-----------EL SEMBRADOR (Sigue de la Ira. Pág.) para sacar triunfantes de la prueba esos principios, únicos valederos para la reconstrucción del mundo y de la paz entre los hombres. Digamos con el poeta y el creyente: Sálvanos, Cristo, Sálvanos... Salva a esta sociedad desventurada. Que bajo el peso de su orgullo mismo Rueda al profundo abismo, Acaso más enferma que culpada. El hombre en su desolación y en su angustia, acosado por todos los bajos instintos y las solicitudes de las bajas pasiones, no tiene sino que apoyarse en la amistad para encontrar en ella el bálsamo que lo alivie, la voz que lo conforte, el robusto brazo que lo ayude a cargar su cruz. Seamos pues amigos, hermanemos los corazones lo mismo en el triunfo que en la adversidad; en el gozo que en la pena; en el sendero fácil o en la escabrosa cuesta. Brindémonos el agua clara de la clara amistad, para apagar un poco la sed de consuelo y comprensión que tanto hemos menester. Los triunfos del Club de Sembradores de Amistad no serán ostentosos, porque no se cifran en realizaciones siempre objetivas. Grandes triunfos serán para él; el ingreso de un socio identificado con sus anhelos; enjugar una lágrima o restañar una herida; iluminar el sendero del que camina extraviado; orientar hacia el bien común las voluntades de los hombres. Nos sabemos en la rula cierta y lo comprobamos cada día al coincidir nuestra opinión con la de grandes pensadores. De hombres