DIAS — o WELL,Papa, I dontV CARE '------Hu SABES QUET^ Me Recortaron de LA LA- VANDERiA, V Tienes que darme DINERO PX IR AL ’'SUoiM* COM M\ SweeTuea^T r^V oll,yeAP?-¿V No Sabes que: A mi “Tambieñ we Va^ A parar cm ec “Trabajo? NADA MACHETONA , No ANDES T^ANENDO AQUI AL PELADO DE TU NONIO A QUE COMA TODOS LOS DEJALO QUE VAhon ARaaV ReNTa y QüeTeN^O Que: PACÍ ar La ASEAURANZA , EL (RADIO, ABono Por. Los dientes V Las ANTIPARRAS DET ---- n Plena risis ¡Crisis! He aquí el vocablo forzado de toda conversación. ¡Crisis! He allí la palabra que entra en juego en todos los diálogos y soliloquios. ¡Crisis! ■ La única palabra que, pronunciada en todas las gamas, tienen en boca, constantemente, el rico como el pobre, ei joven como el viejo, el amo como el criado. Hl tema de todas cónversacíonest ¡la crisis: El platillo del día en corrillos, parques y “parties”: ¡la crisis! De] pulpito a la cocina no se escucha hablar más que de ¡la crisis! En resumen: todos se hacen ¡crisis! y se vuelven ¡crisis! Me refiero a la gente de habla española; que los norteamericanos, para variar, han cambiado el vocablo por la ya clásica de: “depression”. Y con esto de la “crisis” o la “depresión”, nadie quiere pagar a su fondista, zapatero o sastre. Claro ¡como que nos hallamos en plena crisis! Perdón don Melitón, ¿cómo quiere usted que le pague las medias suelas que le puso a mis zapatos si nos hallamos en plena ¡crisis’?—decía hace pocos días Pepito Repollo al remendón de la vecindad- Y aun cuando don Melitón debe a todo mundo y está próximo a ser puesto en mitad de la calle por no haber pagado la renta de¡ jonuco que ocupa desde que comenzó la crisis, tuvo que aceptar, filosófico, el dicho de su cliente. Y como Pepito, abundan los que, bajo el pretexto de la depresión económica que nos agobia, no pagan al chino que les lava la ropa, al compatriota que los rapa cada dos semanas, ni al chiquillo limpia-botas. “zti/, dona Anacleta, desde que vino la “crisis'* no sabemos en casa lo que es carne. Nos hemos -vuelto come yerbas por la fuerza, decía no hace mucho doña Roma, una señora de mucho peso; pero de ningunos pesos. A lo que doña Sinforosa le replicaba: “¡ Ay, comadrita! tanto como le cuadraban a Lino las chuletas de puerco y los “7 ibcsMques", que se dice aquí; Por L. F. BUSTAMANTE Redactor de los Periódicos LOZANO pero desde que llegó la “crisis", créame con-vadrita, nos estamos quedando éticos. Con decirla que en pasados días Dlpa, la más chiquita de las siete que el Señor me ha concedido, si no se lo quitamos a tiempo, se come ayer tarde mi añadido!" ¡La depresión económica? Desde que llegó la llamada en todos los tonos “crisis”, individuo conocemos que no se xia cambiado el cuello de la camisa, y lleva desde hace cuatro meses el mismo par de calcetines. El, por supuesto, afirma que diariamente se lo cambia, ¡ciaro!, de un pie a otro. A Periquito Cogollo, que en una fábrica de carnes en conserva hacía hasta veinte dólares a la semana, y que se privaba del lunch al medio día. para poder vestir con la elegancia de un “jelly bean”, de Broadway o un filipino de First St., ahora ha tenido que suprimir hasta el*café con ““dónats” con que cobraba ánimo por la mañana antes de dirigirse a su trabajo. Porque ahora todo mundo ahorra, inclusive a-lambicando las tripas, y porque como él sabiamente dice: “Hay que altorrar; hay que ahorrar para el pasaje con descuento y huir hacia la tierra sin crisis". Pero incuestionablemente que a quien más estragos ha ocasionado la presente depresión, que se dice en inglés, ha sido a Chabela Monterilla, jamona entrada en carnes; nariz “a la cotorra”, y con cierto siseo al hablar. Hace ya largos años se plantó en los 28 y podrán irse y venir otras crisis; pero de allí no pasa ni a tiros. Veinte depresiones juntas no la harían añadirse un año. Y Chabela tenía un novio; Fred, le decían, para sajonizar el nombre; empleado con sueldo fijo y pagado con puntualidad cronométrica. Pero en cuanto empezó la crisis vino un reajuste en el personal, y se quedó cesante. Las nupcias entre Chabela y Fred e-ran un hecho; pero ¡oh, desgracia! o mejor dicho, ¡oh, crisis!, en cuanto ésta dejó sentirse, Fréd fue uno de los primeros que cayeron ai embate de su empuje"; perdió el empleo y-con ello el ■cuarto y comida que tenía en un Boarding House. Y claro, comiendo “garbage” guisado en una. Misión, y durmiendo por las tardes en las bancas de los jardines públicos, y por las noches en un cine de “open all night”, fue disecándose en vida, hasta que un día, al besar a Chabela en un lunar con pelos,—que ella afirma le hace muc)ia gracia,:—volvió en blanco sus ojos ..y lanzó el postrer suspiro. Y no pudo ser de otro modo, porque lás últimas semanas se mantenía de aire. Y la novia no gimió ni lloró, como tampoco renegó contra la crisis, ni menos trató de matarse diluyendo cerillos de palo en una copa de alcohol para friegas o legítimo “moonshine”. ¡Pobrecita! Desde entonces se halla, como dice Doña elementa, su comadre: “no come, no bebe, no habla ni rompe zapatos". -------------)O(__---------- Wellington Manor (Viene de la Página Seis) gieron a la puerta. Ya en ella, Forbes se volvió, escupiendo más que diciendo, a la cara de London: —Mi periódico, el “Evening Star”, se hace cargo de la señorita García. Ella estará en su domicilio, atenta a cualquier llamado de las autoridades. Hasta luego .. ! Y ambos salieron de la estancia precipitadamente. London, con un gesto de incertidumbre que le era familiar, se rascó una oreja, viéndolos partir. Jack no perdía de vista a su jefe como sí esperase órdenes. Al fin, el detective rompió o] silencio: —Tú quédate aquí, l¿asta uú retorno en el día., y cuidado con ose pájaro del cuarto vecino. Luego, guiñando el ojo, agregó: —Este caso me dará fama en los Estados Unidos. Ya lo verás... Se caló el sombrero, se afirmó entre los labios un nuevo puro, y salió del cuarto de Sc-tin, mascullando un juramento cu inglés. (Continuará el próximo Domingo) ------------)o(------------ Se Perderá una... (Viene tie la Página .Sirle) un círculo y extendiendo el brazo derecho, dijeron al unísono: “¡Juramos!" “Ese día no pude enterarme de qué habían tratado ahí, pero más tarde su pe que los que habían asistido a la reunión, habían jurado lanzarse a un movimiento re vo 1 uc ion; ir i o. Fernández Urbina terminó de hacer la historia de la mascarilla, para luego lamentarse: “Y yo conservaba la mascarilla como un gran tesoro; quería donarla algún día al Museo de la Revolución Mexicana .. .“Pero., me llegó la “brujez”; necesité dinero. El representante (L- un anticuario de Los Angeles, me ofreció una cantidad; luego otra.. Me fuí comprometiendo hasta que tuve que darle la mascarilla .. “Ahora está en Los Angeles y Hiño que se pierda". -------------)0(-------------- MEDI ARIOS El coronel Crockett, hombre valiente y resuelto, aunque inculto y algo burdo, fué en cierta ocasión a la Casa Blanca de Washington, y, al anunciarh? el ujier, exclamó: — ¡Paso al coronel Crockett!- a io que repuso éste: —wuíkíI Crockett se abre ¡vüro wUU PAGINA 13