REVISTA MEXICANA. Semanario Ilustrado. Entered second class matter, October 25, 1915 at the Post Office of San Antonio, Texas, under the Act. of March 3, 1879^ Ano II. San Antonio, Texas. Enero 3Q de 1916. , Número 21. La Ofrenda de Sangre Ciudad Juárez se ha convertido en un teocalli azteca. Así como los sacerdotes de nuestras tribus aborígenes aplacaban la cólera de sus dioses extrayendo corazones humeantes de los pechos atormentados de las víctimas, y ofrendándoselos luego, en el más salvaje de los ritos, así también las autoridades de Ciudad Juárez, le ofrecen sacrificios a la “divinidad del carrancismo” para que desarrugue el entrecejo y detenga el peso de su cólera tremenda. Hace tres semanas que veintiún ciudadanos norte-americanos fueron ejecutados en la estación ferrocarrilera de Santa Isabel, y desde entonces, el coloso yanqui está indignado en contra de los que fueron sus favoritos. En la prensa y en los mítines, en la Cámara Baja y hasta en el Senado de la Nación, han surgido voces airadas que pid?n reparación por el ultraje.. Y el carrancismo pone de su parte todo lo humanamente posible, —y lo inhumano también— para obtener el perdón de la deidad protectora. La prensa de este país acusó a la gente de Francisco Villa del asesinato, y el famoso bandolero fué puesto en seguida, fuera del dominio de la Ley. Llevaba veinte anos de asesinar mexicanos, de conculcar derechos y de violar honras; y sin embargo, seguía bajo el amparo de las instituciones primitivas de Carranza. Después de matar alevosamente al súbdito inglés Benton, recibió del Primer Jefe la banda azul de General Divisionario. Sus crímenes fueron loados y sus infamias merecieron la apoteosis. E:í cambio, bastó que se sospechara que había asesinado norteamericanos para que D. Venustiano fulminase sobre él sus anatemas y prometiera ofrendarlo en aras de sus dioses ..... Los Estados Unidos dieron a Carranza la victoria. Ellos le ayudaron moralmente durante más de un año; y cuando se palpó que esa ayuda no ba'taha, lo auxiliaron apo derándose del puerto de Veracruz. Es, por consiguiente, lógico que Don Venustiano procure desagraviar a sus patrones, a costa de todo. Después del 21 de Abril de 1914, México es un país en donde quince millones de mexicanos pueden ser robados y matados impunemente; pero lay del que toque a un norte-americano! Los sacerdotes del carrancismo sacrificarán sin dilación al audaz que se atreva a tanto, y llevaran su cadáver, entre cánticos y palmas, hasta 'a Enea d’visoria, para que Huitzilopoxtli desde la otra orilla del Bravo, pueda deleitarse con el espectáculo de sangre....... Tosé Antonio Rodríguez y Manuel Baca Valles fueron hechos prisioneros en Madera, y ejecutados inmediatamente; pero eso no bastaba..... Se requería además la ofren da, el homenaje de la sangre, la exhibición de los cadáveres. Para que la deidad se reconciliara con sus antiguos adoradores, era menester mandarle el obsequio macabro, como a Salomé, la cabeza del Bautista. Y sin otra finalidad, que la de satisfacer un culto, la de practicar un rito rojo, fueron traídos los cadáveres hasta un lugar en donde pudieran ser vistos por gente de Estados Unidos. Después de esta ceremonia espeluznante, los carrancistas quedaron satisfechos: habían hecho de su parte todo lo humanamente posible—y lo inhumano también—para reconquistar el favor de la deidad propicia. Sin embargo..... reflexionaron un poco, y se dieron cuenta de <^ue aún se podía hacer algo más en aras del ídolo indignado. La ofrenda del cadáver de Rodríguez era poco: se podía ofrecer, no el cadáver, sino el sacrificio mismo. Y decidieron traer dos prisioneros vivos -hasta ciudad Jvárez,. para ejecutarlos enfrente de la Nación ofendida. Los hermanos Durán fueron las víctimas escogidas para esta saturnal de sangre: protestaron inocencia; pero ¿qué importaba? Era indispensable celebrar una liturgia digna de Moloch. Los prisioneros fueron fusilados en frente de una Nación, cuyo gobierno recibió plácidamente el sacrificio. La sangre de los veintiún americanos de Santa Isabel está ya vengada. A las veinticuatro horas de haberse efectuado las últimas ejecuciones, el carrancismo se consideraba seguro, y pedía al General Pershing, por boca de Gabriel Gavira, que impidiera que los soldados de Estados Unidos disparasen sus armas sobre México. Era natural. Después de la ofrenda roja, Huitzilopoxtli tenía que atender a sus adoradores. Y ahora, considerando estos acontecimientos intrínsecamente, y desprendiéndolos en lo absoluto de la horrible humi-llación que infieren a nuestro pueblo y a nuestra raza, tenemos que convenir, en que fueron lógicos dentro de su horrenda barbarie. Todos los creyentes ofrecen lo que tienen, y el culto de un pueblo refleja siempre la psicología social. Los griegos ofrendaban rosas y mirtos “en los templos magníficos de Ares” y los aztecas llevaban corazones a las aras de Huitzilopoxtli. Era Angélico ponía su pincel al servicio de Dios y de los Santos, y em cambio, el ingenuo juglar de oue hablara Anatole France, le ofrecía a la Virgen sus pi-r -etas y sus malabares, que era lo único que sabía hacer. Dentro de esta tendencia universal y htomana, los carrancistas están dentro de su papel ofrendando sacrificios humanos en los altares del país que les ha entregado a nuestra Patria como botín. Al fin y al cabo, la carne mexicana es barata, y la ofrenda deja tranquila a la Divinidad.