7 de Diciembre, 1924. REVISTA CATOLICA 818 SECCION EDITORIAL AYACUCHO A TRAVES DE 100 AÑOS. 1824—9 de Diciembre—1924. y La causa de la independencia sudamericana triunfaba en Carabobo, Boyacá, Pichincha y Junin, campos de batalla que fueron cuna de las repúblicas de Venezuela, Nueva Granada, Ecuador, Bolivia. Quedaba el Perú como último baluarte de la dominación española en América. El día 9 de diciembre de 1824, en la pequeña llanura de Ayacucho, situada al pié del Cundurcunca, se riñó la última batalla de importancia que aseguró también al Perú su independencia. v De esa batalla escribía un año más tarde Bolí-var, el Libertador: “La batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana y la obra del general Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta, y la ejecución divina. Maniobras hábiles y prontas desbarataron en una hora a los vencedores de- 14 años, y a un enemigo perfectamente constituido y hábilmente mandado. Ayacucho es la desesperación de nuestros enemigos. Ayacucho, semejante a Waterloo, que decidió del destino de Europa, ha fijado la suerte de las naciones americanas.” La resistencia del ejército español fué prodi-giosa, como escribía Bolívar al general Canterac: y abandonado a sus propios recursos, interrumpida toda comunicación con el exterior, dio pruebas de talentos militares poco comunes; pero la hora de la providencia había sonado, los pueblos americanos entraban por nuevos caminos, descubrían nuevos horizontes, comenzaban nueva vida. Suero, vencedor de tan memorable jornada, era, ^~en frase de Bolívar: “d más digno general de Colombia”, y se podría añadir que era también el más digno de ceñirse los laureles de la última victoria, por su moderación en el triunfo y su prudencia en el consejo, por la serenidad en el peligro, y la ecuanimidad de su carácter, por la limpia claridad de su nombre y por la nobleza de su sangre, por su lealtad como amigo y por su fidelidad al deber. Sin embargo, lejos de engreírse, escribía a su .. / amigo Bolívar: “Yo estoy más contento por haber -f satisfecho los encargos de Ud. y porque Ud. haya salido de la empresa del Perú, que por el servicio que he hecho y la gloria que pueda resultarme”. ¡Qué ejemplo tan digno de imitarse-, tan digno de proponerse a las nuevas generaciones a-mericanas! Y Bolívar, lejos de usurparse méritos ajenos, ya hemos visto cómo encomiaba la obra de Sucre. Y sin embargo, bien podemos decir con J. J. Olmedo, cantor de la Victoria de Junín: I Oh valle de Ayacucho bienhadado! Allí Bolívar, en su heroica mente Mayores pensamientos revolviendo. El nuevo triunfo trazará, y haciendo De su genio y poder un nuevo ensayo Al joven Sucre prestará su rayo. Cuando, al evocar su memoria secular, contemplamos ese temple de alma, ese acendrado patriotismo en los Padres de las repúblicas hispanoamericanas, no podemos menos de execrar con toda el alma ese espíritu de intriga, ese afán de medro que carcome las naciones, consume las e-nergías y envenena las fuentes de la vida nacional. Para Bolívar la epopeya sudamericana no terminaba con la emancipación; algo todavía más grande agitaba su espíritu emprendedor; y revolvía en su ardorosa mente el proyecto atrevido de confederar a todos los pueblos de la América Española, colocando su centro en el Istmo de Panamá. Y hasta propuso la apertura del canal, realizada un siglo más tarde por fines muy diversos de los que él se proponía. Su vasto ideal parecía un sueño, y, sin embargo, vemos que lentamente va tomando cuerpo, aunque no precisamente de la misma manera que agitaba su imaginación. ¿Qué son en efecto esos congresos panamericanos e hispanoamericanos ? ¿qué nos pregona ese día 12 de octubre en que- los latidos de toda una raza repercuten al mismo tiempo en las quebradas de los Andes, en las escabrosidades de las Montañas Roqueñas, y, cruzando el océano, en las márgenes del Guadalquivir y del Ebro? El hispano-americanismo no es un sueño, no, sino una realidad que ya se palpa, y cábele al gran Bolívar la gloria de haber sido su precursor. En las llanuras de Ayacucho se han dado cita las jóvenes repúblicas hispano-americanas para el día 9 de diciembre, y a ella ha acudido también, por especial invitación y por simpatía la vieja España, no ya para decretar la emancipación como en 1824, sino para sellar y consagrar, sobre aquella tierra empapada en tanta sangre generosa, la unión fraternal e indisoluble de la raza más gloriosa del mundo. OBREROS AMERICANOS Y MEXICANOS No se conoce que sean hermanos. Días pasados celebró en El Paso su convención anual la Federación Americana del Trabajo, mientras que en Juárez celebraba la suya la Confederación Regional Obrera deMéxico. Los obreros americanos y mexicanos se dieron cita, por decirlo así, en estas ciudades fronterizas, para conocerse, tratarse y estrechar más y más sus relaciones. ¿Lo han conseguido? Mucho lo tememos. Los delegados obreros que vinieron a Cd. Juárez, no supieron mantener su honor y dignidad, y es de creer que, a pesar de las altisonantes palabras de sus discursos, el resultado haya sido contraproducente, por la falta de civismo y cultura de los delegados mexicanos.