var todas las distancias, extinguir todos los rencores, y realixar el milagro de la reconciliación. No obstante las imprudentes declaraciones del Lie. Acuña y del telegrama de Alvaro Obreón aun esperamos que Carranza sostenga su Primer Manifiesto, y se coloque a la altura de su deber. LA ACTITUD DE MEXICO Nuestra Patria se encuentra en estos momentos aturdida, desorientada, despedazada; pero conserva intactos su naturaleza heroica y su deseo de vivir. Su actitud atm se halla envuelta en los misterios del futuro; pero será la misma de siempre. En el momento oportuno, exigirá el pago de esta deuda de honor. Si los que hoy se encuentran al frente de los destinos mexicanos, no se supieren poner a la altura de su misión, el país sacaría de sus entrañas, los elementos de su propia salvación. Los pueblos se defienden aun contra la voluntad de sus mandatarios. La necesidad de vivir galvaniza a los moribundos, la fe sacude a los caídos, el espíritu de sacrificio realiza el milagro de la resurrección. La España de 1808 es el mejor ejemplo de una defensa patriótica emergiendo de una época de corrupción y desmoronamiento. Y así, como en aquel entonces, una corte disoluta e inerte no fue capaz de matar el espíritu nacional, ni la cobardía de Fernando VII pudo impedir que su nombre fuese la bandera de la Independencia, así tampoco, en los actuales momentos, la actitud de los mandatarios de México, po drá evitar la supervivencia de la Nación. La bandera no significa absolutamente nada: la Patria es todo. Y la Patria vive. Los Estados Unidos debieran tener presente que hace más de dos tercios de siglo se firmaron los tratados de Guadalupe, y sin embargo, aun no se han americanizado los mexicanos que viven en Texas y Nuevo México, Arizona y California. Nuestra raza es persistente, y en medio de sus odios y divisiones, conserva inalterables su homogeneidad y su carácter. Y un país así, que no se confunde fácilmente con los demás pueblos, que no se fusiona sino excepcionalmente con las otras razas, que conserva sus tradiciones y perpetúa sus leyendas, que, en una palabra, mantiene siempre creciente la fuerza maravillosa de su genio, no se domina con la ocupación de tres o cuatro plazas militares, ni aún con la absorción total de su territorio. México, por consiguiente, no perderá su nacionalidad, aun cuando llegare a ser vencido. Nuestra vitalidad, como la de Polonia e Irlanda, como la de Armenia y Bélgica está por encima del desastre mismo. if t .■>' j. *• » r? ■ ¿A Z4C A Caricatura de Villa publicada en “Claridades” de El Paso, Tex.