TIEMPO DE B. C„ Y SONORA — PAGINA 14 ESTE ES EL OCAÑA DEFINITIVO? A OBREGON LE DIO POR DIRIGIR HUESTES MILITARES LEJ EMPEZO CON 40 MIL PESOS Y TERMINO MILLONARIO ★ FAUSTINO FUE NOCTURNO Y DE DECISIONES RAPIDAS ★ BIEBRICH EMPEZO Y TERMINO MAL SE MAREO! DON ALEJANDRO LLEGABA TARDE, PERO TRABAJABA DE NOCHE Pos- Carlos MONCADA Afirmaba don Faustino Félix Serna, en la estupenda entrevista que le hizo Jesús Tapia Avilés, acaso la mejor que lia producido el periodismo de Sonora, que él no cambió coando fue gobernador. Natu-r raímente, aclaraba, algunos hábitos forzosamente varían; . ; c3 gobernante ha de entregar-'**. \ se al servicio público y no l dispone ya de tiempo para los eatigos: el, dominó, la convi-.7 venda, la fiesta doméstica. Bueno, ahí, hay ya un cambio / en la conducta, aunque peque-. . lo y benéfico para el Estado. Pero lo hay. Quién sabe qué - otros irán surgiendo paulatina, sutilmente, sin que el gobernante lo advierta, envuelto en preocupaciones diversas. En verdad, sólo el gobernado, con •U sensibilidad siempre despierta, puede dar una contestación Idónea. Samuel Ocaña afirma que él no cambiará, que será siempre el mismo. Pero también ,Á sucede que los amigos del gobernante contribuyen, por necedad algunos, por excesiva prudencia otros, a cambiarlo. Hay quienes le dan tanta lata que el funcionarlo acaba por fijar horario* rígidos o pretextos para Impedir que le quiten el tiempo, indispensable para otras tareas importantes. Hace bien. Pero otros amigos se retraen por temor a causarle molestias a quien ayer charlaba con ellos calmadamente después del postre, y hoy vive bajo la premura del reloj. Estos cambios, es cierto, no son graves. Malo cuando saltan de tolerancia a autoritarismo, de honestidad a latrocinio, de liberalismo a despotismo. La verdad es que el poder Influye y modlflcca, de alguna misteriosa manera, la psicología profunda del gobernador en turno, a veces para bien y otras... Y es que apretar un timbre o hacer un gesto, y obtener, como resultado, la movilización de ayudantes, funcionarios. prensa, cámaras o fotográficas y líderes, y además encontrar que este resultado mágico se repite día tras día durante seis años, a cualquiera marea. Algunos llegan a pensar que, como los señores feudales, adquieren poder sobre la vida y hacienda de sus súbditos. Si alguien se atreve a hacerlo notar, los demás cortesanos le vuelven la espal da; si un reportero lo comenta, lo tachan de hereje. X X X X Yo me iniciaba apenas en el periodismo cuando tomó el poder don Alvaro Obregón. Algunos de sus allegados dicen que cambió de modo de ser. Estaba de moda entonces sostener, contra viento y marea, el principio de autoridad. El lo hizo. El Joven que hacía vida social en el Club Campestre de Ciudad Obrepón, dirigió huestes militares en Capetama ya para echar campesinos invasores de predios ajenos. Y ordenó disolver con gases lacrimógenos a concentraciones populares que perseguían finalidades políticas. Y procesó maestros. Y metió lideres de Izquierda a la cárcel. Y mandó fusilar, corno) ejemplo, a dos delincuentes. Y gaseó estudiantes. Don Alvaro fundó el primer Departamento de Prensa del Gobierno del Estado, lo que podia haberse interpretado como un afán de mejorar la comunicación con sus gobernados. Empero, el Jefe del mismo, el magnífico periodista nayarita Mario Vázquez Jiménez, no duró más que unos w meses en el cargo. En lo sucesivo, el Departamento sólo se ocupó en proyectar “la Imagen” (no se utilizaban entonces esos términos) del gobernador. No tenía personal, es cierto, y la comunicologla era una ciencia desconocida en México, aún. El señor Obregón estableció para los empleados de Palacio de Gobierno horario corrido. Las tardes casi estaban muertas. Cuando había asuntos qué atender en México, lo hacía con una comitiva corta en numero pero aguerrida en la capital. La conclusión, salvo prueba en contrario, es que don Alvaro cambió al llegar a la gu-bematura. Cambió hasta de domicilio, pues al concluir su mandato se construyó una casa en Hermosillo y no volvió a Cajeme. X X X X Luis Encinas cambió también. En cierto momento de su campaña se quejaba de que Irnbía gastado ya mucho dinero, y cuando le preguntaron cuánto, respondió que Cuarenta Mil Pesos. Vivía con holgura pero con modestia en una casa de una sola planta, de techo alto, al estilo de las antiguas casas hermoslllenscs, cerca de la Universidad. No había refinamientos ni excesos en su hogar. Se aprendía con facilidad los nombres de quienes iban a verle y les hablaba de tú. Abordaba con sencillez los temas más simples como los más complejos. Pero cuando inició su mandato, el estilo obregonlsta —que es, además, el estilo so-norense— de acordar con un SI o un NO rotundos ios asuntos planteados, dio un giro completo. Encinas parecía disfrutar dándole largas a los planteamientos que le formulaban, entretejiendo hilos simples y desesperando a gentes recuerdas Román Meza?— que hacían antesala durante