MROHNKMACIUN (AÑILO ARRIAGA NO ES LIBEROL. —--• e i e e । — - El Bandolero Ramon Gorral lo manda felicitar. Alguno* año* hace ya que con-*agramo* nueatra* mejore* e-nergía* á luchar contra la Dictadura que oprime á la Patria. En <•<*• tiempo á mucho* hemos vi*to empeñado* en la misma patriótica labor, que no ha sido estéril y que, más fecunda hubiera sido, á no registrarse en nuestras filas defecciones que-á mas de significar la pérdida de algunos ele-; metilo* para nuestra Partido, han enfriado la fe y el entusiasmo de algunos correligionarios que, en perjuicio de los principios, prestan demasiada atención á las personalidades. Creíamos que a últimas fechas, habrían quedado bien depurados los elementos del Partido Liberal y que al menos en el grupo de los que nos expatriamos para combatir con libertad á la tiranía de México, no quedaría ningún traidor á la causa. Pero nos engañamos: faltaba una defección, quizá demasiado significativa para nuestros enemigos, quizá dolorosa para algunos de nuestros correligionarios, mas no para nosotros, que acostumbrados á poner los principios por encima de los hombres, la juzgamos tan despreciable como cualquiera otra. - El último tránsfuga del Partido Liberal, es el Ing. Camilo A-rriaga. La separación entre este señor y nosotros, se verificó hace algunos meses, por falta de acuerdo en materias políticas* Nada quisimos hacer público sobre el particular, considerando que el Sr. Arriaga, aunque separado de nosotros, continuaría con sus convicciones liberales y procuraría trabajar por la causa aisladamente, ya que en nuestra compañía no quiso hacerlo. Esperábamos también que guardaría discreción sobre nuestro disgusto, ya que no había necesidad de propalarlo puesto que tanto él como nosotros, (así lo creíamos) estábamos dispuestos á trabajar por el mismo ideal. Pero en todo esto nos equivocamos redondamente: Arriaga se apresuró á escribirá nuestros correligionarios cartas en que nos difamaba, tratando de sembrar, la división en nuestro Partido, y en cuanto á IfTTausa, no ha trabajado por ella, sino contra ella. En tales circunstancias, no -es posible callar; sería perjudicial para la causa que los liberales siguieran viendo en Arriaga á un correligionario, cuando no es más que un tránsfuga con los peores agravantes. Séanos permitido hacer algunos recuerdos, para que nuestros correligionarios puedan juzgar con claridad y apreciar la conducta de Camilo Arriaga, y para que él mismo no pueda decir más tarde que lo acusamos dogmáticamente y sin fundamentos. Procuraremos ser breves y no molestar demasiado la atención de nuestros lectores con este enojoso asunto. Sabido es que Camilo Arriaga se vino á este país, desde que se constituyó en México el Gran Jurado que había de resolver en la acusación que presentó el Club «Ponciano Arriaga* qontra Bernardo Keyes por los asesinatos del 2 de Abril. En esos días nosotros estábamos en la Cárcel de Belem, rigurosamente incomunicados. Acompañó al Sr. Arriaga en la emigración, el Lie. Antonio Díaz Soto y Gama, quien trató de publicar un periódico; pero como el carácter de Arriaga es difícilmente soportable y como la especialidad de este señor consiste en despilfarrar cuanto dinero cae á sus manos, Díaz Soto llegó á en-formarse con los disgustos que su compañero le proporcionaba, y viendo que no se reunían los recursos necesarios para el periódico, abandonó el proyecto y optó por volverse á México á trabajar en.su profesión. En esos días nosotros salimos de México en condiciones bien difíciles, pues no llevábamos más que nuestros pasajes de tercera y ochenta pesos plata. En Laredo, Texas, nos encontramos con Camilo A-rriaga, que no tenía fondos y sí algunos compromisos en San Antonio, y compartimos con él nuestros pequeños recursos. Esto, naturalmente, era lo que debíamos hacer y no hay en ello ningún mérito; nunca habíamos pensado publicar tales pequefieces, y hacemos constar que si las publicamos ahora, es para defendernos de las difamaciones con que Arriaga nos obsequia, proclamando que lo hemos explotado sin compasión, caundo lo contrario es lo que mas se acerca á la verdad. Continuemos. De la pequeña suma citada, hacíamos loe gasto* comunes, y Arriaga, además, to maba para gastos extraordinarios que nunca le faltaban. Así continuó, gastando él la mayor parte de los fondos comunes, mientras que nosotros con la esperanza de reunir algo para publicar un periódico, economizábamos lo más posible..' Cuando de trabajar se trataba, Arriaga se escabullía ó desempeñaba, en todo, la menor parte. No atribuimos esto á egoísmo, y le encontrábamos disculpa en el carácter de Arriaga. Lo 3ue sí nos chocaba, eran sus ten encias á imponerse sobre noso tros, á ser, no ya un jefe en materia política, sino un tiran^, En todo había de inmiscuirse/ para todo se le había de consultar; proclamaba con raro empeño la necesidad y ventajas de la disciplina. Otra cosa que no dejaba de disgustarnos, era su afán por hablar mal de Antonio Díaz Soto y Gama; quería inducirnos á que, en nuestra correspondencia, también habláramos mal de Díaz Soto y Gama, cosa que no quisimos hacer porque no vimos en su conducta ninguna indignidad que nos autorizara para atacarlo. Pero con lo que mas sufrimos, fué con el descontento de Arriaga, con su falta de entusiasmo para la lucha, con su decaimiento moral, que lo sumía en la más desesperante inacción, y lo llevaba á proclamar, con el más negro pesimismo, que nada se podía hacer, que no había pueblo, que era inútil luchar contra la Dictadura. Hacíamos inauditos esfuerzos por animarlo, sosteníamos con él encarnizadas discusiones sobre la necesidad de trabajar y sobre el beneficio que podían procurar á la Patria nuestros trabajos, y al fin parecía convencerse y fingía entusiasmo y se manifestaba dispuesto á continuaren el combate. Recibíamos algunos auxilios de nuestros correligionarios y proponíamos á Arriaga reanudar la lucha, todavía considerándolo como jefe de nuestro grupo; pero él no manifestaba la menor actividad para tal objeto y presentaba obstáculos á nuestro ardor. Había Ingrado formar grupo a-parte con las damas que nos acompañaban, Sra. Gutiérrez de Mendoza y SritasSara Estela Ramírez y Elisa Acuña y Rósete, y en compañía de ellas se nos oponía en todo y por todo. Viendo que el dinero se gastaba miserablemente, una vez nos-empeñamos con energía en que se comenzara á trabajar de algún modo, y nuestros contrarios no tuvieron más remedio que acceder. Se acordó que Arriaga, acompañado de Juan Sarabia, Manuel Sa rabia, Santiago de la Vega y Sara Estela Ramírez, irían á San Antonio á publicar un periódico pequeño, que serviría para allegarse recursos con los que luego se pudiera fundar una buena publicación. Arriaga l'evaba el dinero y la dirección del • negocio, por ser quien conocía aquella ciudad. No hizo nada, sin embargo; no dió un sólo paso para formalizar la publicación del periódico; á los ocho días el dinero se le había acabado, y nuestros compañeros Juan y Manuel Sarabia, regresaron á Laredo, enteramente decepcionados del que hasta entonces habíamos considerado como jefe. De la Vega y la Srita Ramírez se quedaron con Arriaga. La Sra. de Mendoza, al verse separada de Arriaga, se mostró amiga nuestra, y nos dijo que A-rriaga le había ofrecido desunir nos. En efecto había intrigado para conseguirlo, despechado tal vez de que no nos habíamos sometido á él como lo deseaba. No trabajaba ni quería que nosotros trabajáramos, y procuraba impedir que nos hiciéramos de medios para reanudar la lucha. Tan luego como se separó de nosotros, escribió á muhos correligionarios, diciéndoles que no nos ayudaran con nada; queeramos unos estafadores. Esto lo supimos por los mismos correligionarios. Agotados nuestros recursos, de loa que Arriaga había gastado la mayor parte, nuestra situación fué demasiado penosa; nuestra vida fué miserable y amarga. En esa época, tuvimos el dolor, inmenso de perder á nuestro compañero Santiago de la Hox. Desesperados, anhelábamos ir á otra población mejor que Laredo, y una vez que tuvimos reunidos sesenta pesos plata, marchamos á San Antonio todos los que quedábamos, aprovechando trenes de excursión. Seguimos en la miseria, pues el trabajo de dos de nosotros apenas alcanzaba para vivir. Doña Juana estaba con nosotros; recibía dinero del que nunca no* ofreció un centavo, y cuando tuvo lo suficiente para sacar «Vesper,* se marchóá Laredo. Después de publicar con grande* intervalos cinco número» de su periódico, se volvió á México. El primero con quien tropezamos en San Antonio, fué con San tiago de la Vega, que nos miró burlescamente y se pasó de largo. Mas tarde encontramos '-á. Arriaga, y no pudimos resistir á! deseo de hablarle y preguntarle por su situación. Estaba pobre y abatido; nos dió lástima, y volvimos á ser amigos. Continuaba más pesimista que nunca, pero como nuestro entusiasmo jamás decreció, logramos reanimarlo. Llegó el mes de Octubre de 1904, en que conseguimos un préstamo de $360.00oro, quedes-de luego dedicamos al soñado periódico. De nuestras enonomías, habíamos podido ir obteniendoal gunos útiles de imprenta, y. aunque, modestamente, instalamos nuestras oficinas, y REGENE RACION se publicó al fin. Invita mos á Arriaga á salir de su aislamiento y á trabajar con nosotros 1 ofreciéndole una parte de las uti lidades. Prefirió tener un suelde y le asignamos el de $10.00 semanarios, siendo su trabajo el d< despachar la correspondencia. No era el sueldo muy elevado, pero hay que tener en cuenta nuestras condiciones económicas y el he--cho de que.los demás trabajába mos en todo, y apenas gastába mos, juntos, lo se retrasó hasta en cuatro meses, y fueron grandes los perjuicios que ocasionó este retardo en despacharla. Volvimos á vernos en extrema pobreza, y Arriaga no nos tenía la menor consideración; no ayudaba á despachar el trabajo abrumador que teníamos encima, y en cambio cobraba puntualmente su sueldo y pedía cantidades extraordinarias, no obstante que no tenía que pagar renta de casa, ni carbón ni otros gastos menores; todo lo cual no era obstáculo para que dijera que lo estábamos robando. Su pesimismo irritante en materias políticas, se manifestaba exagerado: despreciaba nuestra labor, la juzgaba inútil, ridiculizaba á los correligionarios que nos escribían cartas entusiastas. Comprendimos que nos odiaba, y vimos palpablemente que, por un sentimiento que no nos atrevíamos á calificar, trataba de impedir nuestros trabajos 6 de hacerlos ineficaces. Arriaga intrigó mucho con los empleados de esta oficina para que no* abandonaran, considerando que de ese modo no podríamos seguir publicando el periódico. Les decía que les estábamos robando su trabajo, que lo estábamos explotando. Esto nos lo dijeron los mismos empleados que, comprendiendo la bajeza de Arriaga,eiempre continuaron con nosotros. Debemos advertir que en esta oficina los empleados no son tratados como inferiores, si no como compañeros, y ellos mismos comprenden que les pagamos lo más que podemos. No explotamos; no vivimos en la holganza á costa del trabajo ajeno; trabajamos como cualquiera* en todo, y nunca hemos gastado nosotros mayor cantidad de la que damos como sueldo á nuestros empleado*. Hemos necesitado ser económicos, á veces hasta la privación, para poder sostener el periódico. Si alguien explotó fué Arriaga, que sin trabajar, percibía más dinero que cualquier otro de nuestro grupo. Sólo á un cajista logró quitarnos el intrigante; ese cajista se separó intempestivamente, en un día de mayor trabajo, ocasionándonos algunas dificultades. Además He esto, Arriaga intrigaba con algunos de nuestros mejores correligionarios, haciéndolos entrar en desconfianza respecto de nosotros. Semejante conducta de Arriaga, cuando todavía estaba entre nosotros, y aparecía como compañero, es incalificable, es indigna del menos decente de los hombres, y no era posible que la tolerásemos mucho tiempo. Fué preciso despedir á Camilo Arria ga y romper con él toda relación. Estábamos convencidos de que nos aborrecía furiosamente y procuraría causarnos todo el mal posible, pero no creíamos que para conseguirlo llegara á descender á detalles que afectaran su carácter-de liberal y autorizaran á dudar de sus convicciones independientes. Suponíamos que para él, como para nosotros, esto no sería mas que un asunto personal, y que en cuestiones políticas, todos seguiríamos en el mismo puesto. Por eso, como dijimos al principio, nada publicamos del asunto, y ni á los conocido* de esta localidad lo dimos á conocer. Arriaga obró de modo distinto, comprobando que una vez más nos habíamos equivocado en el último juicio favorable que nos habíamos formado de ese señor Hubiera podido trabajar por su cuenta, si se hubiera empeñado en realizar los bienes que aun le quedan en San Luis Potosí, pero no lo hizo. Desde la separación, Arriaga habla mal de nosotros con cuantos quieren oírlo, y nos califica, cuando menos, de bandoleros; ha vuelto á escribirá los correligionarios, calumniándonos, y vive en el Consulado de esta ciudad, donde encuentra quien acepte sus desahogos contra nosotros y nuestro periódico. Por conducto del Cónsul, el agente de la Dictadura, ha entrado en relaciones con Ramón Corral, quien lo mandó felicitar por haberse separado de nosotros que, según las palabras de aquel lacayo, ultrajamos á la Patria desde el Extranjero. Sabido es que para los bandidos que gobiernan, atacarlos á ellos es -atacar á la Patria Arriaga, apropiándose el estribillo de nuestros vulgares enemigos, proclama que REGE NERACION es un libelo, y finge escandalizarse del tono enérgico de nuestra publicación. So bre esto debemos advertir que cuando estaba entre nosotros, era él el más decidido apologista de las invectivas, habiendo u-sado más intemperancia de len guaje que nosotros en los tres ó cuatro artículos que escribió para REGENERACION enlódala temporada que duró en nuestra compañía. Aquí viene al caso decir, para que nose crea que postergamos á Arriaga, encargándo lo simplemente de la correspondencia, que él fué quien escogió esa labor. Nosotros le pedíamos que nos ayudara en la Redacción, i pero siempre se negó á escribir. I Cuando todavía estaba con nosotros Arriaga, tuvo una comida con el Cónsul, en la que éste lanzó algunas amenazas contra nos otros. Arriaga, en vez de indignarse con el agente de Díaz, siguió frecuentándolo, y ni siquiera nos dijo una palabra sobre el incidente. A Camilo Arriaga le consta que sólo á costa de fatigas y compromisos logramos levantar y sostener el periódico; al separarse de nosotros sabía que nuestra situación económica era peor que nunca, y estaba tan seguro como nwolfow de que no podíemo* h*-cer ningún gesto exlr*or<1lnarlo, porque e*lo no* oc**loner(a una desnivelación que acabaría por oblígame* á »u*pender la publl caclon. A pesar de ello, ó quilá por ello, Arriaga intrigó por con-aegulr que la persona á quien el Director de este periódico debe loe $1,500.00 de que ante* habíame*, le traspasara el crédito para encargarle él [Arriaga], de hacerlo aquí efectivo. Un día se presentó en esta oficina un abogado, con amplio poder de Arriaga, exigiendo la suma referida, y amenazando con llevar el asunto 1 los tribunales que, sin duda, hubieran decretado un embargo. No había dinero, y se le dijo al abogado que esperara, pero éste, bien aleccionado, exigía el pago inmediatamente, Arriaga pretendía arruinarnos de un modo absoluto. Por fortuna, nuestro Director .tuvo con su acreedor un arreglo, y el embargo se evitó. El odio personal de Camilo Arriaga hacia nosotros, nada significaría para la causa común; lo que sí significa es su estrecha amistad con la gente del Consulado, sus relaciones con Ramón Corral, de quien, según sabemos va á obtener un empleo, y sus trabajos por arruinar nuestro periódico que, poco 6 mucho, sirve á la causa de la libertad, sobre todo ahora que no son muy abundantes los periódicos independientes. _ Si las acciones de Arriaga no tendieran á perjudicar á la causa; si su conducta no fuera contraria á loque debiera esperarse de un liberal cualquiera, callaríamos, aunque no tenemos á Arriaga ningún aprecio, sólo.por evitar divisiones en nuestro Partido. Nos repugna hablar de interioridades, como lo hemos hecho, pero era preciso defendernos délas intrigas de Arriaga y de sus calumnias, y hemos querido decirlo todo de una vez, publicarlo todo. hablar claro. A pesar de todas las manchas que hemos señalado en su conducta, Arriaga pretende pasar ante los correligionarios, no sólo como liberal, sino como el mejor de los liberales, como el más puro, como el más digno de crédito; y pretende hacernos pasar á nos otros como embaucadores y como ambiciosos. Por nuestra parte sostenemos ser liberales honrados, y sostenenos, presentando los hechos en que basamos nuestro juicio,*que Arriaga no lo es. A nuestros correligionarios toca juzgar; á ellos toca decidir quien merezca más crédito, á ellos toca apreciar los trabajos y la conducta de cada uno, y fallar en definitiva quien ha servido leal y honradamente á la causa de la libertad y quien ha querido perjudicarla por satisfacer vanidades y odios mezquinos. — - ■»»» La Reforma Social. Eate Importante diario libre-penea dor que se publica en El Paso, Tez a» baj > la dirección del conocido periodista D. Lauro Aguírre, ( frece regalar el primer tomo de “Lm Memorias de D Sebaitlán” á quien le pague a delantado un aflo de subscripción; y A quien le anticipe el valor de un se cneatre. le obiequlará uEl Verdadero Porfirio Dfsz.” Los precios de Subscripción de ese esérglco diario consagrado A comba tlr la Dictadura, son los eigulentes: Por un semestre...........SI. 10 oro Por un afio...............,,2.00 ,, Dirección poeta): P. O. Box 125. El Paso, Texas. — ■- ■• Fracaso de un golpe de mano. Impulslvlsmo Científico. El cientificismo es tan estúpido y tan impulsivo como reyismo según lo van á ver nuestros conciudadanos. Los golpes de mano, las hecatombes en frío, los asesinatos cobardes que han hecho célebre al reyismo, son también una arma de los científicos para sembrar el pánico entre sus enemigos. Recuérdese el audaz atentado cometido por Ramón Corral—científico —al bajar de la tribuna popular á los oradores Agustín Soriano y David Palemón Serrano para enviarlos a Yucatán en calidad de soldados, por haber atacado á Porfirio Díaz el primero, y á los cien' tíficos el segundo. 1 Arrebatado por la cólera, Emilio Pimentel se propuso dar un golpe de mano en Oaxaca, para impedir la publicación del segundo número de «El Bien Público,» el órgano de la «Asociación Juárez.» No hay para qué decir que el bandolero Tirso Inurreta fué el comisionado por Pimentel para dar el golpe de mano. Inurreta disfrazó á treinta gendarmes pro-porcionándples vestidos de paisa- Regenerador Atiguet abth. 1908. Hubecriptioti ratee: Per annum..........| a. oo gold Per 6 montha. . . f lo Director y Propietario: eicaeoe rioaee maoom. CONDICIONES: "MKOKXEZ ACIOK*« S« public* lo» •ábedoe. El número suelto vale cinco centavo* on an loe Catado* Unido* del Norte y diet centavo* pie te en la República Mexicana. Loa precio* de eubecrlpclón eon como elfue: En loe Eetadoe Unido* del Norte por un eemee tre, p*ro adelantado--$ I. 10 oro. . Por unafto, paco'adelantado 2. 00 oro. En la República Mexicana por un eemoetre pato adelantado-----$ 2. 40 plata. Por un afio. paro adelantado 4. 50 El ciento de ejemplare* vale para loe Arente*: En la República Mexicana.—--$ 7. 00 plata. En loa Eetadoe Unidoa del Norte— 3. 00 oro. Loa envíos de dinero pueden hacerse por Gln Poetal Internacional, por Expreae. en MUletee d# Banco ó en Timbre* Postales. Laepereoeae neo recibe* REGENEM* CION ee eervlree meedar pe«er directa-mente au aubecrlpcion, pees *e pe de moa girar centre nweetree a boa a dea. Pura todo curunto dirigirm al Director no. Esos treinta rufianes fueron apostados en las inmediaciones de la imprenta de los Sres. San Germán Uno*., donde se imprime «El Bien Público,» con instrucciones precisas de aprehender á cualquier persona que saliese de la Imprenta llevando uno ó más ejemplares del periódico. El objeto era impedir la circulación, así, brutalmente, desconociendo por completo la ley y atropellando cínicamente las garantías individuales. Advertidos del peligro los redactores del periódico, se propusieron asumir una enérgica actitud para evitar tod. atentado. Al efecto, el Sr. Lie Ismael Puga y Colmenares, con un ejemplar del número 2 del periódico se presentó en la oficina del bandolero Tirso Inurreta —individuo que asesinó á su hijo político en Tabasco y que ahora desempeña el puesto de Jefe Político del Centro en Oaxaca—y dijo al criminal funcionario: «primeramente debo decir, que no he venido á pedir permiso para la circulación del periódico, porque no necesitamos de ese permiso en virtud de que la Constitución no* ampara;*simplemente vengo ádecirle que retire su policía aecreta que tiene en la imprenta, porque no se necesita su presencia en dicho lugar; aquí traigo un ejem-piar del número que vamos á publicar, léalo UdM y si en él se ha infringido la ley, estoy incondicionalmente á sus órdenes para que me mande á la cárcel.» Poco más ó menos fueron esas las palabras del Sr. Puga y Colmenares. Ante conducta tan viril, Inurreta confesó que efectivamente habíadisfrazadoá.sus gendarmes, pero que iba á retirarlos. El periódico circuló con profusión y fué leído con avidez por los buenos oaxaquefios, quedando burlado el burdo plan fraguado por Pimentel para impedir su circulación. Pimentel se ha exhibido una vez más como estulto y como impulsivo. Gracias á la serena energía de los liberales oaxaquefios, fracasó el golpe de mano que preparó el tartufo libertino. Priceio de lee Admlilitricio- nes Textepecanas ee Mexico. Eeteee el título completo de la obra en que actualmente le ocupa el conocido escritor liberal Adolfo Duolóa-Salina», y de la cual «México Pacificado,» que tan honda sensación oaueé -en la República, ee solamente la introducción ó prefacio. La edición de «México Pacificado,» aunque profusa, e* agotó en poco* metes casi por completo, quedando de ella, para la fecha, tan solo unos cuantos ejemplares. El segundo tomo— «Héroe y Caudillo»—llamará, á no dudarlo, la atención de todo» los mexicanos. En este trabajo se muestran, paralela», las figuras del inmortal Juárez y del autócrata Díaz al través de la Historia, hasta pasar el segundo sobre el cadáver de. primero, para inaugurar en México una era de prosperidad orepelada, A la vez que de degradación positiva, de retrocase político, de ab-dicación vergonzosa ante el sollo de la tiranía, de toda» aquella» virtudes1 y privilegios que convierten a) esclavo en ciudadano. La grande obra de Díaz, conforme ee desprende del libro que nos ocupa, fué clavar el pufial en el corazón de la República jr recrearse meditativo, como el Enobarbo ante el cadáver de Agriplna. ante la agonía de las instituciones de aquella. Casi todo* loe ejemplare» de la Edición, en prensa, están ya ordena- . do». Vale, en México: por Kxpre*», C. O. D. 06.00 plata, y por Correo, pstfo * Plantado, 05.00, lo mismo que «Méxlce Paotfloado.» Háganse loe pedidos á Adolfo Dudó» Salinas. — 1020 Eighteenth St — . St. Louis. Mo., Ü. 8 A.. 6 á Ricardo * Flores Magón, Director de este periódico.