Lección V. HERALDOS DEL REY Febrero 3 de 1929. EL LIBRO DE DIOS IJN joven cristiano, al servicio del gobierno británico en la India, w visitó una villa y maridó a sus hombres reunir al pueblo, cuando el trabajo del día había concluido. Celebró un breve servicio religioso en el que habló al pueblo acerca de Dios y la vida, la muerte y la eternidad. Después del servicio, se acercó a él un anciano apoyándose en su bastón, y le dijo:—Señor, mientras estaba usted hablando, mi corazón saltaba como un pájaro en su jaula. Yo he pasado en esta pequeña villa toda mi vida; he visto a muchos nacer y morir. Por la noche, viendo las innumerables estrellas, yo me he preguntado: ¿qué significarán? También me he preguntado: ¿qué significa la vida, qué significa la muerte? Y, ¡oh Señor! cuando usted hablaba de Jesús me dije:—Esto es. Esto es lo que significa lo que yo he p isado estos largos años aquí en el desierto. El anciano calló unos momentos y de pronto dijo:—Joven ¿cómo sabe todo esto? —Señor—contestó el joven—yo no soy un hombre sabio que sepa de mí mismo todas estas cosas. Dios dió a los hombres un libro que contesta todas sus preguntas y otras que los hombres hacen. —¿Está eso en un libro?—preguntó el anciano. —Sí, en su propia lengua. Lo tengo allá en mi tienda de campaña. —Anda, trae el libro—dijo con tono imperativo. —Cuando volví con el libro y se lo di—dice el joven—el anciano exclamó: —Nunca pensé que existía un libro que nos hablara de la vida, de la muerte, de la eternidad—dijo el anciano al revisar sorprendido el libro maravilloso. —Sí, hace mucho que existe—respondió el joven—es el Libro de Dios. ___________ ALGO NUEVO QUE APRENDER V. 7. La ley de Jehová; su Palabra, su revelación divina. V. 8. Los mandamiento* de Jehová; los preceptos, las órdenes que Dios ha dado a los hombres. V. 11. Galardón; premio, recompensa, retribución. V. 13. Integro; recto. V. 14. Persiste tú; está firme. V. 16. Redargüir; reprender. riencia propia, que el que guarda la Ley divina recibe galardón y termina pidiendo que los dichos de su boca y la meditación de su corazón sean gratos delante de Dios. Pablo, el gran apóstol de los gentiles de quien estudiamos el trimestre pasado, amonesta a Timoteo, quien desde muy pequeño había sido enseñado en las Sagradas Escrituras por su madre Eunice y su abuela Loida, a que medite constantemente en ellas, porque son divinamente inspiradas y útiles para enseñar, para redargüir y para instruir en toda buena obra.” Todos los niños deben escudriñar las Sagradas Escrituras y pedir al autor de ellas que abra sus ojos para ver las maravillas de su Ley.