El Profesor de Música, Martínez del Villar, de Laredo, Texas, enmedio de sus discípulas, que celebraron un concierto con un éxito brillante. La Juventud de Francia En la XXIX de sus Cartas marruecas (escritas en 1768,) el coronel D. José Cadalso habla de la juventud francesa. Lo hace en términos de viva actualidad. Uno de los personajes de las Cartas (en que se expresan las ideas del p.ropio autor, como en las análogas de Montesquieu); uno de los personajes de estas Cartas escribe: ‘ En ambas vueltas que he dado por Francia he hallado en sus provincias—que siempre mantienen las costumbres más puras que la capital—un trato humano, cortés y afable para los extranjeros, no producido de la vanidad de que se les visite y admire, como puede suceder en París, sino dimanado verdaderamente de un corazón franco y sencillo, que halla gusto en procurárselo al desconocido.’1* Fn Europa ha habido un ambiente de hostilidad contra Francia; lo ha habido también contra España. No se puede deducir nada de estas universales malquerencias; fundadas han sido en el predominio europeo que en ciertas épocas históricas han llegado a alcanzar esos pueblos. En Europa ha habido siempre apelativos "especiales para los naturales de las distintas patrias; con una palabra se forjaba un troquel que servía para millones de ciudadanos. Lineas más arriba de las copiadas de Cadalso se dice que en Europa se le juzga “al español, religioso; al italiano, político; al inglés, soberbio; al holandés, avaro, y al alemán, áspero." No hay autor clásico español (Lope, Saavedra Fajardo, Gracián etc.), que no traiga una retahila de éstas. Lope de Vega, por ejemplo, en El peregrino en su patria, trae la siguiente: “A los escitas llaman crueles; a los italianos, nobles; a los franceses, religiosos; a Ids sicilianos, agudos; a los flamencos, industriosos; a los persas, infieles; a los turcos, lascivos; a los partos, curiosos; a los borgoñones, feroces; a los picardos, alegres; a los bretones, duros; a los alejandrinos, engañadores; a los egipcios, atrevidos; a los españoles, arrogantes; a los alemanes, hermosos." ¡ Pintar como querer! En general, prescindiendo de esta clasificación, los más de los autores, al hablar de alemanes, franceses y españoles, les achacan, respectivamente, la emhriageuz, la ligereza y la soberbia. ... Cadalso en la Carta citada hace constar el cambio notable que la edad imprime en el carácter del francés. Podrá el francés haber sido intemperante e impetuoso en la mocedad; mas en llegando a cierto momento de la vida, todos aquellos ardores dan paso a un bello y equilibrado juicio. "Todos los que llegan a cierta edad—dice nuestro autor—son, sin duda, los más sociables del universo; porque desvanecidas las tempestades de su juventud, les queda el fondo de una indole sincera, prolija educación, que en este país es común, y exterior agradable." “En llegando a los cuarenta años—añade Cadalso—se transforma el francés en otro hombre distinto de lo que era a los veinte." Pero no se crea que en el francés joven todo se reduce a las dichas impetuosidades. No todo en él es desenvoltura y libertad. Hay en la juventud francesa un fondo de idealismo y de entusiasmo que es lo que la ha-:e verdaderamente admirable. “La misma desenvoltura