70 REVISTA EVANGELICA Febrero Los líderes fascistas, por supuesto, en algunos casos, han adoptado medidas brutales con el fin de dominar tanto la vida familiar como la religiosa de sus súbditos. Este es el resultado de la embriaguez de poder que viene cuando cualquier pueblo traspasa sus libertadas a dictadores con cualquier pretexto. Sin embargo, debe reconocerse que aunque coarta la conciencia libre, todavía reconoce la existencia de Dios y fomenta el culto por parte del pueblo. Aunque el Fascismo, con su cruel conscripción militar de la juventud, destruye el hogar de ciertas maneras, sin embargo reconoce lo sagrado del matrimonio y la institución de la familia. No trata de establecer un sistema abominable de “amor libre" como el Soviet ha inaugurado. Tampoco legaliza el divorcio y el libertinaje que el Bolcheviquismo ve con tanto favor. 2. Sistemas de dictadura brutal. Del punto de vista político, tanto el Fascismo como el Comunismo son sistemas de dictadura brutal—el uno parece ser tan cruel como el otro. Dadas las mismas condiciones, es probable que uno se portaría tan brutalmente como el otro. De un punto de vista económico, el Comunismo y el Fascismo son igualmente sistemas de reglamentación del negocio, la industria y la agricultura. La diferencia principal es que el Fascismo reconoce el derecho de la propiedad privada, mientras que el Comunismo lo desconoce. Pero aun esta diferen cia es más aparente que verdadera. La posesión legítima de una parcela de terreno, por ejemplo, en realidad significa el derecho de usarlo como uno quiera. Toda vez que el dueño no podrá llevar el terreno consigo cuando muera, su posesión sólo consiste en el derecho de usarlo o disponer de él como deseare. Es claro, pues, que la posesión significa dirección; de ani cuando el Fascismo arranca del individuo la dirección de su propiedad y le obliga a usarla de la manera que el dictador indique, en efecto le priva de su posesión y derecho. F' Comunismo domina todo el negocio confiscando toda propiedad y haciendo de todos los ciudadanos escalvos del Estado. El Fascismo domina todo el negocio dictando tanto al capital como a los obreros las condiciones exactas bajo las cuales pueden funcionar. Tanto el Comunismo como el Fascismo domina a los obreros negándoles el derecho de declararse en huelga u organizarse para mejorar su condición o establecer su independencia. El Comunismo domina el capital confiscándolo y prohibiendo el sistema de ganancias; el Fascismo se impone al capital fijando precios y ganancias a favor de sus propios intereses. Las ganancias de los comerciantes, los obreros y los agricultores son estipulados por este sistema, por regla general sobre un nivel muy bajo. Bajo ambos sistemas, tanto el Fascismo como el Comunismo, los frutos del trabajo, ya sea intelectual ya manual, se les quitan