Están en la salita azul. El, de frac, ,* ella, escotada. Es la víspera del • ia de Reyes. Ella.—¿Por qué calla usted tanto, ni buen amigo? EL—Porque pienso mucho, amiga . ncantadora. Fila.—¿En qué? EL—En usted, en mí, en los Re-jes que vendrán esta noche y en la i entación pueril de colocar mis botas r.n la chimenea. Ella.—(Sonriendo). Será en un radiador. EL—(Acordándose de que la industria moderna les ha quitado a los Reyes un sitio más.) Ya ve usted si eran desatinados mis pensamientos, que ni sitio les encontraba para realizarlos. Ella.—( Acordándose también de que no es piadoso el burlarse de singuna ilusión.) Quedan los balcones_____ y, por si fuera poco, yo mandaré al acercarse la media noche que abran de par en par vidrieras y ventanas. Fl.—(Complacido de que lo entiendan.) ¿Pondrá usted su zapatito? Fila.—Sí. x EL—(Galante.) Con una avellana-___o con una perla lo colmarán. Ella.—(Dejándose llevar por el encanto de todo absurdo.) Ni avellanas ni perlas quisiera yo que me trajeran. EL—Entonces, ¿qué? Fila.—Un juguete. EL—¿Una muñeca? chas soto con mandarlas hacer—. tan «rncillo és el muñeco de cartón como este muñeco de carne y hueso a qui^n llama usted su buena amiga. EL—(Otra vez galante.) Tan sencillo. sí: tan lindo, no. Fia.—(Persistiendo en su idea.) Negar que existan, lo admito: es una r-Mplrlad. pero t:ene su lógica. Ahora. croer ore existen, qué son de origen celestial---^- y discutir su poder, no: eso no tiene lógica. EL—(Sintiéndose muy hombre, muy viejo.) Ya hemos pasado de la edad en que es lírico creerlo. Ella.—¿Por qué ño? El.—¡r.so sena volver a la iman-cia! Ella.—(Con toda su alma). ¿Y por que no? EL—Porque eso es imposible. Ella.—(Poniéndose seria). ¿Y por qué es imposible, mi buen amigo.-' Si i.sted niega qúe haya Reyes Magos, tan difícil es que nos traigan una avellana como que nos traigan un reino tan absurdo es pedirles una muñeca como pedirles la felicidad o ia juventud.....: pero si usted cree qué los hay y qt.e pueden recorrer el mundo entero desde la noche a la aurora.....______ ¡tan fácil les será, en su po- der sobrenatural, traernos el juguete como traernos la felicidad! EL—No lo creo yo tan igual. Ella.—(Brillándole los ojos de locas esperanzas.) Yo si. En la tienda en donde se aprovisionan los Reyes Magos—y en donde las cosas quedan he- Ella.—(Indignándose por la incredulidad.....y por la edad). Si dice usted lo que piensa, por usted lo siento. Yo, cada dia que pasa, me encuentro más próxima a creerlo todo. EL—Lo grande, también yo. Ella.—¡En lo grande, cualquiera! La cuestión es creer en lo pequeño en lo que se puede discutir con algo de razón. ¿Adorar a Dios, ¡Vaya un mérito! La fe consiste en reverenciar a los apóstoles rezar a los santos, soñar con los ángeles y aguardar por los Reyes Magos. EL—Reconocer que existieron, que llevaron su ofrenda----. sí: pero que existen hoy, en el sentido de que vengan al mundo con sus camellos cargados de juguetes------..... Ella.—(Poniendo dulzura y miel en sus palabras). Mal hecho, mi buen am’go. mal hecho. Cuando las almas se tornan viejas, por años y P°r que las rejuvenezca tanto como el retorno a las ideas primitivas y simpli-císimas de la niñez. El gran medio para creer en algo con fe" consoladora es el creer en mucho con sinceridad— ¿Qué daño le hace a usted el que al ventana para que no tengan obstáculo material—; pero tampoco será malo que abramos algo el alma a la ilu-nefanda sabiduría, no hay. nada sión de recibirlos. EL—Tampoco. Ella.—¿Queres? EL—Quero. guien espere a los Reyes Magos? EL—Ninguno. Al coy ti ar. o, feliz yo si los esperara también. Ella.—En su infancia de usted ^no hubo una época en que ya dudaba de que vinieran— y en que aun ponía los zapatos al baicón---- ¡por si acaso!? EL—Si. Ella.—¿Qué trabajo nos costará hoy decir que no vienen.— y, por si acaso....__ aguardarlos? EL—Ninguno___; pero eso es aniñarse. Ella.—Sí, Aniñarse, volver un momento a la candorosa ilusión de los pocos años....¿Sabe usted de algo mejor para los que tienen años de sobra? EL—(Queriendo que eso lo quieran.) Si es gusto de usted-- Ella.—(Despojándose rápida de cincuenta años). ¿Queres que juguemos a Reyes Magos? EL—(Añadiendo rápidamente otros sesenta años a los sesenta que tiene, para hacerse tan viejo que ya sea como un niño). Quero, quero. Ella.—¿Les pediremos muchos juguetes? EL—¡Muchos, muchos! (Olvidándose de que es un niño). Después de todo—, cuanto hemos tenido, honores. amores, amistades, penas o alegrías----, ¿qué fueron sino juguetes.... de nuestra vida? Ella.—(A la criada, que ha llamado y ya vino.) Tráigame los zapatitos blancos. EL—(Sacando su cartera). ¿Me permite usted que en uno ponga mi tarjeta? Ella.—Yo misma la pondré. Démela. EL—Y mande usted que abran la Ella, aniñándose, rfe. El. envejeciéndose, llora. e Y los dos son felices un momento.