ña; se veía a las claras que el salón del templo con su capacidad para 200 personas, sería insuficiente. Su idea era levantar una carpa en el patio del templo, donde hay una cancha de basket ball. Me entusiasmó la idea y en seguida- fue planeada la construcción. No se pudo alquilar ninguna carpa grande, así que el pastor tuvo que fabricarla él mismo, auxiliado por un grupo entusiasta de hombres miembros de su Iglesia que trabajaron noche y día Improvisando la confección de aquel tabernáculo. sin apenas conocer del asunto. Había que verlos trabajando con pequeñas bandas de tela que extendían y cosían, hasta cubrir la armazón de madera. Este trabajo duró una semana completa, con sus noches. Cuerdas sogas y maderos en laberinto fueron amarrados, alzándose gallarda la carpa a la cual yo puse el nombre de tabernáculo, recordando la obra de Moisés en el desierto. LA PRE-CAMPAÑA. Días antes de la iniciación de los cultos, los miembros hicieron labor evangelistica en los barrios cercanos, utilizando un equipo de proyección de películas de la vida de Jesús. En plena calle, en alguna pared, se proyectaba la película y pronto se reunía una multitud de personas a quienes se les entregaban folletos e Invitaciones. Fueron organizados cultos de oración en la carpa, por las mañanas a las 6:30 bajo el húmedo frío de la "garúa” (fina llovizna» de Lima. Estos cultos se mantuvieron todo el tiempo de la campaña; y había otros a la una de la tarde. Yo fui a la mayoría: pero confieso que tenia que hacerlo con gran sacrificio. Un grupo de hermanos se mantuvo herólca-mente hasta el fin. LA VISPERA. El sábado anterior fue un día de mucho movimiento: se sacaron las pesadas bancas del templo y cuanta silla o asiento disponibles se encontró, colocándolas en la carpa. El piano y el órgano también fueron llevados con gran trabajo y subidos en una amplia plataforma que se había construido al frente, para acomodar el coro y el púlpito. Personalmente el pastor hizo la instalación eléctrica asi como había dirigido y trabajado en el tabernáculo. Se pusieron las lámparas; la gran cortina roja del templo fue puesta en la pared del fondo, adornada con la bandera y un letrero brillante con el tema de la primera serie de conferencias. A la media noche del sábado se hizo la oración dedicatoria y todos fueron a descansar, esperando el gran día del comienzo de la campaña evangelistica. LOS VEINTIDOS DIAS. Por la ma- 10 ñaña de aquel domingo 7 de octubre se inauguró el tabernáculo con el culto matutino y la escuela dominical, entre el gran entusiasmo y la alegría reinantes. Por la tarde los hermanos fueron a los "anexos" (misiones i o escuelas dominicales de los barrios, para intensificar las Invitaciones y visitas. La noche se presentó con tiempo lluvioso y soplando viento fuerte y frío, a pesar que según la geografía ya era primavera en Lima. Como nota curiosa, varios vecinos se acercaron a presentar sus quejas por causa del ruido del equipo de amplificación; sin embargo esos vecinos no sienten molestias cuando hay fiestas y bailes en el barrio. El público comenzó a llegar sin interrupción hasta llenar el local. Ese dia era nuestra gran prueba, y si la gente respondía, sabíamos que los tendríamos por el resto del tiempo. Aquel tabernáculo era una novedad y también aquella campaña de veintidós días. Con aquella temperatura y en el "mes morado”, en una barriada residencial bastante lejos del centro de la ciudad, el tener público oscilando entre 300 y 400 personas, era una gran hazaña y triunfo para la gloria del Señor. Algunas noches ^hubo menos; pero en general fue un público constante. Hubo buen grupo que alzó la mano cuando pregunté cuántos habían asistido las 22 noches. Hubo días cuando a las 8:15 de la noche todavía el local estaba vacio. En algún rincón del templo nos dedicábamos a la intercesión, de rodillas, y a la hora de comenzar, en pocos minutos el público llenaba el local. Allí permanecían quietos e interesados por casi dos horas, incluyendo la plática que se tenia con los nuevos convertidos. LA PRUEBA DE LOS TESTIMONIOS DE FE. El llamamiento a dar testimonio de fe era la parte más dura de mi faena. Después de predicar por 45 minutos a un público que no daba señales de cansancio, hacia la invitación por varios minutos, pidiendo que pasaran adelante los que aceptaran a Cristo como su Salvador, pero nadie se movía. Repetía una y otra vez. se cantaban solos preciosos por la señorita Pent; pero el público seguía inmóvil. Una noche un joven humilde me dijo que cambiara de método y pidiera primero que alzaran la mano los que no eran evangélicos, y después los llamara. Así lo hice y el efecto fue magnifico; otras veces les pedia que pasaran adelante después de la oración final y se quedaran a una conferencia privada. Ese fue el método más efectivo. Era asombroso cómo cada noche se aumentaba el número de los que se quedaban a escuchar esa conferencia, las últimas noches la tercera parte del salón quedaba ocupado por personas interesadas. Recuerdo que la última noche las bancas se llenaron hasta la mitad del tabernáculo. Cada dia las tarjetas de los congregados eran revisados y se les visitaba, además de enviárseles una carta y literatura apropiada. Se puso gran cuidado en este trabajo, que siempre ha sido el punto débil en nuestras campañas de evangelismo. COROS VISITANTES. Aunque la campaña no fue planeada en cooperación con el resto de las iglesias evangélicas de la ciudad, sin embargo espontáneamente vinieron grupos de las dos iglesias bautistas y de otras iglesias evangélicas, trayendo números especiales de canto que ofrecían con el mejor espíritu. Asi tuvimos coros visitantes cada noche, o cuartetos y solos. Por varias ocasiones nos visitaron coros hasta de 50 voces. Esto le dio un sello especial de aviva-miento a la ciudad. El público cantaba levendo la letra de los himnos en unas hojas impresas en mimeógrafo por el director de música de la campaña, el joven universitario laico y miembro de la iglesia, Samuel Escobedo. El canto y la música fueron factores importantes para el buen éxito de la campaña. CLAUSURA DRAMATICA. El último culto fue de dedicación y comisión para la membresía de la iglesia. El pastor Agüero preparó un cuadro dramático con una apelación a los miembros para trabajar después de la campaña con los que habían dado testimonio de fe. Al final del cuadro los miembros desfilaron por parejas a tomar al azar las tarjetas con los nombres. Cada uno encendía una velita en medio de la oscuridad, tomando el fuego de una antorcha al pie de una cruz, y de allí pasaron todos a la plataforma, consagrándose a la tarea encomendada por Cristo a los discípulos. Con imponente silencio cada cual iluminó su vela, el pastor hizo la exhortación bíblica y se escuchó un himno misionero, mientras toda la congregación estaba en pie hasta la oración final de clausura. Salimos de allí como de la misma presencia del trono de Dios. Yo también salí de Lima y del Perú como si hubiera estado de visita en la nueva ciudad de Jerusalem celeste. Ya no veia la niebla, ni sentía el aire helado, ni miraba los Andes desnudos y áridos; sólo veía el fulgurante resplandor de aquel humilde tabernáculo como iluminado por la gloria de la presencia misma de Dios en el Sinaí. EL PROMOTOR DE Observando el Domingo de RESURRECCIOn Por medio de la ÍTIUSICR Por Leticia Euroza ¡Aleluya, Aleluya! cantemos a Cristo el Señor por su resurrección. El domingo de resurrección es el más hermoso de todos los días del año, el más lleno de significado para el cristiano. Cada año, cuando recordamos paso a paso la pasión y muerte del Salvador del mundo, vivimos la intensa alegría del domingo de palmas cuando la multitud cantaba: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Y nos parece ver a la multitud cortando ramas de los árboles, y extendiendo sus mantos para alfombrar el camino del Rey en su entrada triunfal a Jerusalem; y es triste pensar, que esa misma muchedumbre, unos días más tarde gritaría: "Crucifícale, crucifícale." Qué intensa seria la pena del alma cristiana de nuestros días, si pudiera estar allí en esos días, en esa época, y vivir las tremendas emociones que sacudí .ron al mundo entonces: tristeza, llanto, luto, dolor y resignación ante lo inevitable; asi lo creyeron los suyos, olvidándose de las profecías y de las palabras de Jesús cuando todavía estaba con ellos; pero no imaginaron jamás, que toda la gloria de los cielos y su infinita potencia descendería a la tierra en aquella mañana de primavera, y que el ángel del Señor, en medio de un gran terremoto, llegaría a la tierra para revolver la piedra que cerraba el sepulcro de Jesús. Ningún obstáculo eran para el Creador de todo lo que existe, el peso de una roca, los sellos del poder romano, la vigilancia de los soldados romanos que ante aquella inenarrable visión fue tanto su asombro, que fueron hechos como muertos. Cristo se levantó de la tumba victorioso, resplandeciente; había vencido a la muerte, había consumado su cruento sacrificio, y ahora, el Infinito amor del Padre, su excelsa gloria, desciende hasta la tumba para temar a su Unigénito Hijo, haciéndolo primicias de los que duermen, y llevándolo nuevamente a su mansión celestial. ¡Qué dia más glorioso! ¡Qué acontecimiento tan único en la historia de la humanidad! Cristo vuelva a la vida, y en su divino poder, aparece a los suyos y los convence de que ha resucitado; que su cuerpo es el mismo que soportara tanto sacrificio, que sus manos y sus pies n icstran aún las huellas de su sufrimiento; y que ha dado la redención a los hombres; que expiró, dejando su espíritu en manos de su Padre, y ahora se ha levantado en gloria. ¿Cómo debemos los cristianos observar tan gran acontecimiento? Entre los ricos dones que el Padre nos ha dado están las bellas artes: La poesía es hermosa, sus palabras escritas en rima nos conmueven; la pintura nos hace vivir en el paisaje captado en el lienzo; la escultura es una maravilla de habilidad y de genio; pero la música es la más sutil de todas, la que por mucho tiempo escapó al poder de plasmarla, como en nuestros días es posible hacerlo, para volver a vibrar por los medios que la inteligencia del hombre ha creado. La música tiene su origen divino, pues en las Escrituras encontramos que cuando Cristo nació, coros de ángeles cantaban y decían: "Gloria en las alturas a Dios, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres". Si los ángeles cantan, podemos confiar en que la música es grata a Dios, y si nuestra alabanza, gratitud y adoración llegan a nuestro Padre en notas musicales, lo mejor es observar el día de resurrección entonando himnos desde el amanecer. En las Iglesias Evangélicas es costumbre tener un culto llamado de resurrección a las cinco o seis de la mañana en el domingo de pascua; a esas horas, miles de avecillas alaban al Señor con sus gorgeos, y nosotros los humanos podemos unirnos a ellas cantando himnos de alabanza. En la primera pascua, cuando las mujeres piadosas fueron a ungir el cuerpo del Maestro a su tumba, sin duda los aires estarían plenos de hermosos cantos de las aves que Dios ha creado, y darían sus mejores trinos para celebrar tan grande acontecimiento; y la tenue luz del alba, tiñendo de rosa y oro las nubes, servían de fondo a la hermosura de las flores que saturaban el ambiente con su perfume encantador; qué hermoso es que participemos cantando las maravillas de Dios en la conmemoración de este dia; cantemos con el salmista: “Alzad, o puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria" (Salmo 24:7). En los servicios religiosos de este glorioso dia debemos cantar. Si la iglesia cuenta con un coro, éste puede tener el privilegio de presentar el mensaje sagrado por medio de la música; que sus voces y sus palabras ungidas por el espíritu de adoración y gratitud, hagan sentir en las almas que escuchan la bendición de Dios dada a nosotros por la redención consumada por su Hijo, la magnificencia de este hecho único en la historia del mundo. Cantemos con la voz, con la mente, con el corazón, y con todo nuestro ser, por la gloriosa resurrección del Señor Jesús. ¡Aleluya, Aleluya!, el Señor resucitó ¡Aleluya, Aleluya! a la muerte ya venció; No pudieron las entrañas del sepulcro aterrador Retener entre sus sombras, a Jesús el Salvador. Fue victoria de un instante, la que el Gólgota alcanzó Cuando en él, la ansiosa plebe, a Jesús sacrificó. (PASA A LA PAGINA 12) EDUCACION CRISTIANA 11