EL MINO NECESITA LEER Oficia YUldL, A. D,.u.s* Que el niño y el adolescente necesitan leer es una verdad que no admite discusión. Leer para aprender y leer por diversión. Y, si en la escuela y en el hogar no tiene a su alcance buenos libros y periódicos, buscará los famosos y malignos periódicos de historietas fantásticas y de crímenes que forman una perjuiciosa familia, amante de contar fábulas insulsas, malintencionadas, cínicas o abiertamente criminales. Los dibujantes sin escrúpulos que preparan loe dibujos para las morbosas historietas que cubren las páginas de esas malas publicaciones, no son educadores; en consecuencia, carecen de preparación para estimar la inteligencia y el sentimiento del niño y no vacilan en poner ante sus ojos figuras y escenas pornográficas, envenenando la mirada y la imaginación del pequeño, en ves de ennoblecerlas. ■n cuanto a las editoras que auspician esos periódicos, no tienen presente sino sus ganancias, que deben ser cuantiosas, y el mal sigue propagándose con la lectura de mal hilvanadas historietas de gentes perversas, enamoradisas y maleantes, pervirtiendo la mente sana del lector inexperto, destruyendo la buena enseftan-sa que los maestros imparten en el sacro recinto del aula; allí el alumno aprende a admirar a loe prohombres de la Patria y de la humanidad, a amar el valor, el heroísmo, la honrados y todas las virtudes; y en estas historietas descubre que el más largo, el más vivo, el más águila, el más falso, es el que ocupa loe mejores puestos en la sociedad y aun llega a ser el más rico y poderoso; y la niña puede llegar a pensar que el tipo de mujer corriente y sin escrúpulos, la tigresa solapada, la que más amantes tiene, es un tipo femenino decente y deseable. ¿Qué clase de carácter llegarán a tener loe niños y adolescentes cuyas cotidianas lecturas son las sucias páginas de esos periódicos de engaño y de inmoralidad? El problema es serlo, de una seriedad aterradora; permitir la circulación de esta clase de periódicos es sembrar en la mente infantil ideas impuras, es cosechar más tarde inesperados frutos de maldad; es multiplicar la irresponsabilidad, la inconsciencia y la pereza; es hacer del pequeño un derrochador del dinero suyo o de su casa porque casi son prohibitivos los precios de sus periódicos favoritos; es crearle una mente egoísta y calculadora, cuando alquila su perlodlqulllo a los que no pueden comprarlo, a 5 centavos la leída; es desviar malamente la clara inteligencia y la desbordante fantasía de los niños hacia planos antiestéticos e impuros. Deberíamos unirnos padres de familia y maestros contra tales publicaciones que la misma ley prohíbe diciendo que la libertad de prensa está limitada por la moral, y luchar, luchar incansablemente contra el monopolio de unos cuantos editores favorecidos que se enriquecen a costa de lo más valioso de la patria, los niños. Sería necesario que la constitución nacional y las estatales incluyeran una ley más estricta que prohibiera la mala prensa, y que hubiese comités auxiliares para exigir su cumplimiento. El mejor, y quizá el único medio de desterrar la mala semilla de los periódicos corruptores que ahora flagelamos, sería la creación de nobles revistas infantiles, no tendenciosas, de libre circulación, auspiciadas por patronatos, por capitalistas particulares, por dependencias oficiales. En sus páginas tendrían cabida narraciones históricas ilustradas, historietas • Autora de vartee Ubroe y eoeeejera del departamento de libree de la Secretaria del Xetado de OeahuUa, Mixteo. ie KL MOGA* CRISTIANO