REGENERACION 31ro La Poderosa Sanadora martillo uili quien quisieron N. Bolzt Pkraza IMPORTENTE Sensible defunción. mdencia. haciendo anco- re-on gobernar al sólo no ha desechado que tre- triunfo á quien ménos la tiene merecí da. En tales casos y á raíl de la victoria en medio de loe regocijos de loe de verdad, concluye la ----jpera, y dice su un con mes: rededor de esa ciudad; es dueño de la Hacienda de Tetnilpa que vale cuatrocientos mil pesos, y obteniendo pingües ganancias al monopolizar las cosechas de arroz en todo el Estado, ha llegado á figurar entre los principales banqueros de More- tima hija. Nunca hierra en - cambiar la suerte Doctora AL VES S A MATTHEWS. Calle 8. Laredo 708.—Antiguo teléfono 306—1 H. - . ’ ■«ma encía en cada uno de loa ele* e su fuerza!, ¡qué rigurosa del Dr. P. E. Rodríguez L. para enfermedades de las Señóras, cura mejor que ningún,otro remedio el Infarto, la Hipertrofia, Ulceracio-Flujo blanco, Cáncer, los trastornos de la Menopausia ó edad Depósitos! En Guadalajara, Droguería Continental de Silva Be rrueco y Co—En Puebla, Droguería de Mercaderes, de A. Roig Sucs.-En Orizaba, ja de la Reforma No. 36. J. Contel.—En Veracruz Droguería Veracruzana, de Muller Sues. —En Mérida, Droguería Pe ninsular de J. D. Díaz y Díaz. El tiro rápido y la pólvora sin h i mo han venido á sacar á la guerra de entre loe elementos del Poema. Esca so luclmimiento se ofrece al heroísmo, desde que los combates no son ya en tre enemigos que se miran y se embisten, sino entre invisibles mecánicos, que á luengas distancias se arrojan duchas de hierro y plomo. Imaginemos por un momento, uno de aquellos bizarros adalides de las edades épicas, que apareciese en algunos de los actuales campos de batalla, agitando su noble acero, y retando en valientes voces á combate singular á loe ofensores de su dama, de su dios ó de su patria; en tanto que á una buena legua de distancia aleves máquinas de muerte, provistas de miras telescópicas, le toman matemática ó infalible puntería, sirviéndoles de blanco el fulgente escudo qua en letras de oro ostenta el altivo mote del cam- ¡a concepción ae esa-colosal y estupenda energía que se llama la conciencia de un pueblo, en la plena po-I sesión de sus derechos y apegado á ¡ellos como á su propia vida Jóvenes hispano-americanos: Colgad reverentes is espada y el fusil revolucionarlo de vuestros padres, y no los toquéis sino en el caso en que Ja Patria os reclame la defensa de »u soberanía. Pero si no queréis que la Patria vea jamás en peligro su existencia soberana, contribuid á hacerla respetable y grande por la práct cade las virtudes ciudadanas, de todas las cuales es como alma y fundamento, el nes crítica y en general todas las afecciones de la cintura ¡No hay que dejarse Tómese antes «LA SALVADORA,* con la seguridad de encontrar la salud. En Droguerías y Boticas, á un peso el pomo. — Los pedidos al por mayor, diríjanse al Consultorio del Dr. P. E Rodríguez L., 2a de Santa Catarina número 9. —Dirección por Correo, Apartado México .El Dr. Rodríguez no atenderá pedidos menores de una docena. de Morelos. El orgullo con que Alarcón ostenta su inmerecido grado de Coronel, inspira lástima á los que medianamente conocen los nada gloriosos antecedentes del alto funcionario. Junto á los hechos de Manuel Alarcón, resultan casi homérica epopeya las deslustradas hazañas del policía Bernardo Reyes. Apenas las siniestras Acordadas pudieran dar idea de lo que fué en un tiempo el hombre escogido por el Gral. Díaz para hacer sentir su Dictadura en el desventurado Estado de Morelos. En Morelos no hay garantías, porque la Justicia ha quedado reda- El 17 del tnes que hoy termiaa falleció * la. trer y media de la larde en la ciudad de El Paeo, Tex., e) honrado liberal Sr. Crue Sánchez.. El Sr. Sánchez ae distinguió siempre por su patriotismo, por sn honra-dez y por su amor al prójimo. La desaparición de hombres como el Sr. Sánchez deja un vacío en la humanidad. Deseamos coneuelo y resignación á su honorable familia. cida á las consignas espeluzantes de Alarcón; no hay mejoras públicas, porque sólo se busca el beneficio del Gobernador y sus favoritos; la bancarrota de la Hacienda equivale á la prosperidad económica de los que la manejan; la Instrucción Pública está en manos del Obispo Planearte; el Comercio está muerto; los caminos pésimos; pero la tiranía está floreciente, aplastándolo y absor viéndolo todo, y alimentándo su existencia monstruosa con la ruina del Estado y el infortunio de los ciudadanos. . K Gral. Díaz aplaude la labor titánica de su fiel instrumento, y en las Cacerías que Alarcón organiza para solaz del Autócrata, este aconseja á su favorito que no cambie de conducta, que oprima, que persiga, 1 que se imponga. hl Ciial. Díaz, en su desmedido orgullo, no quiere comprender los excesos de las tiranías son mendas provocaciones para ja ciencia de los pueblos. <¡Aqui estoyhs <¡Héme aquí!* El grande y hermoso arte de la guerra, gracias á los moderno» perfeccionamiento» ha degenerado en prosaico oficio mecánico, y el soldado de hoy apenas es un obrero enseñado á matar por largas trayectorias. En cambio ios adelanto» de la Inte llgencia en direcciones opuestas á ios medio» de*fuerz», tienden á desarro llar y á dar mayor eficacia y prestigio al otro género de valor. Inerme esfuerzo dei derecho, que ha tomado su nombre de la noble fuente de donde brota, que no es otra que la concien cía del verdadero ciudadano, y per tanto llámasele valor cívico., El valor que sólo fía en la fuerza ó en la destreza, si bien merece respeto y lauro» cuando se le pone al servicio de Chusas justas y honorables, precisa convenir en que es una cualidad co mún á todas las criaturas. No así la otra, en que una virtud esencialmente humana y no como quiera sino como condición de privilegio, en las almas pues que no aparece en el carácter mientras éste no haya sido preparado para tan extraordinaria digniücación, Sor el culto de un vehemente é Ilustra* o ideal de justicia y libertad. Fuera de la esfera de los derechos del ciudadano y de los intereses del Estado, cuando esa sublime cualidad Impera por otros móviles en el espíritu, se llama valor moral, pero en unos y en otros caeos sus promesas son siempre trascendentales. Esa santa soberbia del alma ha creado religiones eternas y repúblicas ilustres. Este linaje de valor es el que los hijos de la América latina debemos esmerarnos ea cultivar y estimular. El otro, el valor que consiste en afrontar la muerte con medios para darla, lo poseemos en grado extraordinario. El uso patriótico de ese hermoso valor nos conquistó la inde Su abuso fratricida no» esti perder la libertad y el buen nombre. Pueblos gloriosos y felloes llegaríamos á ser si guardáramos para defender la soberanía, el valor que nos la dió, y el ejercitáramos para hacer repúblicas verdaderas el valor cívico único fecundo para tales empresas. No se da en la Historia un solo ejemplo de que los héroes del valor inerme hayan fundado tiranías. Jamás se vló á la virilidad del carácter » por cadenas. Nunca ha re- para en- tiuplicamos á las personas que por no aceptar la subscripción á REGENERACION se sirven devolverlo, pingan con daridadad sus nombres y sus direcciones para borrarlos de nuestras listas Para la devolución no hay necesidad de gastar en timbres. Agradeceremos á nuestros nuevos subscriptores se sirvan perdonar el que no les entremos limpios los ejemplares de los números 1 y pues en virtud de haberse agotado las ediciones de dichos numeric, solo podemos servir ejemplares ya usados. En virtud de la carencia de los nú meros 1 y algunas personas no recibirán dichos números inmediatamente que hagan sus pedidos, pero pueden estar seguras de que se los enviaremos . La persona que nos envíe el importe de dies subscripciones por un aAe, recibirá, una subscripción gratis. fildo el civismo una elección para encumbrar capataces. Estos suben siempre á tiros, y á tiros mandan. Cierto es también, sin embargo, que r armas llegr hombres b-cuando la suerte premia de esa_____ ra á un pueblo en la peligrosa lotería de las revolucione*, resulta que el trabajo de reponer al naís de los quebrantos que ha tenido que padecer durante la lucha, absorben por largo tiempo la atención y buena voluntad del gobernante 6 gasta lo» más poderosos medios de su gobierno. .Resulta entonces, que aquello que había de aprovecharse en progreso se invierte en convalecencia; sin contar con que á tales calamidades se junta la de nuestra natural impsciencia, pues si siguiente día del triunfo de una revolución, reclamamos todos el milagro de los cinco panes, olvldándcm s de que para llegar á donde llegamos hemos arrasado lo» campo» y no hemos dejado grano ni pi_________2. 2_____ cinco hogazas del milagro. Por otra parte, las victorias del valor pierrero no siempre prueban la h ón ni el derecho de quien la» gana. El mayor número desoldados, la excelencia de su armamento y disciplina, ó el más hábil arte estratégico de su general, y no pocas veces los varios accidentes que entran en lo que generalmente se llama «la suerte de la guerra.» pueden decld r y por lo común deciden del resultado de las batallas dando en ocasiones la palma del triunfo á quien ménos la tiene merecí da. En tules casos y á raía de la vio-f--*- _ 22_ 2_2_______________ vencedores, la Historia imperturbable en su misión de verdad, concluye la página comenzada la víspera, 22 para que perdure—«Vencida en'el hecho fué aquí la razón, pero continúa ella triunfante á la luz del Derecho y en el criterio de Justicia » En Jas acciones de guerra que así se pierden, lo que se rinde al. vencedor no es sino las armas que se lleven en la» manos. El ideal que en el corazón palpita no capitula ni claudica y continua rebe Hdo en los pechos inermes. N® sucede otro tanto en las victorias del¡ civismo. Los vencidos por el esfuerzo de esta virtud del ánimo lo rln* den todo: acción, voluntad é ideas. Tal lo vemos en el seno de los parlamentos en que un poder opresor ha lo-Írado disciplinar una mayoría incon-iclonai á la cual no se atreve sino apenas con su voto silencioso y mudo, la minoría acobardad». Mae en me-d lo de ese vergonzoso mutismo de o be dlencis por una parte y de esa carencia de audacia por Ja otra, yérguese un d a un carácter viril, un orador sin miedo; sube á la tribuna, y desde allí que es una cumbre, ni cuenta el crecido número de sus contrarios ni piensa en las escasse voluntades que habrán de seguirle. En tal instante, el orador ea león pnr 1» fuerza; es Aguila por el vuelo. Habla, y su pa-Abr*! llena de la msgestad y del imperio con que todo noble coraje se im pone penetra en las conciencia» de intento muradas; despierta en ellas emociones potentes hac bras adormecidas. < ■°ÍDa, acude, mueve, persuade y arras Cuya reputación es bien conocida en todo este país, acaba de establecerse permanentemente en SanjAntonio, Texas. Sana todas las enfermedades, sin aplicar drogas, también cura á cualquiera distancia por medio del maravilloso poder del Espíritu con el cual fué nacida. Ella es la mejor adivinadora en el i loe oro pU- tra, á tal extremo pujante é irresistible, que las filas juramentadas se olvidan de la consigna, y de entre ellas salen al fin votos independientes que redime su decoro. ¡ Y qué triunfos tan gloriosos, esos triunfos de la razón sin armas; victoria» del carácter en sublime exaltación de heroísmo cívico! No tiene el valor guerrero hazañas tan hermosas como las hazañas del cívico denuedo, aun cuando el dóñ de la elocuencia acompase á veces también al- genio militar; pero la empresa por las palabras entonces ennoblecida,ha resultado luego inferior á las palabras. «¡Soldados»! exclama Napoleón arengándoles en Egipto: «¡Desde la altura de esas pirámides, cuarenta siglos os contemplan!» Esas diez palabras del genio armado dan una nueva victoria á la Francia Mirabeau, héroe cívico, hace mucho más con un breve apóstrofe: gana una Inmortal victoria par» la humanidad entera. Fué el’o el día en que Brezé, el maestro de ceremonias de 1» Corte, por orden del rey mandaba á la asamblea que so disolviese: «Id á dec r á vuestro amo, rugió Mirabeau, que aquí estamos reu nido* por la voluntad del pueblo, y que sólo podrá arrancarnos de nuestros puesto» 1» fuerza de las bayone-* tas.» Allá, al grito de Napoleón, los siglos contemplan: aquí los siglos se humillan. Allá un soldado impone iu nombre á la Europa: aquí Mirabeau destrona todo un sistema de privlle gios, y da al mundo entero la conquista de ios derechos d*l hombre. Pero no hay que confundir, no, Ih arrogancia del ciudadano con la soberbia del faccioso. Para poder desplegarla altivez cívica en la demanda y defensa de sus derechos, necesita el hombre haber aprendido á cumplir con entereza sus deberes. República y equilibrio son sinónimos cuando se trata de esas dos condiciones en la acción de lo* asociados. Los guapos ingobernables no son sino tiranuelos en galladura, que la incubadora de las revoluciones empoLa luego. Mal podrá mandar bien aquel que no supo medianamente obedecer. Est°, que es un aforismo de la milicia, es también un axioma del civismo. No tiene la libertad mayor enemigo que la licencia. A veces el despotismo no es más que el resultado de la evolución de un buen hombre, acaso cou propósitos de ser un hombre bueno y que asustado y déscorazonado por festinaciones revolucionarias, se vuelve huraño, desconfiado, codicioso y absurdo, en una palabra, tirano. La licencia fac ciosa es siempre injusta. Y á los agravios de la injustia no resisten sino las almas consagradas á un Ideal, elevado. Cabalmente nos hemos prendado los bis paño-americanos de la forma de gobierno más complicada que hayan inventado los hombres, como quiera aue es la más perfecta de todas La monarquía, el imperio, el sistema colonial, V do eso es en extremo sencillo y facilícimo de comprender; tan simple y cómodo para hacerlo funcionar, así por lo» que arriba mandan como por los que abajo obedecen To dos eso» mecanismos »e seducen á una diferencia entre dos plano». Del plano superior ese por su propia gravl I tación, y metódicamente de la autoridad. En el plano inferior aguanta el yunque, es decir, el pue bio. Pero en la República todo está en un mismo plano, y - no existen en ella ni martillo ni yunque. El pueblo es, á la vez, poder activo y comuni dad pasiva. Con la conciencia de su propio bien, masda; y con la conciencia de sus deberes se obedece á sí mismo. El mecanismo de la República democrática, ó sea el gobierno del pueblo y para el pueblo, constituye la maravilla de los dos últimos siglos. Los sistemas anteriores producían tan sólo el orden, y á veces Ja justicia. El sistema nuevo reunió en un solo resultado á aquellos dos bienes y además la Libertad, que es el bien supremo. Mas para que este prodigioso Invento funcione correctamente y pue da llenar sus multiples y fecundos objetos ¡qué de cuidados ha menester! ¡qué regularidad en cada una de las partea que lo componen! ¡qué de intel’gi mentoa ae i exactitud en el radio atribuido á cada uno de los movimientos de su maravillóse engranaje! Cuando el brío fal^a del lado de la cotnun amenaza la anarquía. y con el sólo estrépito que producirían los instrumentos de trabajo al caer de sus manos, y con sólo el si léñelo de las máquinas que por lo insólito del caso cesarían de agitarse y rugir, bastaría para que, quienquiera que Intentase ó imaginase el atentado empresa mas araua y complicada en I ?e •dbrecogitse de pavor, y para que que hemos podido empeñarnos los , ',L a ri*Dte< ®i jarnos la tuvo, pueblo, jévenee, con .engre InMwna- 1 *---------- ------------------- ble, que poblamos las zonas ardorosas de la América en donde el sol, por contrario» modos, no» inclina á la vez á la molicie y á la rebeldía Mientra» lo» gobernante» falaces »e calzan 1» farrea momea del despotismo, nosotros dormimos la siesta; y al despertarnos la guantada, corremos al monte cercano y nos pronunciamos. Para eso sí no» sobra el valor á lo» hijo» de la cálida América Trátese, por el contrario, de defender nuestros deiech » con la ley y las instituciones en la mano y con la razón en los labios; y habrá de verse que ánimos va que no tiemblan ante Ja grave posibilidad de una muerte obscura é Ingloriosa recibida en los campos de la facción,se vuelven prudentes en demasía ante la perspectiva de unas efiantas semanas de meditativo encierro en un calabozo, ó de uno» mewes de forsoro paseo por países extranjero» Casi pudiera afirmarse que pertenece al estudio de la patología esa extraña aberración de los caracteres en nuestra» repúblicas. Peligros hsy en verdad, para el ejer< icio del valor cívico, según el frrado de educación, según la natura-eza de los violentos instintos ’del tirano que haya aue combatir sin otras &rtnae Alue laa une altivez convencida. Pero desde luego que no había de merecer el excelso nombre de virtud una cualidad cuyo ejercido no aparejase sacrificios y riesgos. Un ciudadano que no se atrevUse á defender firme, tenes y resueltamente Is sacra religión de sus derechos, tan sólo porque por la» calle» andan esbirro» secuestrando á los hombres dignos, dsría todavía mayor ocasión par^ ridículo y el escarnio que el ingenuo oficial que la anécdota nos refiere; el cual, debiendo aven zar contra el enemigo que en retirada se ba- Bugenio Cañas, el alma de Gobierno, era escribiente de Juzgado Menor de Tetecala, cuarenta pesos de sueldo al hoy es poderoso numulario, Director General de Rentas, Recaudador de contribuciones, improvisado Ingeniero Civil, Electricista y Agrónomo, y dueño de una Empresa de fuciza eléctrica, que recibe fuertes subvenciones del Gobierno del Estado y del Ayuntamiento de Cuerna-vaca. El Inspector de las Fuerzas Rurales del Estado, es el Teniente Coronel Julio Alarcón, hermano del Gobernador. Al entrar á desempeñar, hace ocho años, el empleo que hoy ocupa, era caballerango de la Hacienda de Temisco, y hoy, es dueño de dos ranchos productores de arroz y maíz, de tres grandes casas en Cuernavaca y del Ferrocarril urbano de la ciudad, todo lo cual representa un capital muy considerable, que no pudo por cierto ser formado con los ahorros que propon cionaria un modesto sueldo de Jefe de Rurales. En Morelos, como en todas partes, se observa esa milagrosa productividad de los puestos públicos. Los funcionarios son séres privilegiados en cuyas manos el dinero obra prodigios; disfrutan sueldos bastante humildes; pero con poco que desempeñen un cargo, se hacen capitalistas y propietarios por no sabemos que procedimiento maravilloso. Los hechos que se han señalado en el Gobierno de Alarcón, lejos de < insignificante darle lustre, lo han desprestigiado. El Gral. Díaz, para pueblo mexicano, no buscado, sino que ha sistemáticamente el concurso de la inteligencia y de la honradez. Su programa es de brutalidad y de opresión, y para sostenerlo no ha necesitado inteligencias que guíen y cerebros que piensen, sino sencillamente brazos que ejecuten, instrumentos sumisos que acaten ciegamente las órdenes de la voluntad que* los domina. En los principales puestos públicos, en las mayores alturas, ha colocado el Gral. Díaz precisamente á individuos que se caracterizan por su miseria intelectual, á séres vulgares y rudos que al ver encumbrada su insignificancia, sienten por su protector la gratitud zoológica de l^is canes á los que un amo generoso repleta de sabrosa y abundante pitanza. Defienden al amo; lo obedecen sin titubear y lo secundan en todo y para todo, á la menor indicación. Uno de estos inválidos del intelecto, que goza del favor del Autócrata y que al Autócrata sirve con fidelidad canina, es Manuel Alar-CÓB, que acaba de ser reelecto Gobernador de ^(orelos, como premio de sus buenos oficios para con la Dictadura. Ante la reelección de este funcionario no hay que preguntarse qué bienes hizo al pueblo ó que mejoras procuró al Estado; hay que preguntar, por el contrario, que males acarreó á sus gobernados, con beneficio de la tiraníd. 1 Hace ocho años que el Gral. Díaz i hizo Gobernador á Manuel Alarcón, arrancándolo de su vida de nómada y poniendo fin á sus correrías de beduino. Alarcón, í como político, obscuro como mili- tales son, entre otros, el asesinato tar, ayuno de moralidad y paupérri frustrado del digno ciudadano Perno de cerebro, era el hombre á pro pósito para servir de instrumento á deshacerse las autoridades de Joña-la Dictadura; para obedecerla cié- catepec, y los brutales atropellos de gamente, sin discernimiento y sin que fué víctima en Yante pee la Sra. ooociencia. Guadalupe Rojo Vda de Alvarado, A cambio de sumisión absoluta Editora de «Juan Panadero.» para con el Centro, el Dictador ga-1 Ni siquiera como militar tiene al-reatizó á su protegido impunidad y gún mérito el reelecto Gobernador apoyo en todo sus actos. ' Y resultó lo que era de esperarse: el mimado favorito no. se ha preocupado del bien general, sino del suyo propio: ha buscado el halago de los aduladores y se ha dejado dominar por el tinterillo Eugenio Cañas que es quien mejor ha sabido marearlo con el turíbulo. Alarcón y Cañas han causado la ruina del Estado; pero han hecho su fortuna y las de sus parientes. Cuando Alarcón ascendió á la Primera Magistratura del Estado, tía, replegó con su tropa ln comba’ tlr. «¿Por qué na atacasUsteu?» le preguntó indignado el jefe y él con suma naturalidad le contestó: «Porque todavía tiran, mi general.» En las luchas del civismo hay que abanzar también, «aunque tiren todavía.» En esas contiendas rige la misma disciplina que en las campañas guerreras. Si un tribuno sucumbe, otro toma la palabra; si un periodista cae,otró loma su pluma; ni más ni ménos que hace el voluntario desarmado cuando recoge el humeante fusil del veterano herido, y continúa disparando coa él sobre el enemigo. Tal como en los bélicos asaltos no se contienen los avances hasta que la zanja no esté colmada de cadáveres y sirvan éstos de puente para llegar á 1» fortaleza, así los soluacos del civismo no deben cesar en reponer- sus bajas hasta que ya no quede espacio .para contener á los bravos de valor inerme. Cuando los pueblos no están educados en el ejercicio de ese linaje de energía, los extravíos de los gobernantes terminan siempre por producir la revolución armada* sin que se haya pasado antes de llegar á esa última razón de lo» pueblos, por l*s ci-vidzadas transacciones de la acción pública: primero en la forma de consejo patriótico al gobernante que se desmanda; luego en el modo de admonición circunspecta, pero viril; y últimamente en la resuella lucha, pero siempre en la forma de una oposición razonable y razonada. Cuando este extremo de la actitud del civismo se hace necesario, y cuando la oposición se conduce respetando las personas y siendo inexorable para con los hechos punibles, produce el efecto de un poderoso disolvente que corroe la base de conservación que toda autoridad por solo el hecho de serlo, se crea; hasta que aislado por completo el gobernante arbitrarlo, no pudiendo lu char contra la fuerza invisible é intangible que le asfixia, se extirgue al fin en espasmos de vano furor y en actos de crueldad inútiles. Es entonces que la codicia sugestiona con su consejo, iredroao y egoísta, ahogando en el desdichad ) todo sentimiento de 1 coraje y honor necesari* s pura acome-1 ter una resistencia final y caer siquiera con el respeto de los valientes, ya que no con la absolución de ks buenos. En nuestros pifeblos hispano americanos (salvo Jas excepciones que fortalecen la fe de los que creemos y no desesperamos) se han ensayado todos los temas de revolución imaginables; y para las que vengan habrá que re calentar los viejo» programas, fríos todos ellos, muchos ya manidos ¿Por | qué no probar ahora con la paz? Las ¡hazaña» del valor guerrero nos han aniouilado; ¿por qué no darle una oportunidad de ensayar las,suyas al valor cívico? Es incalculable la fuerza que puede [llegar á acumularse con la mera aso-I elación de las convicciones Un so-। lo hombre persuadido de sus derechos, constituye una energía poderosa. Un pueblo imbuido en la misma y noble idea, es formidable. Podrfa comparársele á una inmensa batería cargada de electricidad, capaz de generar extraordinaria fecundidad y también capaz de producir estragos infinito». Los Gobiernos qu* respetan esa fuerza déla conciencia colectiva, la utilizan para el progreso y para la prosper!- * dad general Los gobernantes que la desprecian y provocan, desaparecen con su estallido. La energía cívica es l luz ó es rayo. En la gran República que todo» ad-1 miramos come modelo democrático, esa fuerza maravillosa es la que la sostiene y equilibra. Si allí no hay । soldado», es porque el pueblo, cada | cuatro años, se sienta en el Capitolio y desde allí se gobierna á sí mismo Durante esos cuatro años se titula • -ideóte, pero al finalizar ese lapso, se baja de su curul y vuelve á llamarse pueblo. < ualquiera que de paso y sin tiempo, ó sin simpatías ó sin 1» seriedad que se requiere para el estudio de las sociedades humanas, vea esa República de próspero» trabajadores afanado» en lo» negocios y en otros medio» de adquirir, podría imaginarse que es una gran masa de indiferentes para los intereses políticos, y por tanto, 'acll para imponerle un régimen tiránico en el gobierno. Pero inténtese siquiera alterar una sola letra de los ar tículos que consagran su derecho, y se verá eso» millones de trabajado-