REVISTA MEXICANA Semanario Ilustrado Entered ae eeccmd deea matter, October 25, 1915 at the Post Office of San Antonio, Texas, under the Act. of March 3, 1879 Afto II. San Antonio, Texas, 2 de Abril de 1916. Número 30. EL DOS DE ABRIL Del “Diario de los Debates," correspondiente al 3 de Abril de 1912, reproducimos un fragmento del ecta de la sesión de la Cámara de Diputados, en la cual fue elevado el día dos de Abril a la categoría de fiesta nacional. La proposición fué firmejis ■ por veinte diputados, ae presentó a la Mesa Directiva, y ésta la puso inmediatamente a discusión. ♦ ♦ ♦ —El Ciudadano Secretario: Está a discusión. —El Ciudadano Presidente: Nadie ha solicitado la palabra en contra; en pror la tiene pedida el ciudadano Diputado Nemesio García Naranjo. (Aplausos). —El Ciudadano García Naranjo; Señores Diputados: No se trata de una resurrección política. El señor Presidente Díaz, como dijo el Diputado Aspe en memorable ocasión, "HA MUERTO.” El “porfirismo,” como entidad de lucha, ha dejado de alentar en nuestro medio público, para revivir en la Historia al lado del “juarismo" y dél “lerdismo”. No seremos nosotros los que arranquemos bloques de un mausoleo glorioso, para levantar edificaciones en donde podamos guarecemos; nuestras frentes no profanarán laureles de una tumba épica. ¡Nóf Estad tranquilos, espíritus temerosos e inquietos: el señor General Díaz no volverá a blandir su espada arcangélica de llamas; su estandarte triunfal no volverá a flamear or-gullosamente sobre nuestros campos; Aquiles lleva en su talón el dardo que ha circunscrito su destino! ¡Son unos cuantos los seres apasionados que esperan su regreso como las cavernas de Patmos están todavía esperando la vuelta del visionario del Apocalipsis. . . . Solamente en el Arte pudo el gran lírico francés realizar el prodigio de una resurrección, cuando hace aparecer al Mesías de Alemania, al Emperador Federico Barbarroja, saliendo de las misteriosas profundidades en donde estuvo sepultado, y entrando en la madriguera de los Burgraves para azotar a los verdugos de su patria con un puñado de relámpagos y truenos que llevaba en la diestra justiciera, mientras su frente majestuosa se contraía con un gesto heroico de indignación y de venganza! (Aplausos). Nuestra iniciativa no tiende a restaurar un régimen que llegó definitivamente a su ocaso, sino a resucitar el culto por una jornada épica, que la pasión demagógica procura envolver en las telarañas del olvido. Ayer, por primera vez, desde hace muchos años, los cañones callaron y los clarines enmudecieron al sonar la hora bendita en que, nueve lustros antes, se iniciaba la última de nuestras epopeyas. . . Tal parece que tras de alcanzar el naufragio de la Administración, se procura el naufragio de la Historia. Se intenta sepultar entre tinieblas un recuerdo de gloria, como si fuese un recuerdo de rubprl (Aplausos y vpces: bien! bien!) Pero la verdad no admite ser confinada en el triste silencio de las criptas funerarias: la verdad, como la esfinge del Desierto, soporta intacta la cólera de los tiempos. Dice Víctor Hugo que las cenizas de los siglos cubren a Esquilo hasta los hombros, dejando ver solamente la cabeza; pero al igual del coloso de las soledades, con su cabeza llega a la altura de los dioses que le rodean, erguidos en sus pedestales. Lo que dijo el genial poeta de Esquilo, podemos nosotros decir del atrida de Oaxaca: la pasión y el odio han cubierto sus proporciones de gobernante y estadista; la cólera y la envidia han bañado de polvo su tarea colosal de pacificador; ya sólo asoma en los horizontes su cabeza marcial de paladín; pero es tan grande, que con ella le basta para sobrepasar a todos sus compatriotas, aun cuando haya algunos que estén en la cima del Capitolio. (Voces: bravo! bien! Aplausos nutridísimos). Con el a de Abril se inicia la agonía de aquel Imperio que en un arranque de locura concibió el último de los Bonapartes, Desde el g de Marzo se encontraban frente a Puéblalas tropas republicanas; y los soldados imperialistas que militaban bajo el mando de Noriega sentían que a cada momento se angustiaba más su situación. Díaz, Alatorre, Pacheco, González, Mier y Terán y Enriquez sitiaban a Puebla; y la ciudad heroica semejaba estar envuelta en una constelación. De repente, las tropas de Leonardo Márquez, el terrible, el siniestro, el cruel, bajaron desde la Capital de la República y amenazaron desencadenarse sobre las huestes de Porfirio Díaz. Eran como rachas que pretendían estrujar los laureles germinados en Miahuatlán y la Carbonera. El Jefe del Ejército de Oriente se sintió entre las fuerzas sitiadas de Noriega y las huestes auxiliares de Leonardo Márquez, y decidió romper aquella dificultad con una de las audacias más estupendas que registra nuestra historia militar. Concibió, en un instante de inspiración divina, caer sobre Puebla a viva fuerza, para hostilizar luego con toda libertad al ejército de Márquez. El pensamiento se llevó a cabo triunfalmente. El a de Abril en la tarde el pabellón republicano ondeaba sobre la ciudad ilustre; una semana después, derrotó a Márquez en San Lorenzo, y a mediados de Abril terminó su magnífica campaña con el cerco de la Capital de la República. La epopeya concluía en tanto que preludiaba la tragedia de los Hapsburgos, aquella tragedia que, según la frase del Maestro Justo Sierra, parecía trazada como por un Esquilo que removiera en gigantescos escenarios acontecimientos, pueblos y humanidades! (Aplausos). Y ri el asalto de Puebla tuvo una gran significación en el término de la lucha de nuestra segunda independencia, como acción de guerra tiene proporciones que la ele-