DE LA RELIGION. 413 • Nuestra situación es bien análoga, sí-somos pecadores, á la de los discípulos del Salvador antes de que lograren ver resucitado á su Maestro. Muerto para nosotros por nuestras culpas, como lo estaba para ellos polla perfidia de los judíos^ debemos temer que fió se realicen nuestras esperanzas de salvación, cual ellos temían ver frustradas las que habían concebido acerca de la redención de Israel. Tristówy desconsolados como ellos, debemos, por tanto, llorar como ellos llorában la causa de tanta pérdida. Pero este llanto, así como la tristeza que le produzca, no debe ser inerte ó inoficioso. El amor á Jesus que es su causa, ó debe escitar-nos á una penitencia como la de San Pedro, si como el hemos pecado, en el retiro, en el silencio y en la aflicción de nuestra carne y de nuestro espíritUj o si, cohrp las santas mügeres, no somos tan culpables como el Apóstol caído, debe movernos á buscar hasta que le hallemos al quferidó de nuestro corazón, y no con las manes, vacías, sitio con-las ofrendas dé muchas buenas obras. ■Así le buscaron ellas. María Magdalena, Maríd la de Santiago y Salomé compraron aromas: éstos aromas han significado siempre el buen olor de las virtudes en que se ejercita el cristiano y que son el único bálsamo qúe agrada á la .Iglesia, que es el cuerpo del Salvador. A costa de trabajos■ede'prívácionés y dé sufrir, se compran estos aromas que; cuantos mas son, tanto mas habilitan al hombre para -Gemir -y -umgir a Jesús. ¿No es bien sabido que cuanto mas se ejercita el hombre en actps virtuosos, tanto mas fáciles le son de practicar? ¡Oh, y cuán feliz es bajó este punto de vista el cristiano' que desde la madrugada de su vida se dedica y se emplea en domar sus pasiones, refrenar sus apetitos y practicar el bien •bajo todos aspectos! Para éste el ser virtuoso es tan fácil como el vivir; la costumbre de.bien obrar se hace en él un hábito y una casi segunda naturaleza; y si alguna dificultad encuentra no es en ser bueno, smo en hacerse como debe, cada Vez mejor. Pero esta dificultad ¿qué importa? El ausilio celestial se la supera como superó para las santas mugeres el obstáculo que se oponía á sus santos deseos. Ellas -nvuy de mañxma (para que veáis que siempre es tarae para dedicarse al servicio de Dios), -y el primero de los dias de la sema* ma vienen al monumento ó sepulcro donde habían depositado el cadáver de Jesucristo, como debe ir el cristiano á buscar en la iglesia á Jesus desde el instante en que bautizado ha entrado en el sabatismo ó descanso que la gracia proporciona á los reengendrados. El sol ha nacido ya para él y le alumbra como alumbraba á las santas mugeres que Hegaron, dice el Evangelio, al sepulcro salido ya el sol. El gentil, el pagano, el infiel ¡ay! también buscan la verdad, porque ella es una necesidad del espíritu humano; ¿pero cómo acertarán con el Camino que conduce al monumento que la encierra, si envueltos en las tinieblas del error y ciegos con la noche de su infidelidad ni dan un paso que no sea una caída, ni abrazan cosa que no sea un fantasma? No ha nacido para ellos el sol de justicia eterno, no porque él no los'alumbre, sino porque cierran