en era ci on í La libertad da Imprenta no tiene mié límites que el respeto i la vida privada» la moral y á la paz pública.—Art. 7 o de la Constitución. zC^irido la República pronuncie su voz soberana,- será forzoso someterse v Direotor: RICARDO FLORES MAGON r Jefe de Redacción: AÑO I.—2a EPOCA. Periódico independiente de combate. Oficinas: 107 North Channing A Ve- SAINT LOUIS, MO., E. U. A.—Marzo 18 de 1905. Administrador: Enrique Flores Magon TOMO III.-No 20. quisimos hablar de ello, para que no se nos tachara de ligeros ni se creyera que pretendíamos darnos eTía importancia que no tenemos. Pero cuando nosotros teníamos esta delicadeza para con la Dictadura, la Dictadura procedía de un modo que hubiera justificado nuestras más terribles acusaciones. Ya en esta ciudad, y posteriormente á la publicación del artículo referente á nuestro viaje, hemos recibido informaciones fidedignas que nos autorizan á hablar Dijimos ya cómo se nos moles" taba con provocaciones necias, cómo fuimos condenados por los Tribunales de Texas á pagar una multa, después de haber sido injuriados en nuestra propia casa por un ebrio insignificante, cómo pretendió Díaz que este Gobierno nos'persiguiera y cómo, por último, trató de extraditarnos. Ahora tenemos que agregar que la Dictadura, resuelta áacabar de un golpe con nuestros trabajos por Ja libertad de México, se había decidido á emplear para suprimirnos el último recurso: el del crimen, en su forma mas odiosa y mas cobarde; el del asesinato, fríamente meditado y ordenado á los séres más viles, cuya complicidad sólo se busca cuando se ha llegado al último extremo de la degradación moral. A mediados de Febrero había ya en San Antonio gente comisionada -para asesinarnos. Porfirio Díaz y Bernardo Reyes—cuyos nombres casi ni necesitamos estampar, porque simplemente con el asunto se evocan,—hicieron á un lado, no un pudor de que siempre han carecido, sino el temor de que el atentado que ordenaban les acarreara desprestigio ó provocara escándalo en la República, y enviaron tras de nosotros unos cuantos rufianes, con la I1 .consigna de hacernos desaparecer será atendido por los ¡buenos pa á toda costa, triotas. ¡Adelante, pues! A unirnos, á organizamos, á fortalecernos para la irremisible lucha que se avecina..........y mañana, cuan- do el despotismo haya caído, cuando sobre los escombros de la tiranía se yerga la República triunfante, recogeremos, con satisfacción y legítimo orgullo, los frutos pueblo el rendir fervoroso culto á determinadas personalidades, cuyos antiguos méritos no negamos, pero cuya degeneración presente no podemos desconocer. No debemos ya esperar: debemos obrar. De dia en dia se aproxima el desenlace de la Dictadura, que puede estar más cercano de lo que suponemos, y para entonces, si queremos verdaderamente ser útiles á la Patria, necesitamos los liberales estar unidos, tener organización, tener fuerza, constituir un Partido que legítimamente represente las aspiraciones de la nación y sea* una garantía de que se lucha puramente por principios. Nuestra insistencia sobre lo urgente que consideramos la reorganización del Partido Liberal, se debe á la importancia intrínseca del asunto; pero no significa en modo alguno que nuestros correligionarios hayan permanecido indiferentes á nuestra anterior iniciativa. Nuestra iniciativa—lo decimos con verdadera satisfacción,- ha sido acogida mejor de lo que esperábamos, y con la aprobación calurosa de ella, hemos recibido proposiciones honrosísimas que agradecemos profundamente, pero que no podemos aceptar mientras no expresen la opinión de la mayoría de nuestros correligionarios. Confiamos en que esa opinión nos será conocida muy pronto, y fundamos nuestra confianza en En J el interés con que vemos á núes-tadura han probado suficiente-1 se por los destinos futuros del pueblo mexicano. Vemos florecer por todas partes, cada vez más robusto y vigoroso, el anhelo de libertad; vemos renacer el civismo con poderoso empuje: vemos romperse el La reorganización del Partido Liberal Inutilidad de los viejos Caudillos Desde que el Gral Díaz, con la espada enrojecida por la sangre de sus conciudadanos, escaló la primera Magistratura de la Nación, el Partido Liberal sufre en México la más implacable y encarnizada de las persecuciones. Díaz, que no tuvo nunca otro anhelo que el de satisfacer sus personales ambiciones, que el de imponerse y tiranizar, vió en el Partido Liberal un serio obstáculo para sus planes de opresión, y dedicó tanto sus energías como sus astucias á debilitar y destruir ese Partido, cuyos ensueños de democracia pura no podrían coexistir con las tendencias monárquicas del falaz motinero de Tux- La energía del incipiente Dictador se tradujo en ferocidad y la astucia en corrupción. A los honrados, los suprimió; álos dúctiles, los compró. Y así fue como el pueblo liberal vió desaparecer á sus caudillos ó á los que hubieran podido serlo, y lloró indignado sobre la tumba de los márti-tires, y se alejó, con la amargura en el alma, de los que cobardemente lo traicionaron. Los conservadores y los tránsfugas del Partido Liberal fueron llevados por el Autócrata á los puestos públicos; el Clero fué cómplice de la Dictadura y compartió su poder; la brutal acción pueblo su ilimitada confianza en ciertos hombres que alguna vez merecieron su cariño y su aplauso, pero que más tarde se han envilecido, haciéndose acreedores al desprecio. Largos años ha gemido el pueblo en la esclavitud, sin intentar siquiera sacudirla, esperando que esos hombres le señalen el camino de laredención; esperando que esos antiguos lucha*, eres enarbolen, como en otros tiempos, la bandera de la libertad. Y han corrido seis lustros de tiranía, y se ha presentado el problema de la sucesión del Dictador actual, y ha llegado á ser ingente la necesidad de preocuparse por el porvenir de la nación, sin que los héroes y los patricios del pasado salgan de su catalepsia vergonzosa, sin que pronuncien una palabra de aliento esas esfinges mudas de terror, sin que resuciten á la dignidad y al civismo esas momias que yacen envueltas en el sudario sus manchadas glorias. Es preciso ya convencerse de que nada debe esperar el pueblo de sus antiguos caudillos. de .r.ta años de sumisión á la Die- tros correligionarios preocupar- mente su irremediable degradación y han perdido por completo su autoridad. yo sobre los liberales que no transigieron ni se humillaron, y ante la dolorosa perplejidad del pueblo, que se encontró aislado, sin directores, sin caudillos, el Dictador se sintió satisfecho y creyó haber triunfado definitivamente sobre todos los elementos viriles v sanos de la nación. La profunda decepción del pueblo, lo condujo al excepticis-mo en política; el excepticismo lo hizo indifyente y la «indiferencia lo hizo «abyecto. No tuvo él la culpa; él, antes de abismarse en el excéptico indiferentismo de los esclavos resignado», esperó ansiosamente que la voz prestigiada de sus antiguos jefes lo llamara á la defensa de la Patria. Pero esa voz no vibró; una cobardía desmesurada sellaba todos los labios y doblegaba todas las frentes; la dignidad desaparecía bajo una avalancha de oprobio; y ante el trono del Dictador.confundidos con los más viles lacayos, enlodaban sus prestigios y sus laureles los antiguos patricios y los héroes, ignominiosamente sometidos. Antes que el pueblo, fueron abyectos sus caudillos: ellos le dieron ejemplo de cobardía, de ductilidad, de servilismo; ellos lo decepcionaron y engendraron en él esa indiferencia política que lo llevó á la más absoluta servidumbre; ellos son los culpables de que la Dictadura se haya robustecido y de que el Partido Liberal se haya desorganizado hasta tal punto, que se le ha podido juagar desaparecido para siempre. Ha sido un inmensa error del Patria no debemos esperar ni su iniciativa ni su apoyo, que ' ai en ellos siguiéramos confiando y siI imitáramos »u conducta, tendrá I P°I“,C* ? mo, que contemplar impávido,, j nüátroíl'.m.S^Tto’unl^ sin prepararnos y sin fortalecernos, la aproximación de la muerte del Dictador, que será la señal déla revuelta de los campos nacionales. Debemos trabajar los liberales, sin preocuparnos porque figuren ó dejen de figurar en nuestro Partido hombres que en otro tiempo tuvieron un prestigio que ¡ no han sabido conservar. Hagamos abstracción de esas glorias preciado¡ de la fraternidad**!^ mutiles, y los que anhelamos el ¡ ral. triunfo de la democracia, los que deseamos que un régimen de libertador de orden constitucional suceda á la presente Dictadura, unámonos, reorganicemos el Partido Liberal y preparémonos para impedir en el futuro el entronizamiento de Ramón Corral ó de cualquier otro tirano. No importa que seamos obscuros, si somos honrados; no importa que carezcamos de gloriosos timbres, si abundamos en buena voluntad para servir á la patria. Lo que urge es constituir el Partido Liberal, y para eso no se necesitan próceres; bastan los ciudadanos. En un número anterior de nuestro periódico explicamos la necesidad de esta reorganización de nuestra Partido y expusimos las ventajas que de ella obtendrá la Patria en un futuro no lejano. Hoy continuamos sosteniendo que es urgente dar principio á los trabajos de reorganización, y para enseñanza de loa que todavía esperan la reaparición imposible de sus viejos caudillos, hemos querido mostrar lo perni- * cioso que ha sido para nuestro 1 alentamos la seguridad de que Este es el hecho. No queremos hablar de él más de lo que merece, y nos concretamos á exhibirlo en apoyo de nuestra justa y honrada campaña contra el Gobierno de México y en refutación á los que califican de política sin peligros nuestra lucha desde el Extranjero. Asesinaros Periodistas arrojados a la cárcel blar de los prisioneros; y sus familias y amigos que conocen los procedimientos empleados por el gobierno para deshacerse de sus enemigos, temen que los prisioneros hayan sido asesinados en el camino á esta ciudad.* temple y empuje del pueblo de Coahuila y que pone en peligro hasta nuestra nacionalidad, pues á un país donde no hay garantías, donde reina la arbitrariedad de mandarines sin freno, donde parece que no hay un pueblo digno que se haga respetar, la codicia yankee lo contempla como á una fácil presa, y fácil presa será si no se yergue y se vigoriza y se impone en una reacción viril. ¡Abajo Cárdenas! debe ? ser el grito de los coahuilenses todos, y ningunas transacciones con Díaz, el Autócrata que envilece á nuestra Patria! No tenemos noticias que confirmen lo dicho por el periódico citado. Pero ante 'la posibilidad de un crimen que tanto agrada cometer á los déspotas, levantamos nues-taa voz para hacerla oir en son de protesta. Espeluznan noticias como la anterior é indigna que hasta la prensa extranjera las publique y comente. Los individuos que están en el gobierno han perdido todo pudor. Reyes y su discípulo Cárdenas han extremado la ferocidad. Cárdenas es más odioso aún porque es más cobarde,—si no más bajo ni más vil que su émulo y director.—Cárdenas engañó á su partido. Refinadamente hipócrita, se fingió liberal y honrado para obtener el favor mendigado servilmente de ocu- MUY IMPORTANTE Suplicamos á nuestros amables subscripto» es se sbwn enviarnos sus pagos tan pronto como les llegue nuestro aviso. A las pe» sonas que reciban nuestro aviso y ya haya»» enviado sus pagos, les agradeceremos nos dispensen, pues es fácil que se nos haya escapado algún aviso por ser crecido el nú-par el primer puesto en el Estado mtro de nombres que tenemos en lista-de Coahuila, en el que se había acarreado tantos odios por su desbarajuste administrativo y por su insolente inmoralidad, el rudo y salvaje gobernador Garza Galán protegido y favorecido del Gral. Treviño, que al Estado de Coahuila le había hecho el triste servicio de imponerle tal mandarín. Cárdenas no se batió nunca junto álos bravos insurrectos que enarbolaron la bandera de la ley contra Garza Galán, y á los cuales temió el débil Dictador entrando con ellos en transacciones que aceptaron, creyendo, como la suya, leal la palabra de un hombre cemo Díaz que no tiene palabra. Cárdenas tampoco asumió una actitud simpática y resuelta en las pugnas del periodismo 6 de los es-tudiantes de entonces que mostraron valor civil. Cárdenas simplemente se fingió aliado de los oposicionistas, y en actitud pasiva y cobarde esperó hacerse presente á la hora del triunfo. Se prestó á las maquinaciones del poder, á las intrigas de Reyes, á ser, más que el candidato popular, el candidato de la transacción, el candidato de los tiranos. El pueblo de Coahuila se engañó y traicionando á su pueblo, abasando de la confianza que le concedía, se entregó Cárdenas con encarnizamiento á matar á los que Reyes le ordenaba matar ó á quienes él mismo temía, y á robar con desenfreno jamás visto, ni imagina-do. á robar con una ansia febril queriendo enriquecerse de una vez como el ladrón que asalta una casa y acapara cuanto halla á la mano, temeroso de no aprovechar los pocos momentos de que dispone mien tras llega la policía 6 los robados hacen una enérgica defensa. Cárdenas conoce la virilidad no desmentida del pueblo de Coahuila y supo que tenía que apresurarse, que robar á la carrera, sin perder un instante, sin tomar aliento, mientras el pueblo no despertara y se apercibiera del vandalismo. Y Cárdenas robó y mató cuanto pudo y en tanto que pudo. Hoy el pueblo de Coahuila se ha despertado y no permitirá en las próximas elecciones que siga al frente de sus destinos un bandolero como Cárdenas. El último crimen que para deshonra del gobierno de Cárdenas viene alarmando hasta á la prensa extranjera, estimulará aún más á los patriotas coahuilenses para sacudirse una tiranía que no cuadra con el Es preciso no olvidar que todos tos envíos deben hacerse precisamente á Ricardo Flores Magón. 505 W\ Nueva StM y no 405 como equivoca* pamente aparece en algunas de núes*, tías circulares. “EL POBRE VALBUENA." ♦ En Monterrey, N. L , se está publicando un quincenal reyista con ribetes académicos “El Pobre Valbuena \ que abusando de la impunidad que le concede su carácter oficioso, insulta con vileza en todas sus ediciones, á los señores Santiago Roel y Antonio de la Paz Guerra, directores de nuestro apreciable colega «Renacimiento*. La misión de «El Pobre Valbuena,» por lo visto se concreta á zaherir y desprestigiar á «Renacimiento,* honrado semanario que se ha hecho acreedor á las simpatías del pueblo; pero afortunadamente su labor será infecunda como infecunda fué la de su hermano «El Azote,* de ingrata memoria. Tristísimo es el papel que desempeña «El Pobre Valbuena»: para devengar la humillante soldada que le asignara su mantenedor y protector Bernardo Reyes se ve obligado á ejercer funciones de «bravi» y de bufón y acontece que son tan ridiculas sus bravatas como sandias / sus bufonadas. El elemento digno de Nuevo León acostumbrado á despreciar á los lacayos de Reyes ha tenido o-portunidad de apreciar debidamente las tendencias que persigne el presuntuoso quincenal que, para concluir diremos, acusa idiotismo al presentarse en el tablado periodístico con un antifaz de independencia tan sutil que al través de él puede el menos perspicaz, observar muecas de abyección y gestos de impudicia. Con este título publica «The San frilQtradnC Antonio Gazette,» del día 8 del co-HUÍlldUUbi mente, el telegrama que traduci-। mos á continuación: I «Especial para «The Gazette».— Saltillo, México. Marzo 8—Puede verse un ejemplo de cómo se administra justicia en México, en lo ocurrido en San Pedro, Estado de Coahuila. «En esa ciudad M. Contreras y T. de los Santos fueron arrestados por orden del Presidente Municipal, y acusados del “crimen" de oer corresponsales de un periódico liberal mexicano publicado en los Estados Unidos. «Se les arrojó * un inmundo calabozo abandonándolos allí por tres días en absoluta incomunicación. Después fueron entregados á Juan Guajardo, un antiguo y famoso bandido que es ahora Jefe de Rurales, quien recibió órdenes de conducir á los prisioneros al Saltillo. «Eso ocurrió hace varios días y no I desde entonces nada se ha oido ha- Dictadura. Entre los motivos que nos obli-garoná cambiar nuestra residencia de San Antonio, Texas, á esta ciudad, y que publicamos en el numero 17 de nuestro periódico, no hicimos figurar, como lo recordarán nuestros lectores, el temor de ser asesinados alevosamente por agentes del Gobierno de México. Por más que siempre hemos considerado á la Dictadura capaz de cualquier crimen, no quisimos atribuirle la intención de hacer con nosotros lo mismo que hizo con el Gral Ignacio Martínez, sin tener un hecho en que basarnos y sólo por meras suposiciones. Aunque, en realidad, nos hallábamos expuestos á un atentado de ese género y siempre estuvimos preparados á rechazarlo, Suplicamos a nuestros Agentes manden cubrir sus cuentas a la mayor brevedad, igual suplica hacemos a nuestros subscriptores para que no sean borrados de nuestras listas