cercanos a la capital: Morelos, Tlaxcala, Queretaro, Guerrero, México; iba y regresaba la noche del mismo día, aunque tuve que hacer varios viajes a cada pafte. Wltfli 36 08I8S1ÍIÍÍ