8 El Mensajero Juvenil El Mensajero Juvenil 9 tión de fe. Tómese la ciencia de la biología. Darwin dijo que el proceso de la selección natural en la transmisión de las variaciones persistentes al través de las edades explicaba la existencia de las especies en las plantas y en los animales; pero esto fué absolutamente refutado por la ley de Mendel. Después de años de experimentos sobre la “hibridiza-ción” de las plantas probó Mendel que los vástagos pueden manifestar el carácter poseído por cualquiera de los padres, pero no pueden desarrollar ningún carácter no manifiesto o latente en los antecesores. El fracaso de encontrar un solo ejemplo del desarrollo de una nueva especie, es prueba de su falacia, una de las pruebas de la falsedad de la teoría darwinista. 3. ¿Cómo Principió el Mundo? 1. La generación espontánea es una teoría tan anticientífica que apenas necesita mencionarse. La materia muerta no genera, no engendra. Debe haber vida para producir generación o engendramiento. Sólo un sér como Dios, capaz para principiar la vida, satisface en este punto al estudiante sincero. 2. La evolución es el proceso por el cual vino a ser nuestro actual estado de existencia, según el modernista. Esta enseñanza insidiosa ha penetrado en una u otra- forma tanto en la cátedra como en el púl-pito, hasta el grado en que la fe y el carácter cristiano ge-nuinos están seriamente amenazados. Es tiempo de tocar a parada y exigir que el racionalista use la razón. La mera exposición de una teoría no es suficiente; debe ser probada por hecho. En la teoría de la evolución hay dos principales dificultades: Primera, en su explicación de los orígenes: Cuando la evolución principió, según la teoría, la materia era homogénea, es decir, igual en todas sus partes. ¿Cómo principió a evolucionar esta materia homogénea? El Sr. Spencer contesta: “Se encontraba en un estado de equilibrio inestable y esta inestabilidad dló origen al movimiento." Pero esto es contradictorio. Si la materia hubiera sido homogénea, hubiera permanecido así. El movimiento en la materia es causado por un estado de heterogeneidad o desigualdad. En esto el evolucionista se encuentra en un desesperado aprieto para dar principio al mundo. Además de esto, el resultado que tenemos es un universo ordenado y hermoso que manifiesta un arreglo inteligente. Tenemos un cosmos y no un caos. Ahora, lo que ha salido del llamado proceso evolucionario debe haber estado en él desde al principio. Se puede juzgar de los principios sólo por los fines o resultados. Pues no se desenvuelve sino lo envuelto. Segundo, la evolución no ha podido establecer sus principios de continuidad. Los “eslabones perdidos" en el nacimiento de la evolución nunca han sido provistos. El Prof. Wallace, uno de los más eminentes evolucionistas modernos, admite que hay cuando menos tres “eslabones" que nunca nos han sido provistos o presentados. Dice: (1) “No podemos explicar que la vida tenga su origen en lo que no tiene vida; (2) ni la introducción de la sensación animal y conciencia personal; (3) ni mucho menos podemos explicar la naturaleza superior del hombre; su evidente superioridad sobre toda la vida animal inferior." No tengáis temor de pensar, jóvenes. Si pensáis con vigor suficiente, seréis obligados por la ciencia a creer en Dios, el cual es el fundamento de toda religión. No hay una sola partícula de sinrazón ni de absurdo mental en el universo. El mundo revela la obra de una gran inteligencia de una manera tan cierta como un libro reveja la mente del autor. Esta mente se revela con claridad meridiana como inteligente y benévola. El arreglo casual o por el azar, del mundo aparte de un Pro-yectador inteligente, es no sólo insostenible, sino pueril y ridículo. ¿Quién puede estudiar la atmósfera con su abundancia de oxígeno tan necesario para la vida, o quién puede ver las grandes masas de agua tan necesaria para el crecimiento, o el sol, o el día y la noche, y no quedar convencido de un Dios benévolo? ¿Quién puede ver al árbol cortado por el hacha del leñador dejar salir su fluido sanativo, o el amor paternal presto siempre para perdonar, restaurar y ayudar al hijo y dudar de que hay en y sobre el mundo Uno que tiene en su mente un propósito redentor? Herbert Spencer dijo: “La gran incógnita es redivisible en cinco formas a saber: tiempo, espacio, materia, fuerza y movimiento:" Gén. 1: 1-2 decMra la misma cosa. “En el principio (tiempo) crió Dios los cielos (espacio) y la tierra (materia). Y el Espíritu de Dios (fuerza) se movía (movimiento) sobre la haz de las aguas." Sin embargo, el Sr. Spencer niega que el Génesis relata la creación. ¿Por qué gastó él toda una vida de trabajo y luego la sumó en el gran “incognoscible," cuando podía haber consultado el Génesis y ahorrado mucho tiempo y quizás salvado su alma además para la eternidad? Hay dos puntos de evidente insinceridad de parte de los evolucionistas modernos. Primero, su descarado egotismo. ¿Dicen que el humilde creyente en la Biblia es muy estrecho? La persona más estrecha de mente que yo conozco es el declarado evolucionista. Nadie sino él tiene una solución para las cosas tal como son. Se planta sobre la teoría o suposición no probada, y al mismo tiempo desconoce altivamente la experiencia moral y espiritual del prójimo para él que es vital y satisfactoria. De ninguna manera son evolucionistas todos los grandes científicos. Segundo, el evolucionista es insincero cuando acepta el dinero que se le proporciona ya por donativo voluntario o por contribución forzosa y prostituye su privilegio enseñando la evolución como hecho o ciencia o aun como hipótesis más segura, pues al hacerlo así socava la fe de los hijos e hijas de padres que no aceptan sus teorías y tienen además un conocimiento más cierto por medio de Cristo Jesús. Es mi convicción que ninguna escuela ni profesor alguno tiene derecho moral o constitucional para enseñar la evolución que socava la enseñanza bíblica y la educación del hogar que ha hecho a los Estados Unidos el país más grande sobre la tierra. ¿Por qué se les ha de permitir a los 11,000 maestros evolucionistas que enseñen lo que creen cuarenta millones de personas en este país? Estos tienen el derecho de protestar contra el pago de una cosa que se les está imponiendo. “Esta es una contribución sin representación." 4. El Hombre. La corona de la creación de Dios es nuestra última consideración. Esto incluye su origen, su relación con Dios y su destino. El modernismo ha errado desesperadamente en su intepretaclón de estas tres cosas. ¿Cuándo vino el hombre? La Biblia dice que Dios lo creó a su propia imagen. La evolución dice que evolucionó de un orden inferior de vida animal, pero de cuál no puede decir. Unos afirman que vino del mono, mientras que otros creen que del caballo. Personalmente, si yo me apegara a la teoría del origen evolutivo del hombre, diría que algunos descienden del caballo y manifiestan todavía el buen sentido de sus antecesores; mientras que otros descienden del mono y son muy dados a hacer todavía las suertes “monl-nas" de sus abuelos. Fuera cosa de risa si esta teoría estuviera confinada a los asilados en los manicomios; pero ha venido a ser un asunto serio que nos lleva a pensar muy profundamente al darnos cuenta de que esto se está enseñando en el púlpito, en las aulas de universidades y colegios tanto de-nominacionales como del estado en las escuelas superiores, y por medio de la prensa en todo el país. Aquí el evolucionista es culpable por el abuso de los métodos académicos. Su única prueba de la teoría es la teoría misma. En todos los miles de años bien relatados en la historia humana con admirable exactitud, no se nos presenta un solo mono que haya cambiado su forma, ni venido, a parecerse más al hombre en un solo pelo. En efecto, en 6,000 años, debía haber un manifiesto cambio o señal de cambio. ¿Y qué diremos acerca de la teoría del caballo? Dejemos que conteste el Prof. Jorge McCready Price, uno de los más grandes geólogos del mundo: “Se han encontrado grandes números de caballos fosilizados en toda la América del Norte y la del Sur desde Alaska hasta Patagonia; pero no había en el Nuevo Mundo ni un solo caballo cuando vinieron acá los hombres blancos. Los caballos silvestres, con los cuales estamos familiarizados en la historia americana, fueron introducidos por toa espa* fióles. Su rápida multiplicación al