egen eraci on Periódico Independiente de combate. Le libertad de Imprenta no tiene más límites que el respeto á la vida privada, la moral y á la paz pública.—Art. 7 0 de la Constitución. Director: RICARDO FLORES MAGON. Cuando la Repúb.l^' pronuncie su voz soberana, será forzoso someterse 6 dimitir.—GA MBETTA. Jefe de Redacción: OFICINA*! 505 W. Nueva Street.-----------1». O. Box, lljj.-Old. Phone 383-3. AÑO I.?—2 a EPOCA. SAN ANTONIO, TEX. E. U. A.—Noviembre 26 de 1904 Admlnistrador: Enrique Flores Magon TOMO III.-N? 4 No se humilló ante el Dictador I e ™ i • -■ - ■ - . • de despojar a sus actos de ese ropa- , yes, á quien se absolvió cuando ya podrá frotarse los manos excla- El Estado de Nuevo León está de duelo por la muerte del Sr. Lie. Don Genaro Garza García, acaecida el 14 del corriente en Villa de García. El Sr. Garza García fué uno de esos hombres que al despedirse de la vida, son capaces de hacer latir con más fuerza los corazones, y de hacer que se humedezcan los ojos de aquellos que ven con tristeza, cómo se fortalece el medio servil con la desaparición de los hombres honrados. Don Genaro Garza García fué’ uno de los mejores gobernadores de Nuevo León, y era Gobernador del Estado en 1885, cuando Bernardo Reyes unido al Gral.* Lázaro Garza Ayala y apopados ambos por el Grab Díaz, logró que el Senado declarase en estado de sitio á Nuevo León, para encumbrar á Garza Aya-la y apoderarse después él del Gobierno en el que lo hemos visto, sangriento y colérico, presidir el infortunio y la ruina del noble Estado fronterizo. En virtud del decreto del Senado, | . él Sr. Garza García fué desconocí- I < do como Gobernador por Bernardo . Reyes. El Sr. Garza García recia- । mó con energía sus derechos al Go- j bierno de Nuevo León; pero el mi-| < litarismo no reconoce derechos, ni sabe que exista ley alguna que no sea la ciega y caprichosa que produce la fuerza de las armas. Desde entonces, el Sr. Garza García vivió retirado de la esfera oficial. Su honradez no podía ad-mitir transacciones con un Gobier-1 tíbulos y las cárceles habrían man-no como el de Bernardo Reyes al que consideraba ilegítimo, ni con el Gobierno del Gral. Díaz al que consideraba infiel al programa revolucionario de Tuxtepec. Como hombre honrado el Sr. Garza García no quiso aceptar del Gral. Díaz empleo de ninguna clase. No quería ni saber que había un hombre llamado Porfirio Díaz; y । cuando éste, siguiente su sistema । de engaño le escribía cartas empa-1 lagosas tratando de atraerse al digno ciudadano, Don Genaro devol-1 vía las caitas á su origen sin leer-1 las, pero ni siquiera abrirlas, ¡tau grande así era el asco que el emi-, nente ciudadano sentía por lo que es detlealtad, por lo que es infiden-cia política! Don Genaro vivió diecinueve años en su retiro de Villa de García, desde donde pudo ver con tristeza la agonía del civismo en Nuevo León. ¡Cuántas veces el digno ciudadano reclamó la ayuda del pueblo para oponerse al de>poti>mo de Bernardo Reyes, y cuántas veces también pudo comprobar que estaba solo! El pueblo de Nuevo León admiraba al grande hombre; pero retrocedía ante el alfange ensangrentado de Reyes. Entre el Patricio y el pueblo se levantaban fatídicos como el exterminio los Jefes de Acordada; y ante el entusiasmo que produce la virtud cívica y el terror que infunde la barbarie aficial, el pueblo se resignaba, no sin guardar in. tacta la memoria de los ultrajes para vengarlos el día de las reivindicaciones. Tal vez la tristeza de no ver secundados por el pueblo sus esfuerzos, minó la existencia del austero ciudadano. Si el pueblo se hubiera unido, si se hubieran sumado los esfuerzos de todos los hombres de buena voluntad y hubieran todos adoptado la digna, la honrada, la encomiable actitud del Lie. Genaro Garza García, Bernardo Reyes no habría cubierto de luto al simpático Estado y no se habría empañado el prestigio de la nación con los actos estupendos que han tenido por escenario la frontera del Norte, de diecinueve años á la fecha. ¡Ah, si el pueblo hubiera seguido al Sr. Garza García!.............. Pero no fué así. El honrado ciudadano estuvo solo. Contó con simpatías, con múltiples simpatías, con inmensas y merecidas simpatías; pero no fué secundado eficaz mente. Fué un luchador; pero un luchador que solo contó con simpatías y las simpatías sin ayuda efectiva no decidan la suerte de una causa. Si las simpatías del pueblo de Nuevo León por el ilustre ciudada-dano hubieran sido más prácticas, Bernardo Reyes no se habría impuesto. Si los hijos de Nuevo León hubieran tomado como bandera al adm:-3b1c recluso de Villa de García; si no solo hubieran aplaudido la heroica actitud del gran neolonés, sino que más deci- 1 di dos y menos platónicos hubieran 1 llevado á la acción cívica las doctrinas del prócer, Bernardo Reyes no habría refrescado sus labios con la sangre del pueblo, ni les bandoleros erigidos en Acordada habrían sembrado la desolación y el terror, ni los jueces reclutados en los pros- je grosero que caracteriza á las obras de las inteligencias vulgares, no pudo guardar una actitud conveniente cuando supo el fallecimiento de Don Genaro Garza García. Inmediatamente ordenó al Ayuntamiento de Villa de García que tomase participación en los funerales. La disposición de Bernardo Reyes fué ultrajante. Don Genaro Garza García debe haber sentido indignación en su lecho de muerte. Bernardo Reyes fingió conmoverse con la noticia del fallecimiento de Don Genaro Garza García, del hombre que en diecinueve años no quiso ni pasar por Monterrey, para no respirar la misma atmósfera en que se agita y se retuerce colérico el Gobernador de Nuevo León. Ese fingimiento, esa maña que practicada en un tablado haría las delicias de un público arrabalero, ha causado disgusto y ha producido coraje. Fingir dolor ante el cadáver de un hombre. de cuya parte solo se ha recibido desprecio, es acción imperdonable. Equivale á tanto como injuriar al muerto aprovechando la oportunidad de poder saciar el odio sin sufrir castigo. Don Genaro Garza García ha marchado. Amó al pueblo; quiso elevarlo, pero el pueblo no se prestó. । Hagamos votos porque siquiera la memoria del ilustre ciudadano sirva al pueblo para seguir el ejemplo de ese hombre que no se corrompió, que vivió aislado y triste, pero no se arrastró á los piés de la Dictadura, ni estrechó la mano san- —o_______, guinolenta del Gobernador de Nue- j so^ultMno, que arrojar á la vista de ro también confesamos nuestra cul-vo León. se nos tenía presos á unos y perse- mar satisfecho: «¡Así se gobierna,!* guidos á los demás compañeros. No-queremos decir con ésto, que nuestra presencia habría, evitado el tirá asco, que los Diputados fueran serviles; ------***— pero sí habríamos tenido la oportu- jC^ BllESÍrOB nidad de demostrar á los que voluntariamente hacen renuncia de su dignidad que la presencia en el Gobierno de Nuevo León de un hombre enrojecido por sangre inocente, es un baldón y una afrenta que no ' pero la honradez, inmutabl», recta y severa, sentirá vergüenza y sen- subscriptores chado la dignidad de la justicia, ni los fondos del Estado habrían tomado un curso contrario á la probidad, ni habría resentido el pueblo de Monterrey las consecuencias de la epilepsia de Bernardo Reyes el 2 de Abril de 1903. . Si el pueblo hubiera seguido al gran ciudadano, Bernardo Reyes descansaría en un I sanatorio á donde con furor lo em-[ pujan sus nervios enfermos y su bi-liosidad exacerbada. Sucede á veces en la vida de los pueblos que hay hombres de gran carácter capaces de conducir á una nación á cimas prodigiosas, pero es frecuente también, que los pueblos se conforman con otorgar su cariño y sn respeto á esos hombres sin seguirlos. . Eso sucedió en Nuevo León. El ;^eblo dió su cariño y su respeto al Sr. Genaro Garza García, pero no lo siguió. De haberlo seguido, ni la Dictadura oropelada de Porfirio Díaz existiera. Don Genaro Garza García fué un carácter. No traosijió con la Dictadura, no se humilló, no escarbó con las rodillas las alfombras de las antesalas presidenciales, no arrastró su. honor á los piés del Dictador. Reprobó con energía la obra envilecedora del Gral. Díaz y tuvo para los que atormentan su espina dorsal y para los que prodigan sonrisas repugnantes y vacían sus almas infectas en loor del A u-tócrata, frases acerbas de reprobación y nobles manifestaciones de asco y de disgusto. Don Genaro Garza García nunca estuvo de acuerdo con los Genera* ¡es fronterizos Lázaro Garza Ayala, Gerónimo Treviño y Francisco Naranjo, porque éstos han continuado siendo adictos al Gral. Díaz. Bernardo Reyes, que no puede ser genial, y por lo mismo, no pue- no, no se justifica ni nadie podrá • aprobar, no ya el umpréstito, sino tampoco la adopción del talón oro. El Gral. Díaz, por conducto de Limantour, ha pedido á la Cámara de Diputados autorización para expedir leyes y decretos que tiendan á fijar el valor de nuestra moneda. La Cámara lo autorizará para eso y más, pues sabido es que nuestros legisladores tienen la conciencia en el estómago y aprueban cuanto el Gral. Díaz les ordena que aprueben; la Cámara dará facultades al Dictador. para legislar y hacer lo que mejor le parezca en este asunto, sin que tenga que dar cuenta de sus actos, sino hasta que ya los haya consumado, es decir, cuando no tengan remedio. Los Diputados y los que tengan motivos para creer en la infalibilidad del Autócrata, pueden estar conformes con que se le autorice para que fije el valor de la moneda, haciendo lo que más le plazca y le convenga. Pero el pueblo, que no tiene ninguna razón para confiar en la ciencia infusa de D. Porfirio, necesita conocer todos los detalles en este grave asunto, necesita saber con anticipación que es lo que se pretende hacer, para dar su aprobación, si la medida es buena, 6 para rechazar todo lo que traiga perjuiciosá la nación. El primer paso que se ha dado en la reforma monetaria, es demasiado sospechoso. Lo que pretende el Gobierno al pedir esas facultades exageradas, es ocultar sus procedimientos, obrar sin que la jiación sepa como obra; hacer combinaciones que permanezcan ignoradas para el pueblo. Y si el Gobierno quiere guardar en el misterio su conducta, ts indudablemente porque tal conducta no será recta ni será honrada, Es indudable que el Gobierno tiene intenciones de contratar un empréstito cuantioso, y como sabe que á la nación la exaspera ya tanta deuda, quiere efectuar la opera-ración en el silencio, para darla á conocer cuando ya no sea posible impedirla. Debemos, pues, estar preparados. Nuestros compromisos actuales, nuestro porvenir, nuestra vida nacional, reclaman1 imperiosamente que no se contraigan ya más obliga- ,■ ciones, que no se comprometa más á la Patria, que no se ensombrezca más nuestro horizonte político. Nuestra situación presente tiene ya bastantes elementos para conducirnos al desastre: no aumentemos, pues, esos elementos de ruina y disolución. Estamos arruinados; no nos arruinemos más; somos débiles; no concluyamos por suicidarnos. Hemos visto impasibles que núes- * *• tra deuda nacional,—sin contarlas deudas de los Estados y de algunos Municipios, que son enormes,—llegue á mil quinientos millones de pesos. Pónganos término á nuestra indiferencia; pensemos en el futuro, que ya tiene bastantes sombras; recordemos que tenemos patria y nacionalidad, por qué velar, y no permitamos que la Dictadura • que nos ha conducido á una situación miserable, arroje más deudas, más compromisos, más peligros sobre nuestra nación infortunada. El empréstito de $100.000.000 oro, que amenaza contraer la egoísta Administración porfirista. sería la bancarrota» sería la desolación, sería la muerte, y es preciso que lo evitemos, si es que no hemos perdido toda noción de honradez y todo aliento de patriotismo. Seamos dignos, seamos viriles, seamos mexicanos! Suplicamos á las personas que reciban REGENERACION, se sir-I van enviar desde luego el precio que cripaones. teniendo en cuenta que si no mandan Pagar, les halemos el recargo de un wdr veinte por ciento como gastos de cobranza y giraremos conba ellas con el recargo indicado. A las personas que reciban REGEN!. RA CION y no deseen subscríbase. les agradeceremos que nos devuelvan los ejemplares que hayan recibido. para evitamos el que les giremos por el valor de ellos. deben perdonarse por el solo hecho ™rresPondtpagar poi sus subs- de dejar de ganar doscientos cincuenta pesos mensuales. En la conciencia de todos está la culpabilidad de Bernardo Reyes Condenar a^ora á un inocente, porque no es amigo de Bernardo Reyes, y porque pudo escapar con vida de las descargas que desde el Palacio Municipal de Monterrey hizo la policía sobre el pueblo, es humillante para la justicia, es vergonzoso para el buen nombre de la nación. El Dictador ante esos atentados SE SOLICITAN AGENTES EN LA REPUBLICA MEXICANA Y EN LOS ESTADOS UNIDOS AMENAZAS DE UN NUEVO EMPRESTITO. ien millones, mas sobre nuestra deuda. Loe excesos del Coblerno y la Indiferencia de los ciudadanos. Quisiéramos, en verdad, no tener desconocemos nuestra ignominia; lautos ejemplos de opresión, de ab lamentamos nuestra desgracia, pe^ nuestros conciudadanos. La multiplicidad de pruebas contra la tiranía, significa el desenfreno de la tiranía, y ese desenfreno entraña la desgracia y la ruina de la patria. Si nosotros no tuviéramos tantos ej -mplos que presentar de los abu-La hecatombe del 2 de Abril de I sos, de los excesos, de las bruta»-1903. queen cualquiera nación re- dades de la Dictadura, el pueblo gidaporun gobierno humano, hu mexicano sería feliz: pero desirra-hiera abierto las puertas del presi- cicdamente para ese pueblo, teñe- dediquemos nuestros esfuerzos á dio á Bernardo Reyes,—cuando no se le hubiera guillotinado,— entre infinidad de víctimas que hizo se encuentra el Sr. Epitacio Rodríguez, que fué sentenciado en definitiva á sufrirla pena de un año diez meses de prisión y ocho meses de arresto, comenzando á contarse esa estúpida pena desde el 31 de Octubre ante- i rior, tan solo porque el señor Rodrí-1 guez no murió bajo la lluvia de proyectiles con que el Gobernador de í Nuevo León disolvió la manifiesta- • ción de la Convención Electoral El Gobierno azotando a la justicia pa. Nosotros, los mexicanos, hemos sido culpables de indiferencia, de tolerancia, de debilidad; hemos permitido que una tiranía nos agobie, nos estruje, nos avergüence; hemos dejadd que la Patria sufra; que la Patria gima; que la Patria muera, y es preciso ya que cambiemos de conducta; que recojamos nuestra hollada ciudadanía y que mus contra la Dictadura pruebas í que cada día se hacen más numero- bre la nación nuevas cargas y nueras, más abrumadoras, más tre- j vos compromisos que serán de funestas consecuencias en el porvenir. El Gral. Díaz, que en sus veintisiete años de opresión no ha llevado otra mira que la de su egoísmo despadiado, morboso, desmesurado, amenaza comprometer á la nación con un nuevo empréstito de . e $100.000.000 cien millones de pesos, oro, que-equivalen, cuando impedir que el Gral. Díaz arroje so- Cuandó se sabe perfectamente que el culpable es Bernardo Reyes, quien á pesar de haber sido absuelto por la Cámara de Diputados continúa siendo culpable ante la nación, esa sentencia debe ser considerada como uno de tantos actos de cinismo con que la actual administración acostumbra azotará la justicia. En cualquier parte se habría tramitado con honradez la acusación qve hicimos ante la Cámara de Diputados en Abril del afio pasado contra Bernardo Reyes, por los asesinatos del 2 de ese mes. Pero no fué así. No habían pasad * seis días desde que presentamos la acusación, cuando ya se nos tenía incomunicados en las bartolinas de Belem, y se perseguía, además, á los Sres. Ing. Camilo Arriaga y Lie. Antonio Díaz Suto y Gama, De ese modo se nos impidió sostener ante la Cámara la acusación que hicimos contra Bernardo Re- metidas; pruebas que con más in* [dignación y con más energía presentamos, cuanto más vemos en 1 ellas el doloroso certificado de nuestra decadencia y nuestro oprobio. . Sentimos amargura cada vez que ¡ tenemos una nueva acusación que lanzar á la faz del despotismo, porque el reproche que enderezamos ce fitra los desenfrenos dictatoriales, | nienos, á $214.000.000, doscientos heva envuelta una queja contra la pasividad de los ciudadanos indiferentes. Y eso nos entristece. Nos duele que el latigazo con que fustigamos á la tiranía, tenga que herir las carnes, ya ulceradas, de nuestro pueblo; nos duele que cada á los amigos del Dictador; gol pie asestado al rostro de la Die- *"* " ' tadura, tenga también que pesar sobre las espaldas de nuestros compatriotas. Pero es preciso. Luchamos honradamente; acostumbramos decir la verdad y no ocultaremos Ls responsabilidades que á todos los mexicanos nos tocan por haber tolerado la Dictadura de Porfirio Díaz, y por habernos hecho, con nuestra tolerancia, cómplices de ella; cómplices por ignorancia, por inconsciencia ó por necesidad, pera cómplices al fin. Que no extrañen, que no se ofendan nuestros hermanos, si alguna vez brotan de nuestra pluma para ellos frasea acerbas, pero honrad es, 6 reproches amargos, pero justos! Hablamos con lealtad; ex-1 cierto es que con lo que se ha dado hibimos nuestro infortunio, pero no á conocer hasta ahora por el Gobier- catorce millones de pesos mexicanos, Este empréstito, como todos los que ha contratado el Gral. Díaz en su larga y ruinosa administración, servirá para cubrir atenciones secretas del Gobierno, y para enri- pero no aportará á la República ningún beneficio actual, y en cambio, hará subir nuestra deuda con el Extranjero á la espantable suma de $1714.000.000 mil setecientos catorce millones de pesos. Nuestro apreciable colega