Lfl UOZ^FBOfiTERfl Mexicali, B. C., Jueves 29 de Octubre de 1964. Editorial El Control de las Importaciones HOY Y MAÑANA Decíamos en un comentario anterior, que el gobierno federal, con su política de imponer más y más restricciones a la zona “libre” de Baja California, está obteniendo resultados negativos, totalmente contrarios a los nobles propósitos que seguramente lo inspiran para seguir esa política, por lo que se impone un cambio de método, a lo que resulta propicio el advenimiento del nuevo régimen, que está en puerta. Examinemos la situación. Según se ha dicho oficialmente hasta el cansancio, al imponer los controles de importación se persiguen los siguientes fines: 1. —Fomentar la industrializa- ción de esta región. 2. —Abrir nuestro mercado a la industria nacional. 3. —Evitar la fuga de divisas. 4. —Impulsar la economía regio- nal. La prática ha demostrado, hasta ahora, que las mil y una restricciones impuestas a la zona libre no han dado ninguno de esos resultados. La realidad es otra, y muy distinta. Es público y notorio que salvo contadísimas excepciones, los controles a la importación lo único que han conseguido es: 1. —Fomentar el contrabando. 2. —Consecuentemente, aumen- tar la fuga de divisas. 3. —Debilitar peligrosamente el comercio regional, colocándolo en condiciones desventajosas ante el comercio extranjero. Hemos dicho que hay excepciones a esta regla, pero se pueden contar con los dedos de una mano. En lo general, es patente que ni se ha logrado industrializar la Baja California con la rapidez que VU11LW. vvil 14* XtipiVIVfc se supone lo desea el gobierno, ni la industria nacional ha podido conquistar nuestro mercado en franca competencia con los manufactureros extranjeros en lo que toca a calidad, precio, diversidad de especificaciones de los productos que exige la demanda, prontitud de entrega y facilidades de crédito. En cambio, como también es público y notorio, sí se ha perjurado considerablemente al comercio local, al que los proveedo- res nacionales orillan a mantener existencias limitadas e incompletas de sus productos (cuyos rivales extranjeros han quedado restringidos), para no mencionar la diferencia de calidad, tardanza en la entrega, altos fletes y créditos cortos a intereses mucho más altos que los que ofrece el manufacturero del exterior. Consecuencia de ello, repetimos, es que el consumidor mexica-lense se ahuyente de los comercios locales y obtenga en el extranjero lo que no puede adquirir a su gusto y conveniencia en su propia casa; no importa que para disfrutarlo tenga que realizar su introducción ilegal a la zona “libre”. La razón fundamental para este rotundo fracaso del programa federal que busca el desarrollo industrial de Baja California, es esencialmente económica. Los manufactureros del interior—inversionistas los más indicados para promover nuestro desarrollo industrial, en razón de su experiencia y sus capitales—una y otra vez “han venido, han visto y no han vencido” su resistencia a establecerse en esta frontera por motivos a cual más poderosos: 1. —S a • a r 1 o s estratosféricos comparados con los que suelen pagarse en el interior. 2. —Altísimas tarifas de energía eléctrica, comparadas también con las del interior. 3. —Falta de suficiente consumo regional. 4. —Altos fletes para llegar a los mercados del interior, en los que de ninguna manera podrían competir con el producto local, por las razones ya dichas. Esos mismos obstáculos, que hasta ahora han demostrado ser insuperables, desalientan, a su vez. • ••unpviuuiuo, VllltlU, d 3U W/j, a los inversionistas locales o extranjeros en potencia, que pudieran interesarse en la industrialización regional. Por lo que hace al segundo propósito que persiguen las restricciones a la zona libre: la concurrencia de la industria nacional a este mercado, tampoco se ha podido lograr, por un idéntico cúmulo de razones de las que nos ocuparemos en próximo artículo de esta serie. lRAO a ----- ivapoRaOA -; ..e?! /ÍECHE E\/APOQAbA ExJAPOWÍ ¿Energía Nuclear? Urbi et Orbá Por I. L. Fernandez Cuéllar Estábamos en la secretarla de la Casa de Gobierno cuando vimos que cual fugaz meteoro propulsado por los efectos de la famosa hidrozina, pasaba Alejandro Gudi-fio con el iirobable nronósito de darse una uu vuii ui pivuauic piupuoiiu uc uciidc una vueltecita por los espacios siderales. Pero el ex-comandante de Policía de Mexicali, y ex de lo mismo en Tijuana aunque en Tránsito, ex-presidente del PRI Regional y además ex-tupendo amigo, cual caballo que “rayara” el Marquez de Guadalupe, al oír la voz de Eligió Esquivel que le decía: “No te vayas tan de prisa Canano, que aún no he terminado”. Discretamente nos hicimos la pregunta de que si la actitud de Alejandro se debía a exceso de diligencia o una prosaica afección gástrica. Consultaremos el caso para salir de dudas . . . Y quizá también por esas hiperclorhidrias de nuestros dolores, dejamos inconclusa la entrevista que teníamos con Farita sobre cues- VjLAV. LV1I1U1 11VU VV1» J. WX Jtu tiones pavorosamente económicas. Cada vez que tenemos alguna duda respecto a esos ipsofactos temas, nos le plantamos a don Simón en su casa, y entre bien platicadas copas, nos resuelve con esa claridad de mente, tacto y rectitud, que para nuestra fortuna y la de otros muchos, lo dotó el Creador . .. Nunca habíamos hablado por teléfono desde la mitad de la calle. Tal fenómeno ocurrió cuando la discutidísima. Pasa a la 6. Col. 4 Divagaciones de Por Eduardo Rubio Herbert Hoover Por Walter Lippmann Mi Cuarto a Espadas Sentido de Conocimiento Por el Dr. Miguel S. Sodi - Decían los antiguos filósofos, que la mente del hombre, cuando nace, es “Tanquam tabula rasa”. (Como una pizarra en blanco). Y lo cierto es, que nuestra experiencia interna nos da testimonio deque todas las ideas, nuestras id_'eas, las hemos ido adquiriendo poco a poco a través de cada vivencia, a través de cada una de las imágenes que han penetrado por nuestros sentidos y ha impresionado a la conciencia. ; "Sin embargo, estas imágenes son aisladas. Muchas veces, nada, aparentemente las liga a unas con otras y es un trabajo de la facultad menos sensible a nosotros, la subconciencia, pero no por eso menos activa, dinámica y vehemente, en sí misma, la que da sentido a esas vivencias, a esas imágenes, que más tarde aparecen ante nuestra conciencia, como un juicio o como un lineamiento para nuestra conducta. Y a ésto, le llamamos conocimiento, experiencia. Sin embargo, hay algo más, que ya se encuentra con menos asiduidad y es algo que se confunde con el adorno, con el matiz de la experiencia. Tal vez, sea la experiencia misma, pero en grado más elevado y que da color a la forma en que se admite, se entiende o se asimilan las nuevas imágenes y sobre todo, la manera de cómo repercuten en las ideas reflejas o sea en aquellas que nacen de los horizontes internos del espíritu, ñüestras propias ideas, que surgen como manan, ríales en las situaciones particulares y generales que inhundan nuestra naturaleza. Este adorno, este matiz, es tan sólo la reflexión. ¿De qué valdría a un hombre primitivo, cuya idea del tiempo y de la vida se reduce al dia y a la noche. A la juventud y a la vejez. A comer o no comer: el dedicarle un libro con los mejores poemas del mundo ¿Acaso estaría siquiera en condiciones de poder informarse de la belleza que puede encerrar el ritmo de la gracia que tiene una frase grácil y elegante? No. No puede; porque carece de las imágenes previas que son las premisas, digamos, de la ‘reflexión, que entreteje sus conceptos. • Perc hay también otros hombres, incluso hombres de cierta cultura, incapaces de poder apreciar un donativo semejante. ¿Por qué? - Porque además de las vivencias, además de la Pasa a la 6. Col. 7 Por Miguel Suárez 0 A PESAR de la estricta vigilancia aduanal establecida en esta ciudad, según dice el Sub Administrador de la Aduana, señor Manuel González, no puede negarse que puede haber contrabando de refrigeradores...¿cómo ha de rechazarse algo que se vé claramente, a menos que se cierren los ojos?... y seguro es que, si la Aduana quisiera evitar de verdad esa introducción ilegal de aparatos eléctricos, podría lograrlo... muy pocos ignoran que las casas comerciales de Caléxico, California, tienen concertada una especie de contrato, y que cobran al cliente de veinticinco a cuarenta dólares para traer a Mexicali los artículos cuya importación está prohibida... Nuestros vecinos están de luto, por la tragedia que abatió a la base aeronaval de El Centro, California, transformando en dolor la alegría del “Día de la Armada”... vayan nuestras sinceras condolencias para los deudos de los muertos que ocasionó la caída del avión, así como para los heridos un deseo de pronto restablecimiento... Aplausos a granel recibieron ayer de muchos padres de familia, los miembros del H. Congreso de la Unión, por haber a-probado la iniciativa de ley que congelará las colegiaturas de las escuelas particulares... muchos abusos podrán evitarse con esa medida, tendiente, sin duda, a poner coto a la especulación con la enseñanza... Si el público responde con entusiasmo. lar empleaditas cesadas de “1 I Kresito” podrán vender en menos de Pasa a la 6. Col. 5 Brinca el día, sin transiciones, sobre la noche. Los crepúsculos son breves, y los primeros vlen-tecillos helados se cuelan entre las ramas, entre los cercos, entre las casas, como preludio de un invierno que se viene ya. Turbios los amaneceres, con un sol que asoma la cabeza, con timidez, ya luego perderá su esplendor, y en ese paréntesis de incertidumbre, de indecisión, vendrá la primera helada a clavarse en la bellota de' los algodonales, para dar margen a la tercera pizca, a la pepena”. Y las manos de los pizcadores recogerán capullos y escarcha a la par. Noviembre, diciembre enero, terribles meses para la gente pobre, para la gente sin hogar, para los niños sin lumbre y sin calor. Y los niños, los niños todos, los ricos y los pobres, empiezan ya a contar los días en que será navidad. Porque los unos y los otros sueñan, con sueños de invierno, con sueños de ilusión. Unos esperarán al barbado de ropajes rojos al pié de la humeante chimenea; los otros, tras las rendijas de la puerta de madera vieja y de cartón. Porque siendo el barbón tan bueno, ¿se acordará de todos los niños, de los ricos y de los pobres?... -o- -o- -o- Novlembre. Y se irán yendo, poco a poco, Iqs carritos de paletas. Primero unos, luego los demás Y el automovilito ese azul-blanco que durante el verano paseó por todas las calles de Mexicali, su sinfonía en blanco convertida en nieve, y su azul sinfonía de campanitas vocingleras, se guardará de seguro, bajo el cobertizo de alguna vivienda para aletargado, dormir el sueño de invierno y esperar las primicias de otoño para recomenzar su diario musical recorrido. -o- -o- -o- La “media” y la “split” sustituirán a la “caguama” a la “super”, y el vaso chico desplazará a la'chavelaj' al'tarroj al pichel. En cambio Don ^Eladio Sauza, don José Cuervo y toda esa legión de alegres viudas que consuelan su soledad fabricando alegría, en grandes alambiques, aumentarán la venta de sus pócimas. Y Urdiñola, y ese Madero con más cruces que el análisis de un enfermo venéreo o de un sombrero de Billy el Kid, presidirán las tertulias de los días próximos. De las tertulias del pobre, desde luego, porque habrá o-tras en que campee el “caballo blanco” el “gari-sac” o ya de perdida ese “chivas de 16 años”, que no pierde su exquisitez ni traído de contrabando. Y las'canelltas,- esas‘canelitas'con piquete de a-guardlente blanco, hirvlentes, quemantes, causantes del cáncer lingual del Chino Sansón, cuyas columnitas de humo se incrustan en la cavidad craneana haciendo revoltijo los sesos y pensamien tos. lAhl, esas 'canelitas' que son capaces de hacer simpático al licenciado Murillo Martínez, hasta recitando... Saldrán, de su escondrijo, las camisas de lana, Pasa a la 6. Col. 4 grasos g I [y Cosas] Por Salvador García E. En nuestra columna del martes pasado, escribimos que el funcionamiento de la Junta de Conciliación y Arbitraje, no está acorde con las necesidades de aquellas personas—ya sean físicas o morales—que se ven ante el dilema de comparecer ante ella en busca de la solución a los problemas que se suscitan en materia de relaciones obrero-patronales. Asentamos que a nuestro modo de ver las cosas, una de las causas que vienen entorpeciendo la rápida y y efectiva marcha de los a-suntos que se ventilan ante las autoridades del trabajo, es la deficiente y casi nula actuación tanto de los representantes obreros como patronales que están adscritos a los Grupos Auxiliares Uno, Dos, Tres y Cuatro en que está dividida esta importante dependencia. Si usted estimado lector visita las oficinas de la Junta, muy raras veces encontrará que un Grupo esté completo, es decir, que cuente con la presencia de los representantes correspondientes, cosa que desde luego no es correcta, y que en algunos casos—en la mayoría de ellos—no permite la celebración de las audiencias respectivas, alargando con ello el tiempo que en este tipo de asuntos —por su propia naturaleza-cuenta mucho. Al presentarse la situación descrita, el trabajador ve más lejano el arreglo de su negocio, y al patrón le sucede lo mismo, amén de que las prestaciones por salarios caídos—en caso desfavorable, claro está—aumentan de tal manera que por lo general cuando llega a su término el juicio, siempre nace otro problema de tipo económico. Ahora bien, si analizamos la ausencia de las personas que representan a los secto-Pasa a la 6. Col. 6 Es difícil recapturar para los que no conocieron a Herbert Hoover durante la primera guerra mundial, la brillantez de su reputación y la fascinación personal del hombre. Los Estados Unidos habían entrado en la guerra renuente y resentidamente. El pueblo norteamericano era predominantemente aislamientista, creyendo que nustros baluarts eran dos océanos, y era pacifista y odiaba la guerra. Hoover, aunque era un cuáquero y en su corazón objetaba la guerra, había intervenido de hecho espectacularmente mucho antes de que Wodrow Wilson se considerara obligado a pedirle al Congreso una declaración de guerra. Hoover había intervenido por la airosa labor de salvar al pueblo belga durante la ocupación alemana. Es. to provocó una honda respuesta en una nación que comprendió que la neutralidad era poco gloriosa y probablemente imposible, pero que todavía sentía repugnancia pot la carnicería. Cuando los Estados Unidos entraron en la guerra, Hoover era ya una figura legendaria. Era también un hablador fascinante. Muchos sintieron, como yo, que nunca habían encontrado un hombre más interesante, nadie que conociera tanto del mundo y que pudiera exponer tan claramente lo que para la mayoría de los norteamericanos era en 1917, el inescrutable misterio de la política europea. Cuando la guerra terminó en 1918 y las elecciones presidenciales de 1920 comenzaron a tomar forma, Hoover fue la primera selección de casi todos los idealistas Wil-sonianos, de los progresistas y los liberales de ambos partidos. El destino lo había marcado, he creído siempre, como el heredero natural de Woodrow Wilson, y en realidad fue metido en la política nacional por hombres que habían seguido a Wilson. Pero él decidió declararse un republicano y esta decisión que lo llevó a la presidencia ocho años después, abrió una brecha con los progresistas y los liberales. Fue ahondada y envenenada por la campaña de 1932, y no fue sino mucho más tarde en su vida que la brecha fue cerrada, gracias a la iniciativa del presidente Truman. En momentos como estos, seria tonto intentar anticipar el veredicto de la historia. Pero aquellos de nosotros que conocimos a Hoover durante su carrera pública podemos, quizá, permitirnos algunas reflexiones. Me aventuraría a decir que no fue responsable de ningún modo del desastre que lo engolfó en la Casa Blanca. En la década de 1920, cuando se estaba engendrando la gran depresión, no hubo nadie, político o financiero, que tuviera una idea clara acerca de cómo debía reconstruirse el mundo tras una guerra devastadora. Era normal entonces, aunque casi nadie lo recuerda, que en el mundo moderno una gran guerra era seguida por un gran derrumbamiento. Nosotros lo evitamos después de la segunda guerra mundial porque aprendimos muy bien las lecciones de la primera. Que yo sepa, Hoover mismo no aceptó nunca los principios de la escuela moderna de administración fiscal y monetaria que son aplicados en todos los países avanzados de hoy. Pero es un interesante hecho histórico que como Presidente adoptó prigmáticamente, virtualmente todos los principios esenciales de los primeros años del "Nuevo Trato" de Franklin Roosevelt. El lector hallará el texto básico de esta afirmación en el discurso de Hoover, aceptando la candidatura presidencial republicana, del 11 de agosto de 1932. Escribiendo tres años después, a la luz del programa del “Nuevo Trato” que se iba desarrollando me aventuré a decir que "la posición histórica de Hoover como un innovador radical ha sido grandemente menos-winv un juiiivv uuu; x auivui na diuu gx anuciHCHlC 1UC11US* preciada y la iniciativa de Roosevelt, grandemente exagerada. Fue el señor Hoover quien abandonó los principios del ‘Laissez faite’ en relación con el ciclo de los negocios, estableció la convicción de que la prosperidad y la declinación económica pueden ser controladas públicamente por la acción política y excluyó de la conciencia pública la vieja idea de que las declinaciones deberían ser remediadas por acuerdos privados”. En su discurso de 1932 aceptando la candidatura, el señor Hoover dijo que “la función del gobierno federal en estos tiempos es usar sus poderes de reserva y su fortaleza para la protección de los ciudadanos y de los gobiernos locales apoyando nuestras ihstituciones contra las fuerzas más allá del control de éstos”. El programa de recuperación económica de Hoover incluía una política deliberada para "inflar" la base del crédito, usar el crédito del gobierno para complementar la deficiencia de capital privado, la reducción de los gastos. normales del gobierno pero con un aumento de obras públicas para crear empleos; Ja asunción por el gobierno Pasa a la ¿7 Col. 7 ■ Anecdotarío ■ BSoSBQfllxKRiucxxxKxxzoanQooaDaaaaoaanocfleflBatxiaBBaaatHiñHiSMKcKafií de Baja California Por Armando I. Leleuíer GRANOS Y FORRAJES Y CARLOS ARGÜELLES.- Hace alrededor de unos quince años giraba bajo la firma de ‘Granos y Forrajes'una sociedad formada por los señores Carlos Ibarra y Federico Campillo, cuyas oficinas estaban en la avenida Colón entre Melgar y Azueta. Carlos Arguelles era gerente del todavía Banco Mercantil. En una ocasión llegó un agricultor y le solicitó un préstamo para atender el parto de su esposa que estaba próxima a dar a luz. Argüía que no debía a nadie nada; que estaba acostumbrado a hacer sus siembras con dinero propio y si hoy pedía prestado era porque lo necesitaba de inmediato. El gerente desde luego preguntó si era cuenta-habiente del banco y como el solicitante respondiera negativamente, el banquero le dijo que si había alguna persona o empresa que le conociera o que tuviera tratos comerciales con él que estuviera dispuesta a avalarle el préstamo. El ranchero contestó que él había hecho algunas operaciones con 'Granos y Forrajes," asegurando que habiendo siempre cumplido con sus compromisos no dudaba que pudieran hacerlo. Arguelles dijo que esa era muy buena firma y firmando cualquier socio podría hacer la operación. La empresa antes citada estaba a unos pasos de distancia del Banco, así es que se dirigió a ella encontrando al señor Campillo que despacha-. ba los asuntos en aquellos momentos. El agricultor en breves palabras le dijo de lo que se trataba v renitió las oalabras de Arguelles: que si le daba el aval podría conseguir con el 12% mensual. De buen o mal humor se encontraba Campillo en aquellos momentos; hizo cuentas y le dijo al ranchero que volviera con la persona que le había propuesto el préstamo y le dijera que en las mismas condiciones el le hacía el préstamo con la firma del Banco, en la inteligencia que él, Campillo, le facilitaría el dinero nó con el 12% sino con el 8% que era menor en una tercera parte y que posiblemente le convendría hacer la operación con El campesino se dió cuenta de que la operación que se le proponía le era favorable; así es que Pasa a la 6. Col. 7