je del evangelio. Lección VIII. HERALDOS DEL REY Febrero 23 de 1980. BOSQUEJO DE LA LECCION CL SEÑOR Jesús fué un misionero modelo. Andaba de ciudad en ciudad y de aldea en aldea; pero en todas partes se ocupaba de enseñar a las gentes, predicarles el evangelio del reino y además las sanaba de sus enfermedades y dolencias. En las ciudades predicaba en las sinagogas, o templos de los judíos, en los pueblos en las plazas y en los lugares pequeños en cualquier hermoso paraje. En todas partes el Señor encontraba a las pobrecitas gentes ignorantes del amor de Dios, que despreciadas por los orgullosos guías espirituales acudían a él para escuchar el sencillo y sublime mensa-te su condición que parecían ovejas sin pastor. Cuando consideró Jesús a las multitudes, listas para recibir el evangelio, vió que él y sus discípulos eran muy pocos para llevarles el mensaje de vida y les dijo:—“A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad pues al Señor de la mies, que envíe obraros a su mies.” En seguida llamando a Pedro y Andrés su hermano; a Jacobo y a Juan, hijos de Zebedeo; a Felipe y a Bartolomé; a Tomás y a Mateo, el publicano; a Jacobo, hijo de Alfeo y Lebeo, que por sobrenombre le llamaban Tadeo; a Simón, el cananita y a Judas Iscariote, el que le entregó, los envió de dos en dos para que recorriesen todas las ciudades y aldeas predicando el evangelio, sanando a los enfermos, limpiando a los leprosos, resucitando a los muertos, echan do fuera demonios y todo, sin cobrar nada por sus servicios, porque el don para obrar milagros y las enseñanzas los habían recibido del Maestro gratuitamente. También el Señor Jesús, como todo sabio caudillo les dió instrucciones que predicaran sólo a los judíos, porque aún no era el tiempo de llevar el mensaje a los gentiles. Y por último les aseguró que todo el que les brindara hospitalidad sería recompensado de la misma manera que si se la hubieran brindado a El. La misión de los doce apóstoles era de amor y Dios que había enviado a su amado Hijo por amor a la pobre humanidad, prepararía el corazón de las gentes para que ellos no sufrieran necesidades. “¡Escuchad! Jesús nos dice: l ¿Quiénes van a trabajar? Campos blancos hoy aguardan Que los vayan a segar.”