PODER TEMPORAL DE LOS PAPAS 11 ma misma puede bajar hasta el fondo del Mediterráneo; y, a pesar de todo, la Sede de Pedro permanecerá firme, y Pedro vivirá en sus Sucesores. III Lo que los Papas han hecho en favor de Roma. Aunque el poder temporal del Papa es un asunto que incumbe a la Iglesia Universal, no hay pueblo que tenga más razón para enorgullecerse de las Temporalidades del Padre Santo que los mismos Italianos, y particularmente los habitantes de Roma. La residencia de los Papás en Roma és lo que ha contribuido a su grandeza material y religiosa. Los Pontífices la han hecho el centro de la Cristiandad, la reina de la religión, la señora de las artes y de las ciencias, y la depositaría de la sabiduría sagrada. Por su espíritu creador y conservador, ellos han salvado los ilustres monumentos del pasado, y al lado de éstos han levantado templos cristianos que sobrepujan a los de la antigüedad pagana. Al contemplar hoy estos antiguos monumentos romanos, no se sabe qué admirar más, si el genio de los hombres que los han ideado y erigido o el cuidado paternal de los Papas que ha preservado de la destrucción las venerables ruinas. La residencia de los Papas en Roma es la que le ha conquistado el título de la Ciu^ dad, Eterna. Dejad que los Papas se retiren de Roma, y en cinco años la yerba crecerá libremente en las calles. Así sucedió en 1418 a la vuelta del Papa desde Avi-ñón ne donde había estado la sede de los Romanos Pontífices durante el siglo precedente. A la vuelta del Papa a la ciudad de Roma tenía una población de sólo 17,000 habitantes.* Y Aviñón, que durante la residencia del Papa allá tenía una población de 100,000, tiene ahora una población de 36,407 habitantes. Y el mismo caso se presentó en el principio del siglo pasado, cuando Pío VII estuvo desterrado de Roma por cuatro años, y preso por Napoleón I, en Grenoble, Savona y Fontenebleau. La yerba invadió las calles de Roma y ía ciudad perdió la mitad' de su población. Roma no tiene naturalmente atractivos comerciales. La presencia del Papa sostiene únicamente su gráfico. ■* Memorias del Papa Sixto V, por el Barón Hubner, vol. II, cap. I.