ñas dentro de una misma familia que murieron dentro de unos pocos días. Pero aun esta epidemia no se compara con la plaga de muerte que sufrió el pueblo de Faraón por su culpa. £n Egipto hubo muerte en cada hogar, y solamente fueron liberados les Israelitas. No sólo murió el primogénito de cada familia, sino que todos murieron en el mismo día. ¡Imaginen una nación en que cada hogar está enlutado! Este es ejemplo vivido de cómo la impiedad en la vida del dirigente de una nación puede traer desolación a su pueblo, y del poder de Dios de liberar a los suyos. H. L. Oración: Padre nuestro, te pedimos por los oficiales del gobierno, que ellos lleguen a ser tus siervos y sigan tu dirección. J. 4 de julio: Dios guía a Israel, Exodo 13:17-22. Dios guió a su pueblo de la manera que era mejor para él y en igual forma nos guía ahora, escoge el camino de nuestra vida y conoce todas las dificultades. Si él nos guía, no habrá incertldumbre por el camino; habrá días obscuros, pesadumbres y tristezas; pero él nos ayudará a sobrellevarlas. Sí dejamos que él nos guíe, nos ayudará a escoger el camino debido. Dejemos esto en sus manos. Si él nos dirige no habrá enemigo bastante fuerte para vencernos. También proveerá con abundancia para nuestras necesidades durante el camino, así como mandó maná a su pueblo. Es posible que nuestro maná sea sólo pan y agua; pero será suficiente. También cuidará de nuestros intereses. Si él nos guía, nuestro fin será seguro. Dejemos todo en sus manos y estemos satisfechos sea cual sea nuestra porción. D. D. Oración: Padre celestial, haz que podamos confiar en ti de tal manera que dejemos que tú guíes nuestros pasos en la dirección que tú indiques. V. 5 de julio: El cántico de Moisés, Exodo 15:1-13. En el cántico de victoria que Moisés entonó después de la destrucción del ejército egipcio en las aguas del Mar Rojo, el reconoció a Dios como el autor de la maravilla que había sucedido: “Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente” (Exodo 15:1). Como cristianos somos amantes de la paz y somos pacificadores; pero también somos soldados de Cristo que estamos en guerra constante. La verdadera batalla no es con la carne y la sangre, sino, como declara Pablo: “contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires" (Efesios 6:12). Los egipcios excedían mucho en número a los israelitas, éstos no tenían ejército con qué oponerse a las fuerzas egipcias; pero tenían a Dios a su lado. Los cristianos de hoy día debemos considerar este hecho, y sentimos estimulados a pesar de que el mundo está amenazado por destrucción. Oración: Padre y Dios santísimo, te pedimos que los cristianos de este mundo no confíen en el hombre y su poder, sino en Dios. Amén. S. 6 de julio: María, la profetisa, Exodo 15:20, 21. La actitud que nos demuestra aquí María, la profetisa, es una gran lección para las naciones de hoy día. Las naciones quieren resolver sus problemas y sus relaciones con poderosos armamentos, con transacciones comerciales, con tratados de defensa; pero en todo se olvidan de Dios y no claman a él. Podemos ser esclavos de nuestro yo, de nuestro dinero, de nuestra influencia, sin darle la gloria a Dios. Es Dios quien nos da los dones, el don de ganar dinero, el don de predicar, el don de cantar, y debemos dar a Dios toda la honra y gloria. Aprendamos a darle a Dios el lugar que le corresponde en nuestras vidas. María se regocijó por la liberación de su pueblo de las garras de los egipcios; pero le dio el honor a Dios por la victoria que había tenido. Oración: Ayúdenos, Padre nuestro, a oír tu voz en medio de las turbulentas confusiones de nuestro día, y a alabarte siempre. Amén. D. 7 de julio: Un salmo de gratitud, Salmo 9:1-10. No es bastante alegrarnos solamente, debemos expresar nuestro gozo y nuestra gratitud a Dios, de quien viene toda buena dádiva. Existen dos deberes en cuanto a la gratitud, que todos debemos cumplir. El primero es cultivar sentimientos de gratitud, corazones impresionables. Hay algo anormal en el hombre que vive en este mundo tan lleno de la hermosura que Dios ha puesto en ella, y que no se emociona. Después de todo, poseemos solamente lo que sentimos. Todas las bendiciones existirían en vano si no las reconocemos y sentimos un sincero agradecimiento por ellas. De nada nos sirve el EL HOGAR CRISTIANO 25