y I - X ’ y. A DON QUIJOTE I Se extinguió como el grito de quebrante Que graba en los oídos su postrera Vibración, y una herida lastimera Deja en el alma, y en los ojos, llanto. Pero en cambio su vida fue un encanto ¡Compensación extraña! La quimera Cpn la desilusión; la primavera Con el invierno; con el lloro el canto. ¡Ironía cruel! ¡Con qué profundo Dolor se ve su alma arrepentida De haber soñado redimir al mundo! Mas si fue colosal su desventura, Fue no obstante, feliz: ¡ya que en su vida Tuvo sólo un momento de cordura! Siempre la espina, la punzante espina La sien atormentó a los redentores; Y siempre, siempre las fragantes flores Ciñeron al salvaje que extermina. Mas a tan dura ley siempre domina La conciencia con odio o con amores: ¡La hoguera de Juan Huss tiene fulgores, Y entre mirtos Nerón la frente inclina! El goce por el mal es sufrimiento, Y alegria el dolor por causas santas: El triunfo de Cain es un tormento; Goza Cuáuhtémoc en la lumbre ardiente. ¡ Qué importa que el infierno esté en sus plantas Si el espléndido cielo está en su frente! III Don Quijote cumpliendo como andante, Volvióse inaccesable al sufrimiento; ¡Cumplir con el deber! no hay un tormento Que no alivie este bálsamo al instante. La marcha hacia el ensueño, si es constante Y no lleva ningún remordimiento, Transforma en estrellado firmamento 'I'odo el infierno que soñara el Dante. Tras la conciencia —misterioso prisma— La vida que no cambia por sí misma, Se ve sublime o ruin, completa o trunca. ¡Por eso Don Quijote, sus tormentas, Como Cristo las ondas turbulentas. Pasó flotando sin hundirse nunca! IV Además, al través de la demencia, Por todos los mortales tan temida, La existencia se ve menos herida Que al través de una hermosa inteligencia. Es que la estrella tiene más fulgencia Cuando se encuentra en sombras sumergida. ¡Dichoso el loco! Para él la vida Es una continuada adolescencia. ¡La locura! A su influjo cada rosa Se vuelve más fragante y más hermosa: Percibense en cada astro más fulgores; Más parecen cantar los arroyuelos: Más azules contémplanse los cielos, ¡Y se sienten más hondos los amores!