Con el Mundo Infantil a ¿i /= El Arrepentimiento de Juanita Teresa O. de Zazucta La predisposición triste del ánimo cubre a veces con velo de luto hasta los objetos alegres y presiente desgracias en lo que es motivo de alegría para otros. Era un domingo por la mañana, alegre y lleno de sol: pero a Juanito, el protagonista de nuestra historia, le parecía el más tenebroso de los nueve años de su vida. Se encontraba sentado en una piedra a corta distancia de lo que hasta entonces él había llamado su casa. Juanito habia llegado del panteón con unos buenos vecinos que sepultaron los restos de la madre de él. la cual había muerto la noche anterior después de penosa y larga enfermedad. El dueño de la casa advirtió al pequeño que inmediatamente debia salirse de allí, dejando en la casa todos los objetos que habian pertenecido a su mamá, porque ésta no habia pagado el alquiler durante su enfermedad. Como se comprende, el chico se encontraba en trance angustioso y con gran perplejidad y por esto ni se daba cuenta de la presencia de un caballero que junto con su esposa le preguntaban con insistencia el motivo de su grande tristeza. El niño les platicó todo y más: que nunca conoció a su padre, quien murió meses antes del nacimiento de Juanito. Los desconocidos mostraron gran simpatía: le hablaron amablemente y lo invitaron para ir al templo donde ellos adoraban a Dios, lo cual consideraban como un privilegio. Después le dijo el señor: Vendrás a nuestra casa, y serás desde hoy nuestro hijo adoptivo. A Juanito le pareció que veia los cielos abiertos, le pareció que aquellos personajes eran San José y la Virgen María, a quienes su madre lo habia encomendado antes de morir. Lleno de gozo, tomó la mano que la amable señora le tendia con cariño. Mientras caminaban hacia el templo, don José empezó a instruirlo acerca de la lección que correspondía a ese domingo y de las reglas y observancias cristianas establecidas para el culto y adoración a Dios. Cuando llegaron al templo, al niño todo le parecía extraño, pero agradable a su entendimiento. La música, los cantos de alabanza y la cariñosa acogida que recibió del grupo de niños en la clase bíblica, llenaron su alma de consuelo y esperanza y abrieron su corazón a esperar días llenos de abundancia y alegría. Al terminar la clase' dominical, don José lo presentó como su hijo adoptivo y todos sus compa- 16 ñeros le ofrecieron sinceramente su amistad. Ya de regreso al hogar, don José preguntó a Juanito si había aprovechado: cuál era su impresión acerca de sus estudios ese domingo. Juanito contestó: Nunca olvidaré lo que hoy aprendí acerca del cuidado paternal de Dios para nosotros: se encuentra en el Evangelio de Mateo, capitulo 6, versículos del 25 al 34; trataré de aprenderlos de memoria. Los esposos se admiraron del talento del chico. Se lavaron y se acercaron a la mesa, pues estaba ya servida la comida, y antes de tomar algo, el señor de la casa le habló a Juanito de la manera siguiente: Niño, ¿conoces tú el deber de dar gracias a Dios por los alimentos que nos da? — Si. señor, —contestó—. Mi madre y yo rezábamos muchas veces salves a la Virgen, y dábamos gracias después de comer. Repuso don José: —¿Qué no te parece justo dar las gracias al recibir el pan, y no después de haberlo comido? Jesús nuestro Salvador asi enseñó a sus discípulos. Todos ellos participaron con gran gusto del sabroso refrigerio; muy especialmente Juanito. que estaba ayunando desde el dia anterior, no por devoción sino por necesidad, como ustedes comprenderán. Al terminar, fueron a dar una vuelta al derredor de la casa. Entraron al establo donde vieron una vaca que producía leche fresca para la familia: en seguida lo llevaron a ver una hermosa cria de gallinas. De vuelta a casa el señor se dirigió al niño en estos términos: —Mañana tendrás que matricularte en la escuela: llevarás mi apellido, pues desde hoy. Rosa mi esposa será tu madre y yo. tu padre. Al volver de la escuela, darás de comer a la vaca, a las gallinas, y a la gatita: después de esto, regarás el jardín. —Esto lo explicó dando a) chico la llave de la bodega donde guardaba el grano y la alfalfa con los cuales alimentaba a las gallinas y a la vaca. A medida que Juanito recibía estas instrucciones y recomendaciones, se sentia otro: le parecía que soñaba, y asomaban lágrimas a sus ojos al acordarse de la penuria en que vivió y murió su pobre madre. Entraron de nuevo a la casa donde su madre adoptiva le mostró un dormitorio, cómodo, limpio y bonito; sobre una mesita estaba una pequeña Biblia con esta dedicatoria: "A nuestro hijo Juan. Para que estudie diariamente la Santa Palabra de Dios, aprenda a decir siempre la Verdad; a ser limpio de corazón y de obra; a ser honrado y guar- EL PROMOTOR DE dar los mandamientos de Dias. cueste lo que cueste. Viviendo asi. serás recompensado con felicidad y vida eterna.' Pasó un año. que a nuestro amiguito le parecía como un dia. asi se sentia de dichoso. Mas como la vida no está siempre exenta de pruebas, ni los ojos por inocentes que se conserven, sin llanto, aconteció que un dia cuando nuestro amigo regresaba de la escuela se halló tirada una caja de cigarros vacia. La levantó y al hacerlo, pensaba en el vicio de fumar, por el cual muchos sufren sin poder corregirse, a pesar de conocer sus funestos resultados y daño a la salud. Mientras Juanito asi discurría consigo mismo, descubrió que en el fondo de la cajetilla aún quedaba un cigarro completo y entero, a la vista del cual, sintió gran deseo de probar lo que se sentia fumando. Entretanto llegó a la casa: comió y después llevó la ración a la gatita que ya tenia cinco gatitos. en un blando nido que el niño le habia arreglado en una canasta vieja, cubriéndola de paja seca y ca-lentita. pues ya él amaba estos tiernos animalitos con solicitud cariñosa. Al sentarse para acariciarlos, sintió el maldito cigarrillo en la bolsa del pantalón y también la fuerte tentación de probarlo. Fue muy quedito a la cocina y a hurtadillas cogió cerillas: volvió a la bodega y, cerrando la puerta por dentro, se sentó en una paca de alfalfa y se puso a fumar. No bien habia comenzado cuando empezó a sentir mareo y dolor de cabeza y le dio sueño. No pudo sobreponerse a esta debilidad producida por la nicotina, veneno del tabaco, y se quedó profundamente dormido. Juanito soñó que habia llegado al infierno y que el lugar estaba tan caliente que no podia soportar. Al buscar un refugio, se encontró con su madre que alarmada le preguntó: —¿Cómo has venido aquí? Tu padre allí está —le dijo, señalando una silueta negra como el carbón—; vino a este lugar porque andaba tras de los placeres del mundo. En vez de arrepentirse y pedir perdón a Dios por medio de Jesucristo, único Mediador y Salvador, iba y se confesaba con un sacerdote de la religión romana, creyendo que esto le salvaría, y asi le sorprendió la muerte. Yo he venido aquí por ser idólatra. Serví y adoré la criatura, en vez de adorar al Creador, que es bendito por todos los siglos: creí que la Virgen María podría asumir la redentora misión del Hijo de Dios, por ser ella su madre según la carne. En semejante error tuve que comparecer ante el Supremo Tribunal de Dios, donde oi la terrible sentencia, junto con otras almas: "Id. malditos, al fuego eterno . .." Mas tú, hijo, ¿por qué has venido aqui? Juanito. lleno de terror y confusión^ gritó fuertemente y despertó sudando a chorros. En un instante (Viene de la página 9) LA BIBLIOTECA DE LA IGLESIA más indicada para aconsejar es el pastor de la iglesia. En ninguna biblioteca de iglesia debe faltar una Sección Infantil para la cual disponemos de algunas novelitas populares y de obritas de iniciación religiosa como las de los Sres. Varetto y Canclini de Buenos Aires. Los instructores de los diversos departamentos de la escuela dominical deberian acompañar con frecuencia a los niños de sus clases EDUCACION CRISTIANA se dió cuenta de la peligrosa situación en que se encontraba. Al quedarse dormido, el cigarrillo se desprendió de sus labios y encendió la paja produciendo lentamente un imponente incendio. El humo y olor a quemazón habia llamado la atención de sus benefactores que inmediatamente localizaron el punto en donde estaba el fuego, pero al encontrar la puerta infranqueable, llamaron pidiendo auxilio a la oficina de bomberos. Entretanto. el valiente niño, medio asfixiado y andando entre las llamas, alcanzó la puerta y la abrió, llevando apretados junto su pecho a los gatitos ya medio chamuscados como él. Nuestro héroe fue internado en el hospital con graves quemaduras y al dia siguiente la enfermera informó a los padres de éste, que tenia fiebre muy alta y que deliraba con lamentos tan tristes como una oración. — Debe haber una dolorosa tragedia en la vida de este muchacho —decia la enfermera—, porque llora, pide perdón y ruega a Dios como si lo estuviera viendo: "Hazme bueno y agradecido: ¡si me permites vivir más tiempo, que sea para servirte! (¿ Saben ustedes, mis lectorcitos. lo que sucedía a Juanito? La obsesión o pesadilla que tanto lo atormentaba tenia su origen en las horas que el niño habia pasado meditando acerca de la suerte que tocaría a sus padres por haber vivido en completa ignorancia del plan de salvación provisto de manera tan misericordiosa por Dios en la dádiva de su Hijo divino y bendito en propiciación por nuestros pecados. Por otra parte, sentia Juanito profundo remordimiento por haber pagado con ingratitud, la protección que Dios le habia concedido, dándole un nuevo hogar, padres bondadosos, iglesia donde adorar a Dios, hermanos cristianos, y, sobre todo, el conocimiento de su Palabra). El doctor declaró al fin que Juanito sufria más bien moralrr mte. para lo cual las medicinas son vanas o inútiles. Su estado de tristeza podría ser mitigado con tratamiento de amorosa solicitud: palabras de consuelo, de alegría, bálsamo espiritual a su alma llena de temor y dudas. Sus padres adoptivos tomaron el consejo y desde ese dia no se apartaron de la cama del enfermo, prodigándole toda clase de atenciones y también orando a Dios con él. La respuesta divina no tardó: otra vez Juanito experimentó el gozo de sentirse perdonado y la convalcscencia fue tan rápida que una semana más tarde estaba de vuelta en su querido hogar sin ninguna cicatriz en las partes visibles de su cuerpo, solamente en la parte posterior de su mano derecha. Esto le recordaría siempre el deber de vivir para Dios y servir a sus semejantes. También los cinco gatitos se recobraron pronto: diariamente comían de las manos de Juanito y también les salió nuevo pelo. respectivas a la biblioteca para proveerles de los libros adecuados, ya que nadie conoce mejor la mentalidad religiosa del niño que su instructor de escuela dominical. Los adolescentes son por lo general grandes lectores, y el mayor bien que puede hacerse es sustituir las lecturas truculentas e insulsas de los folletines populares por libros y revistas de verdadero valor espiritual y pedagógico. La biblioteca es el arsenal de la iglesia y como a tal debe ser usada, por todos los miembros que desean adelantar en conocimientos espirituales y ganar almas para Cristo. 17