< ________________________ __ LA OPINION ____ ___ __ __ AÑO VI LOS ANGELES, CALIFORNIA, DOMINGO 29 DE NOVIEMBRE DE 1931 Número 75 Por JUAN DAX L levantarse de la cena, Enrique Soto abandonó el vetusto cafe tin donde había hecho los honores a la a-bundancia de la comida alemana y e-chando al aire el humo de su cigarro echó a andar por las desiertas callejuelas de la apacible villa de Hemstradt, rumbo al Mosela, cuyas aguas veía centellear a la luz de la luna, a escasa distancia. Se sentía satisfecho de la vida. Su espíritu, alegrado por la benéfica influencia del vino del Khin le hacía gozar intensamente del aire cálido del verano y sus fuertes pisadas sonaban en el empedrado con la característica firmeza del hombre feliz que sabe a dónde va. Acostumbrado a la intensa vida de allende el Atlántico, no podía despojarse por completo de un inconsciente inamismo que le obligaba a dirigirse con rapidez hacia cualquier parte en vez de adoptar la negligente marcha del viajero diletante que a caza de sensaciones recorre las viejas capitales cual cazador ansioso de descubrir los menores detalles artísticos o emotivos. Frisaba en los cuarenta años. Sudamericano de origen, se había norteamerica-nizado lo suficiente para sentir un constante conflicto entre las dos culturas repercutir en.su propio ser, colocándolo en una situación privilegiada y lamentable a la vez, pues en cada uno de los casos en que venía en contacto 1 como secretario particular de uno de los grandes magnates del dinero de la alta banca de Norte América, comprendía el punto de vista de ambas partes a-bureando a la vez la posibilidad de llenar el golfo de malentendido que se entreabría en cada negociación bancaria o comercial, que las más de las veces terminaban con un re-crudecimiento de recelos y odios por parte del extranjero, y de un aumento en la no pequeña dosis de desconfianza y superioridad que innatamente albergaban hacia Hispano América los personajes a-cerca de los cuales se convertía Soto en un defensor de aquélla por el solo hecho i Al avanzar de tal manera por la aldea dormida siguiendo la margen del Mosela casi le pareció vivir de nuevo A., i de ser hispano. su juventud, pjj ambiente le era familiar, y ej idfonia tenía para él resonancias ^nocidas. Durante la Gran Guerra, Arpiado en ejército de su _______ ________ _______ patria adoptiva, T ' ____ las batallas de la ofensiva final, permaneciendo acant onado varios meses en diversas poblaciones alemanas con había participado en el ejército aliado de ocupación. ¡Catorce años transcurridos desde entonces! Nunca hubiera podido calcular (Pasa a la Página 15)