Que en lágrimas empapa nuestros ojos. Si en tu hora postrimera Nada ha’laste en el seno de la noche Que a la angustia de tu alma respondiera; Si te quisiste erguir buscando el aire De una región mejor de fe y poesía, Y el silencio rodeó tu desventura Y te sentiste solo en tu agonía; Si viste el cielo, si el sagrado nombre De tu madre a tus labios se acercaba; Si, como en tu niñed, buscaste triste Su rostro en tu alma angelical imprésp___ Y; al tiempo de expirar, sentir quisiste ) Como un perdón de Dios, su último beso, ¡Adiós, adiós, mañana En torno de tu tumba habrá callado La pompa estéril de la gloria humana. ¡Ah! La historia cruel de tus dolores Será la sombra que huye fugitiva; Como hoy el mundo tu recuerdo esquiva. Tal vez tu tumba esquivarán las flores. ¡Cuántos te olvidarán! Nunca el que pudo Escuchar un momento tu gemido---------- -El que una vez sintió bajo su mano De tu alma enferma el fúnebre latido. ¿Cómo olvidarte? No. Siempre en las horas En que llegue la sombra funeraria Escuchará tu voz, como en la noche El grito de la erraúte procelaria. Se mezclará tu nombre a suS amores, Tu memoria bendita a su plegaria. Tus versos al perfume de sus flores---- Cerca del fuego de su hogar, vacío Te esperará un lugar, y si el impío Duelo visita su mansión obscura. Como un sollozo de letal quebranto. Se mezclará en la copa de su vida Gota perenne de insaciable llanto, El nombre infortunado del suicida. ¡Adiós, hermano, adiós! Ya en lontananza Tu estrella se apagó: nuestra alma herida Como señal de eterna despedida, En tu sepulcro escribirá: esperanza! 1