Letción I. HERALDOS DEL REY , Abril 5 de 1931. BOSQUEJO DE LA LECCION EN LA lección que hoy estudiamos Cristo nos enseña a ser humildes. ¿Qué es la humildad? La humildad, niños míos, es la más bella de las virtudes cristianas. Esta consiste en el conocimiento de nuestra bajeza y en obrar de acuerdo con ella. Jesús siendo el Hijo de Dios filé tan humilde que bien pudo decir a sus discípulos: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”. omo los invitados escogían los 1. Escogiendo los Primeros Asientos. En cierta ocasión nuestro Señor Jesús fui- invitado por un tariseo a un banquete. Estando allí notó < asientos de más distinción. En seguida les aconsejó que siempre debían dar la preferencia a los demás. , porque seria muy penoso que yendo a un banquete y habiendo escogido j el primer asiento, viniese el dueño ; de la casa con un personaje distin- ¡ guido o un amigo íntimo, para quien había elegido con anticipación a-([uel lugar, y lo levantase y entonces en lugar de ocupar el primer asiento fuese a ocupar el último. 2. El Consejo del Señor Jesús. Luego el Señor aconsejó a los convidados que es mejor ocupar el último lugar, es decir, dar la preferencia a todos los demás convidados. ¿Saben por qué? Porque si el dueño de la casa viene con un amigo, no habrá lugar para que lo afrente pidiéndole su asiento y es muy probable que mejor lo coloque en otro asiento de más distinción, honrándole así. Los niños deben siempre dar el lugar de preferencia a los demás, sin esperar ser honrados, sino movidos por un espmtu humilde, recordando las palabras del Señor Jesús: “El que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado”. 3. La Humildad y el Amor Ejemplificados. Por último el Señor Jesús se dirige al que lo había convidado y le aconseja que cuando haga comida o cena no se limite sólo a invitar a sus amigos, a sus hermanos, a sus parientes o a sus vecinos ricos, porque ellos devolverán su invitación preparando otro bamiuete y entonces ¿qué amor y humildad hay en esta clase de fiestas1.’ Y en verdad, cuando hacemos esto el amor y la humildad no nos han dirigido, sino la jactancia, el orgullo y la conveniencia. Damos porque esperamos recibir más de lo que hemos dado. Invitamos gente rica, para que los demás nos consideren también ricos e influyentes. Obsequiamos a nuestros hermanos y parientes cercanos porque somos egoístas. ¿Saben, mis amados niños, cuál es el consejo del Se-