5 de Mayo de 1862 Oda a la Patria Alcemos nuestro lábaro en la cumbre esplendorosa de granito y nieve del excelso volcán, a donde raudo entre el fulgor de la celeste lumbre tan sólo el cóndor a llegar se atreve; donde la nube se desgarra el seno para vibrar el rayo y hacer rodar en el abismo el trueno. Alcemos, sí, bajo la afeada inmensa del cielo tropical y sobre el ara diamantina del Ande el augusto pendón de la victoria, que aun mereciera pedestal más grande la enseña de la Patria y de la Gloria/ ¡Oh santo nombre de la Patria!... .Escuda con tu prestigio inmenso esta mi audaz palabra tan desnuda de elocuencia y vigor; haz que vibrante al pie de tus altares se levante, y sea como la nube del incienso ante el ara de Dios; haz que resuene potente, y en su vuelo con tu renombre los espacios llene, y cubra al mundo y se levante al cielo. Ayer—fugaz minuto que a la Historia acaba de pasar en las serenas y deslumbrantes alas de la Gloria, ayer en la ignorada cumbre de una colina que ceñía una cinta de frágiles almenas y pobre artillería, el mexicano pabellón flotaba bajo un ocíelo de brumas, como en la frente del guerero azteca rico penacho de vistosas plumas. Mas no flotaba al beso voluptuoso de las brisas del trópico; crujía al soplo tempestuoso de un huracán de muerte, y se tendía su loina tricolor, como del Iris sobre la frente negra de los cielos la diadema se ostenta cuando huyendo flamígera sacude su melena de rayos la tormenta. Y era también un iris de esperanza aquel sagrado pabellón erguido ante el genio feroz de la matanza, aquella enseña del derecho herido alzándose terrible a la venganza. Allí del mundo de Colóin los ojos severos se fijaban, centelleando de impaciencia, de cólera y enojos. Y quién sabe si airadas allá desde los picos solitarios de la alta cordillera, silenciosas, envueltas en sus pálidos sudarios, de nuestros héroes muertos asomaban las sombras espectrales y el Guadalupe atónitas miraban. ¡El Guadalupe!....Ostenta en sus laderas de la Patria las bélicas legiones, brillan las armas, flotan las banderas y se 'mezcla al rodar de los cañones el toque del clarín, la voz de mando y el relincho marcial de los bridones. Y más allá, cruzando la llanura, henchidas de arrogancia, tendiendo al sol las alas voladoras, las imperiales águilas de Francia conduciendo las huestes invasoras. Las huestes sin rival. En sus pendones cien y cien veces derramó laureles propicia la Victoria; soldados favoritos de la gloria, en los campos de Europa sus corceles han dejado una huella ensangrentada, y cien veces sus páginas la Historia abrió a la punta de su atroz espada. Ellos son los que avanzan......¡Dios Supremo ¡Ah! ¿qué va a ser de nuestra pobre tierra ante esos semidioses de la guerra?..... ¿Qué va a ser del soldado mexicano, soldado humilde, sin laurel ni pompa, de esos titanes al tremendo empuje? ¿Qué va a ser?......Vedlo ya...... Suena la trompa, silba la bala, la metralla ruge, avanzán con furor los batallones, se chocan los guerreros, se desgarran flotando los pendones, . crujen tintos en sangre los aceros, tiembla la cumbre, tiembla la llanura al estruendo mortal de la pelea, y de humo y polvo en la tiniebla oscura el cañón formidable centellea. ¡Terrible batallar! Potente rabia de insensato furor ebrio de sangre; festín de la venganza en que sólo resuena pavoroso el salvaje rujir de la matanza; en que fiera la vida se escapa palpitante por la herida del corazón indómito que aun late encendido en las iras del combate; instante de terror y de grandeza en que el débil en bravo se convierte y se hace león el corazón del fuerte; y convulsa la vida se desgarra, y se goza el Horror y ríe la Muerte. ¡Terrible batallar! Golpe por golpe, furor contra furor, vida por vida y sangre nada más: allí la fama del francés vencedor y su pericia contra el derecho transformado en pueble y armado de justicia..,..