EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA 9 Basilio se deducen fácilmente estas dos conclusiones: la. La necesidad de la confesión; 2a. La obligación de declarar nuestros pecados al sacerdote, a quien en la Ley Nueva se ha encomendado “la dispensación de los misterios de Dios.” En San Ambrosio de Milán leemos: “El veneno es el pecado; el remedio, es la acusación del delito propio; el veneno es la iniquidad; la confesión es el remedio de la reincidencia. Y por esta razón el remedio contra el veneno es que declares tus iniquidades para que seas justificado. ¿Te da vergüenza? Esto te servirá de poco al ser juzgado por Dios.” (Fe de los Católicos, doI. III, p. 74 y siffs). El siguiente pasaje muestra con toda claridad lo que la gran Lumbrera de la Iglesia de Milán piensa con respecto a la confesión: “Hay algunos, dice San Ambrosio, que piden por penitencia el ser restablecidos de una vez en la comunión. Estos no desean tanto ser desatados como atar al sacerdote; porque no descargan su conciencia sino que la cargan más, pues está mandado no dar las cosas santas a los perros; lo que quiere decir, que no se admitan las almas impuras a la sagrada comunión.” (Apud Wiseman—Doctrinas de la Iglesia). Paulino, el secretario de San Ambrosio, cuenta en su escrito sobre la vida de este gran Obispo, que él acostumbraba llorar sobre los penitentes cuya confesión oía. San Agustín escribe: “Nuestro Dios misericordioso quiere que nos confesemos en este mundo para que no seamos confundidos en él otro.” (Hom. XX). Y en otra parte: “Ninguno diga: yo hago penitencia a Dios en privado, hago esto ante Dios; pues entonces habría dicho Cristo en vano, 'Lo que desataréis en la tierra será desatado en el cielo,’ y en vano que había dado a su Iglesia las llaves del cielo. ¿Anulamos el Evangelio? ¿Anulamos las palabras de Cristo?” (Sermo. CCCXCII). ¡Cuán en claro pone aquí el gran Doctor los sofismas de los que en nuestros tiempos dicen que es suficiente confesarse con Dios! San Crisóstomo dice en su trigésima homilía: "¡Ay! hemos llegado al fin al término de la santa cuaresma; ahora debemos ayunar con más frecuencia... y hacer una plena y exacta confesión de nuestros pecados... para ?ue unida a las buenas obras podamos gozar el día de la ’ascua de la bondad de nuestro Señor... Porque como el enemigó sabe que confesando nuestros pecados y mostran-